ANÓNIMOS
A los desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
ANÓNIMOS
Los anónimos se persignan cuando el autobús, soltando monóxido de carbono y traqueteando, pasa por los sucios callejones donde cada día una madre deja caer una flor.
Gentes pobres son las que viajan en ese autobús. Son anónimos que, con rápido y silencioso gesto, encerrando al miedo entre los dientes, hacen la señal de la cruz ante los altares improvisados que se acumulan en las aceras. Mientras… recuerdan nombres propios de desaparecidos —los asesinos no retiran los retablos, creen que los «recordatorios» son útiles para sembrar el terror.
La lava incinera la tierra. Y Dios, allá arriba, sentado en las nubes, observando cómo la humanidad escoge, de entre todos los surcos que labró en el mundo, el camino que la arrastra a su destrucción.
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