ALINA SIGUE A SU ESTRELLA

«Y allí quedé esperando…»
María Zambrano


Ofelia, óleo sobre lienzo, Arthur Hughes, 1863.

 

ALINA SIGUE A SU ESTRELLA

Mientras estuvo lloviendo estuvo soñando. Cuando el cielo abrió, ella despertó. Alina sólo tuvo una promesa de amor. Alina sólo tuvo un baile y un tango, unos brazos que la estrecharon y unas piernas que con las suyas se enredaron. Fue la única noche que Eros le regaló.

Sueños, un tango y la vida seducida por la obsesión.

Alina por los montes al río de agua viva se acerca. Ya le habían contando, ya sabía por otros, que al pobre Juan se lo había llevado la mar cuando intentó robarle una perla —fue una noche de pálidas estrellas.

Susurra el tango en su mente, no ha calmado su sonar.

Alina al río se entrega. Y su cuerpo, como flor de loto, ligero, avanza hacia el arrecife donde fantaseó que la espera un espíritu de coral.

El tango en su mente… ¡jamás dejó de cantar!

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