EL REBAÑO

«…y la paciencia, experiencia; y la experiencia, esperanza…»
(Romanos 5:4)

Fotografía, María Gabriela Díaz Gronlier.

EL REBAÑO

Bajo un sol de justicia unos perros guían a un rebaño de ovejas que sueñan, donde sólo hay yerba quebradiza y seca, con gradaciones de verdes.

(Un caballo enjaezado y un jinete muy gallardo pasan galopando cerca del hombre y su rebaño. El cielo muestra un exigente azul de verano y la ciudad, sumergida en polvo de acero y cemento, parece imaginada).

Rezagado va el pastor, con sombrero de palma y garrote en la mano. Jadea, intenta mantener unido al rebaño. De pronto, una oveja corre en sentido contrario  —¡puede que haya encontrado pasto!

La manada se vuelve, los dos perros y el hombre también le siguen los pasos y surge ante ellos un valle de margaritas, crisantemos y lirios.

Ovejas y perros solfean un largo lamento y las madrigueras se hacen eco del triste suceso.

Los ovinos se dispersan ante la mirada indolente de los canes sedientos. El pastor se sienta en un tronco, enjuga su frente y posa la vista en el paisaje de la muerte  —las flores halladas son propiedad de las almas idas.

Sólo la pionera… calla y aguarda.

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