EL RELATO DE JOHN SMITH

Objetos personales de Arthur Conan Doyle. Museo de Londres.

No, El relato de John Smith no es una trama policíaca. No aparecen ni Sherlock Holmes ni Watson, al menos no de la forma en que los conocemos. Aquí, en esta novela, los compañeros inseparables de las aventuras de misterio de Conan Doyle no se dejan ver, digamos que se encuentran a punto de brotar de la imaginación del escritor.

El relato de John Smith es una novela autobiográfica que tiene un personaje principal llamado Smith y varios personajes secundarios construidos con un mismo propósito: el de charlar con nosotros, de ahí los monólogos guionizados.

En el libro no encontramos desarrollada una trama, si por trama entendemos la unión indisoluble de planteamiento, nudo y desenlace (Smith es sólo un pretexto). Arthur Conan Doyle sabe que está redactando una historia donde no hay intriga, no hay conflictos, no hay personajes antagónicos. Pero no quiere escribir una autobiografía, quiere que sea una novela. Entonces, para evitar la posible monotonía del texto, se divide y aparece con varios rostros. El joven médico desdobla su «Yo», revelándonos su visión del mundo, sus aspiraciones y sus decepciones.

Arthur Conan Doyle, fotografía de Herbert Rose, 1893.

Oscar Hurtado (1919-1977), padre del género de la literatura de ciencia ficción en Cuba, decía que un buen lector «se fija en el personaje soñado y en la acción que este personaje desarrolla y nunca en el soñador». Oscar Hurtado escribió que «a un lector puro, a un verdadero lector, no le interesa Conan Doyle o Cervantes; le interesa Sherlock Holmes y el Quijote».

Pienso que esto siempre sucede al comienzo, cuando estamos descubriendo a los protagonistas y las aventuras que los mismos interpretan. Es entonces cuando tenemos ojos solamente para ellos. Pero si quedamos atrapados en los relatos que leemos es inevitable querer saber más, de modo que damos el siguiente paso, que no es otro que el de hurgar en la vida del escritor. Al menos es lo que me sucede a mí.

«Holmes sacó su reloj», ilustración, The Strand Magazine, 1893.

Los amantes de las novelas policíacas de Conan Doyle estamos de enhorabuena, porque El relato de John Smith nos permite conocer la historia real que se encuentra detrás de la historia ficticia del famoso detective y de su ayudante, el médico.

Holmes y Watson son el yin y el yang de su tiempo. Holmes es el sabelotodo con gran capacidad deductiva y Watson es el bienintencionado arrollado por los dogmas científicos. Estas características de los personajes reflejan la crítica del autor a una sociedad que, gracias a la industrialización y a los vertiginosos avances tecnológicos de la época, ve peligrar el equilibrio que hace de un hombre un ser racional… y espiritual.

Veintitrés años tenía el escritor cuando cogió la pluma y compuso la biografía novelada que aquí reseño. Por aquel tiempo ejercía como médico y vivía tan modestamente que, no pocas veces, tuvo que alumbrarse con velas, pues no tenía dinero para hacer uso de la iluminación por gas. Tanto lo marcó este hecho que, años más tarde, comentaría con ironía que el relato que había iniciado su carrera literaria era uno sobre las calderas de gas que había traducido del alemán al inglés.

«El relato de John Smith», editorial Confluencias, 2014.

A través de John Smith, un hombre cincuentón que se encuentra de reposo debido a una crisis de gota, y de los habitantes de la casa de huéspedes, donde el protagonista reside, descubrimos muchas cosas sobre Conan Doyle: por ejemplo, la importancia que daba al deporte, a la vida al aire libre y a la naturaleza; por ejemplo, que tenía una humilde consulta médica, que se interesaba por las teorías de Charles Darwin y que era amante de la música y de la literatura.

En El relato de John Smith, Conan Doyle refleja sus ideas sobre la educación y la cultura, sobre la religión, la guerra, los avances científicos, los libros, la historia, la moral, el sentimiento del deber. La novela nos descubre lo que pensaba acerca del mal, de la crueldad humana, del pecado original y de la interferencia de la iglesia en los asuntos sociales. Ahora bien, Conan Doyle aunque describe los acontecimientos políticos del momento no bucea en ese charco.

Ilustración realizada por Charles Altamont Doyle, padre del escritor, para «Estudio en escarlata», 1888.

 Arthur Conan Doyle ahonda en temas que son de vital importancia para él y que agrupo en cinco puntos:

1. La igualdad natural del hombre.

2. La importancia de la educación universal obligatoria.

3. La influencia de la iglesia en la sociedad.

4. El planteamiento de objetivos en la vida.

5. La obtención de recompensas como gratificación por el esfuerzo realizado.

Estos aspectos tienen mucho que ver con los ideales de la masonería inglesa de su época. El relato de John Smith está escrito en 1883 y Arthur Conan Doyle fue iniciado en la masonería en el año 1887, en la Logia Phoenix nº.257 de Southsea, en Hampshire. Dios es el Maestro, el Arquitecto, el Gran Creador del Universo en El relato de John Smith.

Arthur Conan Doyle y su padre, el ilustrador y acuarelista Charles Altamont Doyle, fotografía, 1865.

Tengo que decir que he disfrutado con la novela desde la primera página hasta la última, a pesar de que no hay asesinos y de que aún no han visto la luz ni el detective que fuma en pipa ni el médico que sólo cree en lo científicamente comprobado. En El relato de John Smith quien está es el joven Arthur Conan Doyle, el doctor que desea convertirse en escritor. Y también, por cierto, está el ama de llaves, personaje secundario de sus novelas de misterio más populares.

Más adelante, en 1924, el autor repasa su vida en Memorias y aventuras. Es un libro más ameno que el que hoy reseño —se devora como uno de sus entretenidos relatos—, pero, claro está, no tiene el encanto de la primera vez.

Basil Rathbone y Nigel Bruce en «Sherlock Holmes and the secret Weapon», 1943.

Arthur Conan Doyle escribió sobre la ilusión y sobre la desilusión. Y escribió sobre la perseverancia, una actitud que mucho tiene que ver con el éxito. El creador de historias detectivescas sabía lo que decía, pues Holmes y Watson estuvieron dos años esperando por un editor hasta que, ¡por fin!, en 1887 el director de la revista Beeton’s Christmas Annual decidió publicar Estudio en Escarlata, la primera novela donde aparecen sus célebres personajes. ¡Oh!, pero tuvo que esperar otros doce meses para ver su obra publicada en formato de libro.

Arthur Conan Doyle insistió y triunfó. Y hoy en día el club de los sherlockianos continúa anotando lectores a su lista.

Y ahora les dejo un trocito de El relato de John Smith. Dice así:

La literatura es una ostra muy tentadora para que la abra un hombre joven inteligente; pero tu cuchillo muy bien puede romperse justo antes de conseguirlo. Oh, vosotros brillantes y chispeantes, que navegáis por el firmamento de las letras con todas las revistas peleándose por las chispas que emitís, cómo podrías daros cuenta de lo sombría que es la profesión para vuestros camaradas menos dotados. Si se pudiera escribir la historia secreta de la literatura, las desgraciadas esperanzas, las desilusiones que duelen en el corazón, las cautelosas esperas, el trabajo desperdiciado, sería la más triste historia nunca redactada. ¿Acaso no sé de casos en los que el genio de una familia, chico o chica, se ha puesto manos a la obra para producir con valentía una novela (…)? Muy despacio y con mucho trabajo, con mucho arrugar el entrecejo y quemar aceite, un capítulo se suma al anterior. Pronto, el libro adquiere sustancia y forma. Extractos de él se leen a la familia reunida y son recibidos con risas y con llantos (…) . Nunca antes se había escrito una novela semejante… ¡nunca! (…). Sonrojado y orgulloso, el autor en ciernes prosigue con redoblados esfuerzos hasta que un buen día escribe un gran FIN al pie del último volumen (…) mientras su buena madre oculta la pluma en su cajón privado de cosas valiosas, al ser un artículo que en algún momento será considerado una reliquia. Ahora, ¿quién tendrá el honor de publicarlo? Oh, los mejores, por supuesto (…).

Y a Londres va, empaquetado, dirigido y certificado, con cualquier concebible precaución para evitar su pérdida (el original de «El relato de John Smith» se perdió en correos. El autor rehízo años después el texto, que es el que conocemos). Un mes transcurre tranquilamente mientras la familia discute qué habrá que hacer con los ingresos del libro (…). El segundo mes pasa y por las mañanas hay prisa y se prestan oídos a los pasos del cartero… pero sigue sin llegar carta de Londres. Transcurre otro mes (…). Dos meses más pasan (…). ¿Qué es ese gran cilindro sobre la mesa del desayuno con matasellos de Londres? «¡El libro, padre, el libro!», gritan los hermanos. El genio lo desata con dedos temblorosos, rompe el papel marrón y deja al descubierto su manuscrito todo ajado y manoseado. Hay una pequeña nota a lápiz: «B.J y R. le presentan sus respetos al señor… y lamentan haber retenido su manuscrito durante tanto tiempo. El retraso se debe a que fue extraviado. B.J y R. lamentan informar que tras una cuidadosa lectura del manuscrito somos de la opinión de que es por completo inadecuado para su publicación». «No importa… lo conseguiremos en otro sitio», grita el genio con voz quebrada, sintiendo por un momento que su corazón se había convertido en un saco de plomo.

ENLACES RELACIONADOS

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