AL MORIR DON QUIJOTE

«Pudo querer y quiso poder.»

Los amantes de las aventuras del hidalgo don Quijote de la Mancha tienen que saber que los personajes cercanos al de la Triste Figura no murieron cuando Miguel de Cervantes puso fin a su novela. Tienen que saber que sus amigos más cercanos no se ahogaron en el tintero del Manco de Lepanto. No lo hicieron porque, a pesar del tiempo que ha pasado —pertenecen al Siglo de Oro—, otro escritor español, Andrés Trapiello (1953), usando el estilo cervantino como anzuelo, los pescó para una nuevo argumento, donde amores y desamores se mezclan con aventuras, envidias y celos. 

Al morir el Caballero Andante quedaron a la espera de un destino su sobrina Antonia, el escudero Sancho Panza, el ama Quiteria, el cura Don Pedro, el escribano Alonso de Mal, el bachiller Sansón Carrasco, el mozo Cebadón, el barbero Maese Nicolás, los duques con su séquito y con sus malas artes burlescas y otros enemigos del célebre hidalgo. Todos ellos han sido rescatados para entretejer nuevas tramas en Al morir Don Quijote.

Pero Andrés Trapiello no se conforma con personajes de ficción, sale al mundo real y brinda al editor Juan de la Cuesta —estampador de las dos partes del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha— y a «las Cervantas» —mujeres del escritor: esposa, hijastra y sobrina— la oportunidad de participar en esta historia que homenajea al hechizado y melancólico más cuerdo de las letras —oportunidad que todos ellos aprovechan, pues algo quieren recibir de la fama de quien un día decidió dejar de ser Alonso Quijano, el Bueno para convertirse en Don Quijote, el Loco. 

Los primeros capítulos de Al morir don Quijote giran en torno al de la Triste Figura. ¡Ah…!, pero, poco a poco, el Caballero va transformándose en una sombra, aunque no abandona nunca la novela. Los líos de Antonia con el ama, de Antonia con su criado, de Antonia con el contable de su tío, de Antonia con el bachiller, del bachiller con su padre, del bachiller y Sancho con los duques y de Sancho con el mundo aburrido que su amo le dejó… son el ovillo con el que se teje la trama. Y tal es así que, a diferencia de la historia en la que se inspira, esta no es una novela de caballerías.

Escena de «Don Quijote de la Mancha», película de 1948 dirigida por Rafael Gil.

Al morir don Quijote no sólo rescata de la obra cervantina estilo y personajes. La novela también se hace portavoz de la preocupación fundamental del cabalgador de Rocinante: dejar algo al mundo para no perderse en los recovecos del tiempo.

El Quijote de Miguel de Cervantes luchó contra los molinos, defendió un amor platónico y protagonizó todo tipo de aventuras para asegurarse, puesto que el cuerpo es mortal, un sitio en la eternidad, que para el Quijote significaba la conquista de la libertad. Esa preocupación del caballero de la Triste Figura, Sancho la hereda en la novela de Trapiello, que, por cierto, nos permite pasearnos por la vida cotidiana del Siglo de Oro.

La continuidad…, «porque teniendo la vida, la vida se acaba». ¡Qué mejor manera de perpetuarse que «deshaciendo tuertos» a través de la literatura!

 Al morir Don Quijote es una novela singular no sólo por su asunto, sino también por la manera en la que está contada —asunto y escritura, por cierto, que nos muestran un autor audaz—. Es una delicia para cualquier lector que aprecie la obra de Cervantes. Al morir don Quijote se encuentra dentro del catálogo de la editorial Destino. 

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