EL CUENTO DE CATI CON BOTAS

«Érase una vez una joven gata negra…».

El manuscrito de El cuento de Cati con botas ha estado guardado en un cajón hasta ahora, que la editorial Penguin Random House lo rescata para celebrar el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de la autora.

Beatrix Potter (1866-1943) escribió el texto cuando los niños aún jugaban al aire libre. Era el final de un buen ciclo para la literatura infantil, que se vio profundamente dañada por la Primera Guerra Mundial. La gran oferta de postales y opúsculos coleccionables, de tebeos y mariquitas recortables, de juguetes y de libros desplegables mermó, considerablemente, durante el conflicto bélico —el papel y la tinta se destinaron a la prensa escrita.

El lector de la época en la que se publicó El cuento de Cati con Botas (1914) estaba impaciente por conocer las noticias que llegaban desde el frente; por eso, todo aquel mundo infantil de colores y formas de cartón, que aún encontramos en las casetas de las ferias del libro antiguo, desapareció.

El cuento de Cati con Botas no es un cuento almibarado, aunque no es tan cruel como las versiones originales de los clásicos infantiles  —recordemos a Peter Pan que asesinaba a los «niños perdidos» cuando crecían, o a la madrastra de Blancanieves obligada a bailar hasta su muerte, o a la Bella Durmiente que era violada mientras dormía, o a la Sirenita que atenta contra su vida, o…

¡Ah…!, pero El cuento de Cati con botas gira en torno a la caza, una actividad cruel. En el saco de Raposo, el lobo que pone trampas en el bosque, hallaremos media cola de un gato, pieles de diferentes animales, conejos medio engullidos…

Cati es una gata fina que tiene hogar y cariño. Pero Cati es desobediente y le gusta engañar a su ama. Si por el día se comporta como una minina juiciosa, por las noches, en complicidad con otros gatos de dudosa reputación, se escapa en busca de aventuras y…

El cuento de Cati con botas tiene doble moraleja. Una: si eres desobediente, tendrás problemas. Dos: para dedicarte a lo que te gusta debes aprender, porque todo acto tiene consecuencias y si no sabes lo que tienes entre manos el resultado no será el esperado.

Estamos frente a una historia de gatos y, por tanto, la aventura está garantizada. Además, los niños disfrutan las anécdotas un poquito descarnadas. Hay muchos personajes deambulando por el cuento, y todos llevan en sus nombres una alusión a su oficio, o a su especie, o a su constitución. Están, por ejemplo,  Severo Trapero, Tomi Tejón, Juan Hurón, Flaco Paco y Oronda.

Quentin Blake, el dibujante inglés que ha dado imagen a tantos personajes infantiles, es el encargado de ilustrar el cuento inédito de Beatrix Potter. Lápiz para conseguir trazos rápidos, tinta para definir y acuarela para dar color son los materiales que utiliza para crear los dibujos-garabatos, desenfadados y humorísticos, de El cuento de Cati con botas.

Quentin Blake, creador de los personajes de Roald Dalh —¡quién no recuerda a Matilda!—, ha recibido, entre otras muchas condecoraciones, el Premio The Children’s Laureate (El Laureado de los Niños) de 1990 y el Premio Hans Christian Andersen de ilustración en el año 2002.

El cuento de Cati con botas está editado bajo el sello de Beascoa, tiene las tapas duras, un excelente papel y muy buena letra. Es un álbum para niños a partir de cinco años.

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