LA PRESA

Ambientada en Francia, en 1933, en plena depresión económica, en La presa  nadie es feliz. En esta novela, no hay un personaje que logre romper el bucle en el que se encuentra preso. Ni uno. Pero… ¿cómo hacerlo? ¿Cómo conseguir huir de un mundo que te arrastra a la desesperación y a la miseria, que te convierte en reo de una economía que, en su descarrilamiento, arrasa con todos?

La presa nos cuenta la historia de un joven con talento y con ambición, con «la suela de los zapatos agujereada» y con el alma destrozada.

Jean-Luc representa a una juventud desesperada, hambrienta, sin oportunidades para crecer ni resquicios que le permitan encontrar su sitio en la sociedad. Una juventud inteligente, preparada, dispuesta, audaz, deseosa de encontrar su lugar en la vida y que en vano se rompe los sesos porque no hay más que una salida, una única forma de conseguir sobrevivir y es participando del trapicheo de la política y las finanzas. Pero aún así, aún consiguiendo un hueco donde medrar, la decepción se encargará, como un cáncer, de horadar la vida de los aspirantes al título de manipuladores de las pasiones humanas.

La crisis económica, el desempleo y la miseria consumen la pasión, la juventud, la inteligencia y el honor. Los corazones se endurecen, se vuelven egoístas y vengativos porque el hombre que nada puede ofrecer nada tiene que perder.

Jóvenes trabajadores, óleo sobre lienzo, Otto Dix, 1920.

En una sociedad corrupta, donde sólo cuentan los contactos y la traición, el precio a pagar por el éxito es muy alto. Todos los personajes de La presa son trágicos, infelices, amorales. A todos les han robado la vida mientras respiran. Unos son conscientes de ello, otros no. Da igual. El final es el mismo: la juventud, blanca paloma, termina revolcándose en el lodo y picoteando el aire a ciegas, muere asfixiada mientras la banca y la política, unidas de la mano, imponen su poder demoníaco.

La presa describe a esos seres miserables que rigen los destinos de las gentes como si fueran dioses y que inoculan la rabia en la juventud —la rabia aniquila el amor, el entendimiento entre las personas. La rabia esconde la línea que separa el bien del mal.

Rabia y odio. El mismo odio de hoy que azuza a un joven para que acabe con la vida de sus compañeros de curso, que mueve a masas de chicos a romperse la crisma por un partido de fútbol, que incita a jóvenes nacidos en países occidentales a inmolarse en nombre de una idea tergiversada de la religión… Odio y rabia sin razón.  Niños que se hacen hombres dejando en el camino todo rasgo de humanidad y que, sin embargo, ansían, en lo más profundo de su corazón, amar y ser amados.

Los pilares de la sociedad, óleo sobre lienzo, George Grosz, 1927.

La presa es una novela triste porque la sociedad inmoral y derrotada que describe es una copia de nuestro mundo de hoy —no hemos aprendido—. Es una novela soberbia que tiene, como todos los libros de Irene Némirovsky, la capacidad de despertar en el lector la compasión, ese sentimiento inmenso, poderoso, que puede devorarnos si no lo administramos en pequeñas gotas.

La presa está publicada en la editorial Salamandra.

ENLACES RELACIONADOS

A Petr Ginz, asesinado en Auschwitz.

Henrik Ibsen, la mujer y un lienzo de Edvard Munch.

Berlín secreto (Franz Hessel).

Otto Dix. Tríptico de la gran ciudad. EL tríptico profano.

Especulación (Thomas Wolfe).

Mendel el de los libros (Stefan Zweig).

La librería de los escritores (Mijaíl Osorguín).

El arte de entreguerras en Italia (1917-1933). Retorno a la belleza.

El cementerio marino (Paul Valéry). Dibujos de Gino Severini para el poema.


Compártelo con tus amigos: