CLARISSA

«Hay que superar al tiempo sobreviviendo a él.»

Amores y decepciones, dudas y decisiones, hijos no deseados y luego amados, injusticias y rebeldías, sacrificios personales, idealismos y honor… Clarissa, la novela inacabada de Stefan Zweig, trata de la historia del hombre corriente y de la Historia que lo arroja, como barquito de papel, en aguas traicioneras.

¿Qué argumento más universal puede darnos una visión del sufrimiento humano que aquel que evidencia el debate entre la razón y la sinrazón?

Clarissa no es únicamente una novela de ficción condenada a existir sin el beneplácito de su creador, Clarissa es testimonio del carácter visionario y del sufrimiento que padeció el escritor austríaco que huyó del nacionalsocialismo para terminar quitándose la vida, junto a su esposa Lotte, en su casa alquilada de Petrópolis —«Europa se ha suicidado», decía Zweig a sus amigos de Brasil.

Inquietud, dolor, compasión, ausencias, compromisos, pasiones… Los personajes ficticios de Stefan Zweig son complejos, intensos, hondos. No hay ninguno que escape al psicoanálisis que les practica su autor, quien fue amigo de Sigmund Freud (1856-1939) y seguidor de sus investigaciones —los personajes de Zweig tienen, parafraseando al psiquiatra austríaco, «pensamiento pensante» y Clarissa, novela considerada su testamento literario, no podía ser diferente.

Pero si el humanista que fue Stefan Zweig cinceló en su prosa, nacida en tiempos difíciles, una abertura para que entrara el optimismo, no sucede lo mismo con Clarissa.

Las graves circunstancias sociales y políticas habían calado tanto en el ánimo del escritor que este, cegado por la tragedia, no pudo auxiliar a su protagonista. Esta vez el único apoyo de la heroína es ella misma —la soledad devora el texto—. La manera en la que el escritor teje la trama, la manera en la que hace coincidir ficción y realidad, es ejemplo de por qué encabeza la lista de los grandes autores de su siglo, aunque no hay que olvidarse que esta narración está inacabada.

Stefan Zweig y Lotte Altman, su esposa, fotografía realizada en Brasil en 1940.
(Se suicidaron en Petrópolis, en febrero de 1942. Dejó escrito en el papel de despedida: «Ojalá puedan ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy antes de aquí» —se refería al final del nacismo.)

En Clarissa, la Gran Guerra es presentada a través de una mujer discreta, responsable y metódica —«… pasa desapercibida, quizás ni siquiera se percibe a sí misma»—, una mujer que sufre cómo, al poco de iniciar su novela, su creador hace caer sobre ella el castillo de naipes en el que se creía segura.

La protagonista es una muchacha huérfana de madre, criada en un internado de señoritas, con un padre militar de alto rango y bastante intolerante. Es una joven que se enamora de un enemigo —un francés— al que le parirá un hijo sin que este lo sepa, pues el romance es interrumpido por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Clarissa tiene que enfrentarse no sólo a la situación trágica de su nación, sino también a las estrictas reglas sociales.

Clarissa trata el tema del aborto y el de la maternidad. Expone las consecuencias traumáticas que surgen de la intervención de un embarazo deseado, pero que es considerado un deshonor. Y trata sobre los matrimonios de conveniencia.

Pero…, ¿de qué más nos habla Stefan Zweig en Clarissa?

—Del sentido del deber.

—De la perseverancia.

—Del psicoanálisis —«… el sueño se parece a la muerte».

—De cómo la monotonía y la uniformidad castran al ser humano.

—De la incomunicación que surge entre personas que desean entenderse.

—De cómo los hábitos anulan el pensamiento —«… cuando uno abandona sus costumbres, se encuentra a sí mismo».

—Del dolor de la soledad acompañada.

—De cómo debilita el falso optimismo —«todo depende de cómo y desde dónde se contemple».

—Del papel fundamental que tiene la mujer en la sociedad, de la necesidad de su expansión profesional.

—De lo importante que es que nos impliquemos en lo que hacemos.

—Del derrumbe del Imperio austrohúngaro.

—De la Gran Guerra —«…los locos de ahora no son sólo unos cuantos, sino todos».

—De los nacionalismos y del concepto de patria —«El nacionalismo lo corrompe todo. Es el mal que coloca una única patria por encima de todos los demás».

Hay otros asuntos que descubrirás leyendo esta novela rica y compleja —compleja no por su estructura narrativa, ni por su estilo. El que ha leído a Zweig conoce la claridad, la elegancia y el dinamismo de su escritura; quien lo ha leído sabe cómo nos embauca con su prosa teatral y conmovedora. Zweig se declaró alérgico a los personajes forzados y a las tramas ampulosas.

Clarissa es compleja por su fondo, pues es un estudio de la psiquis humana en tiempos convulsos, un texto donde no sólo, como he dicho arriba, la trama la tejen los personajes de ficción. En la trama también enreda el Yo del autor.

Stefan Zweig afirma que si el hombre se volvió fiera de su propia especie fue porque así lo quiso, porque lo consintió. Afirma que es nuestro deber impedir que la sinrazón secuestre nuestras vidas. 

En Clarissa, Stefan Zweig nos dice por última vez que la historias individuales y corrientes son las que añaden episodios a la humanidad. Escribió en unos de los capítulos:

«Hay una cosa que nadie da, es lo esencial: su libertad. Porque no hay libertad humana sin responsabilidad.»

ENLACES RELACIONADOS

Mendel el de los libros (Stefan Zweig).

Una historia crepuscular (Stefan Zweig).

¿Por qué la guerra? (Albert Einstein y Sigmund Freud).

Hans Keilson. “Ahí está mi casa”.

Tardía fama (Arthur Schnitzler).

Max Jacob. Poemas.

Poemas (Hannah Arendt).

El triunfo de la belleza (Joseph Roth).

Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.

Berlín secreto (Franz Hessel).

La destrucción de Kreshev (Isaac Bashevis Singer).

Una ventana al mundo. Relatos inéditos (Isaac Bashevis Singer).


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