Apuntes de un diario olvidado.

APUNTES DE UN DIARIO OLVIDADO

«El encanto es producto de lo inesperado».
José Martí

21 de junio de…

La vela se derrite, bañando la palmatoria. Desprende un suave olor a lavanda que me trae recuerdos de infancia. Fuera, las gallinas cloquean y rodean el tronco del viejo avellano. Los árboles desnudos han dejado una alfombra de hojas pardas sobre la tierra y el cartero ha traído una invitación que requiere contestación inmediata. Esta situación siempre me angustia: si no sé qué pasará esta noche, entonces… ¿cómo comprometer mi futuro? He conseguido algo de tiempo. Vendrán por la respuesta mañana.

22 de junio de…

¡Ay, Dios! No puedo. No puedo… ¿Y si ese día no tengo ánimos para escuchar y sonreír las nimiedades dichas? En un rato llega el cartero y…

(Agamenón entra en la habitación, trayendo el desayuno y la prensa del día. Echa leña a la estufa y sale sin hacer ruido. La señora lo ignora).

Ha llegado el momento. Me esperan. Ir o no ir, «that is the question». Si acepto, me deberé a la palabra dada. ¡Oh..!, pero si digo que no me convertiré en murmullo de cotilleos… Ay, Dios, desde que recibí la convocatoria no he podido evitar sentir cómo el presente naciendo… muere. Yo solamente deseo ser convocada para instantes no premeditados. Sólo quiero encuentros no intencionados, sólo…

(Tocan a la puerta de la habitación).

—Señora, preguntan por usted.

—¿Es el cartero? Dígale que…

—No, son dos desconocidos.

—¡La suerte ha llegado, Agamenón! Por favor, prepare un buen refrigerio, mire que la tarde se me presenta seductora.

—De acuerdo, señora. ¿Y qué le digo al mensajero cuando llegue?

—Que llevo días ansiando lo inesperado y que a mi casa han llegado los apoderados del azar. Y escribe en su diario: Hoy las golondrinas, alegorías de la buena fortuna, han volado mi cielo.

(Dejando la pluma en el tintero se acerca al espejo y comprueba que su rostro se ha avivado. Antes de salir, lanza los dados amarillos que reposan en el cubilete y observa el número que el destino le concede).