EL ARTE EN REVOLUCIÓN

«Pintar lo que ves, no lo que sabes…»
Lariónov

A CLAUDIA, MI HERMANA


El paseo (detalle), Chagall, óleo sobre lienzo, 1917.

I

BREVE INTRODUCCIÓN

Pintar lo que ves es pintar lo que sientes, es pintar la realidad procesada por la mente. Las vanguardias rusas nacidas alrededor del dragón de fuego, la Revolución de Octubre, fueron retadoras y convulsas como su época y dieron a su país un puesto preferente en la historia del arte del siglo XX.

Los artistas rusos se centraron, según palabras del poeta Mayakovsky, en «hacer de las calles sus pinceles y de las plazas sus paletas». Se involucraron, desde el principio, en el proyecto cultural del nuevo sistema político, pues creyeron que la revolución arrasaría con todo aquello que ellos detestaban: el arte previsible y aburrido y una forma de gobierno atrasada y cruel.

Iglesia, Aristarj Lentúlov, óleo sobre lienzo, 1916.

Los escritores, poetas, artistas plásticos, dramaturgos…, que vieron en el nuevo estado la posibilidad de poder experimentar a sus anchas y de acabar con las fórmulas encorsetadas del clasicismo, se esforzaron en conseguir buenos resultados —el sentimiento que pusieron en su trabajo se refleja en sus obras—. Pero las buenas intenciones no sirvieron de nada y el matrimonio, celebrado entre el poder y ellos, para los años 30 había fracasado.

Cabeza de campesino, Kazimir Malévich, óleo sobre lienzo, h.1930.

¿Por qué? Porque los vanguardistas rusos, grandes defensores de la libertad personal y fuertes competidores, no se doblegaron ante un gobierno que les exigía sumisión y disciplina. La característica fundamental que los unió, y que también los diferenció del resto de los artistas occidentales, fue su temperamento individualista.

En el individualismo está el origen del amplio abanico de estilos de la pintura rusa de ese período. Mientras en Occidente las corrientes estéticas gozaban de cierta unidad entre sus miembros, en Rusia cada uno iba a su aire; tanto, que entre ellos, dicen, se llevaban a matarse —una anécdota: en Petrogrado, en la inauguración de la muestra 0.10. La última exposición futurista, Vladímir Tatlin y Kazimir Malévich se enredaron a golpes por diferencias estéticas.

Pescadero, Vladímir Tatlin, pintura a la cola sobre papel, 1911.

El nuevo gobierno exigía un lenguaje accesible al pueblo, útil a los intereses propagandísticos; de modo que el Abstraccionismo, que iba abriéndose camino hacia Oriente como un tren a toda máquina, no resultaba rentable al Estado —el Abstraccionismo minimiza el relato, da el protagonismo a la forma y al color y diluye el cuerpo humano en geometrías y líneas. Es decir, desintegra la figura que es fácilmente reconocible por las masas incultas.

La exigencia de dar masticada al pueblo la nueva ideología se daba de bruces con las corrientes estéticas que nacían de la experimentación de los creadores rusos, que no sólo no ocultaron su actitud impetuosa, provocadora, violenta, incluso anárquica, sino que hacían ostentación de ella.

La línea (nº.128). De la serie Lineísmo, Alexandr Ródchenko, óleo sobre lienzo, 1920.

No obstante, en un principio, como he dicho, la rueca tejió un manto colorido con luz propia. Y la experimentación dio apetitosos frutos, como fueron el Suprematismo y el Constructivismo. Además, los creadores plásticos ocuparon cargos importantes. Por ejemplo, Chagall fue director de la Escuela Vitebsk de Arte —por cierto, hubo un fuerte enfrentamiento entre el pintor puro y el pintor poeta. En un viaje que Chagall hizo a Moscú, Malévich intentó quedarse con su puesto.

Autorretrato delante de la casa, Chagall, óleo sobre cartón, 1914.

El final de los artistas de las vanguardias rusas es por todos conocido. Sabemos que unos lograron marchar al exilio, que otros se plegaron a los dictados estalinistas y que otros, con menos suerte, terminaron congelados en Siberia.

Los afortunados que viajaron a Occidente, como Kandinsky y El Lissitzky, introdujeron en la Bauhaus —escuela pionera de diseño, arquitectura y artesanía fundada en Alemania en 1919— los principios del Constructivismo.

Contrarrelieve, Vladímir Baránov-Rossiné, óleo y gouache sobre madera, 1916-1917.

En un país como Rusia, que hasta la llegada de Pedro el Grande —siglo XVIII— nada sabía de «pintura sobre lienzo, ni retratos, ni paisajes» (Eugenia Petrova), nació, entre los años anteriores e inmediatamente posteriores a la Revolución de Octubre, una nueva idea del arte que trajo consigo el Neoprimitivismo a la rusa, el Rayonismo, el Cubofuturismo, el Suprematismo y el Constructivismo, por citar los principales movimientos surgidos en esa tierra de imaginación fértil.

II

LÍNEA, FORMA, COLOR Y COMPOSICIÓN

Construcción dinámico-espacial, Liubov Popova, óleo y serrín sobre contrachapado, 1921.

Para entender las vanguardias rusas hay que posar la vista en lo que se hacía en Occidente. Hay que posar la mirada en el Cubismo (París, 1907), en el Expresionismo (Alemania, h. 1912) y en el Futurismo (Milán, 1917), pues son los movimientos estéticos que influyeron en el arte ruso del primer tercio del siglo XX. Bueno, estos y el Simultaneísmo (París, 1910), que menciono aparte porque lleva el sello de Sonia Delaunay, rusa —sus tapices y diseños textiles muestran el cromatismo del arte popular de su tierra.

En manos rusas, el Cubismo, el Expresionismo y Futurismo desembocaron en el Suprematismo (Petrogrado, 1915) y el Constructivismo (Moscú, 1917).

Desnudo con mandolina, Vladímir Burliuk, óleo sobre lienzo, 1913.

Para los creadores rusos la composición fue el Santo Grial a buscar. Centraron sus experimentos en ella, dejando a un lado la narración gráfica, y buscaron formas nuevas de expresión visual para una única protagonista: la pintura.

Escribieron con forma, color y luz un monólogo para que la pintura brillara como Sirio, la estrella que más resplandece en la noche, más, incluso, que el sol matutino de agosto.

Iglesia en Solntsedar, Aristarj Lentúlov, óleo sobre lienzo, 1913.

Y para ello fueron dando pasos, y pasaron del cubismo figurativo a «la supremacía del sentimiento puro en el arte creativo» (Suprematismo), o, lo que es lo mismo, al sintetismo, a la fusión extrema de la representación de una idea.


Construcción, Liubov Popova, óleo sobre lienzo, 1918-1919.

En este proyecto los colores de los iconos jugaron un rol fundamental.

Los rojos, verdes, naranjas y amarillos, de las imágenes religiosas, se abalanzaron sobre la geometría cubista Occidental que, hasta ese momento, vestía con blancos, grises y verdes mortecinos.

Sulky, Gueorgei Yakúlov, óleo sobre madera, 1919.
(La ficha de la exposición explica que el artista se propuso dar un enfoque nuevo al Futurismo al pintar una imagen dinámica, pero figurativa. Yakúlov, dice el texto, «nunca dejó de buscar un arte donde se unieran una cierta visión oriental del mundo con los avances técnicos de Occidente». En esta obra se puede apreciar la influencia del paisajismo chino).

¡Hay tanto que decir sobre el mundo que estos rusos crearon! ¡Tanto!, que no sé si podré hilar todo lo que deseo expresar en esta entrada. Pero aquí estoy, intentándolo.

Sin título, Pável Filónov, óleo sobre lienzo, 1923.

Creo que es menester citar, al menos, los principales hechos históricos y políticos relacionados con el período del que hablamos, porque condicionaron la vida de estos hombres y de estas mujeres. Creo que hay que citar, además de la Revolución de 1917, la guerra ruso-japonesa de principios de siglo, la Primera Guerra Mundial y, por supuesto, por ser de vital importancia, el terrorismo anarquista que asoló Rusia y que permaneció durante mucho tiempo en esa tierra. ¿Se imaginan lo que tiene que haber sido vivir todo eso? ¡Y sin embargo el arte se arropa con color y ritmo!

Para los años 30 del siglo pasado, Stalin ya había dejado clara su política totalitaria. La dictadura estalinista no sólo dispersó a los artistas experimentales, sino que boicoteó la obra que ellos habían realizado hasta entonces.

Linograbados y collage para «Voina» («Guerra»), Alexéi Kruchónij, 1916.

Hasta 1950 permanecieron ocultos los trabajos que los artistas exiliados habían hecho en su tierra. Las obras comenzaron a conocerse a raíz de los estudios que sobre la literatura eslava empezaban a publicarse en Occidente —en Occidente se conocía la labor realizada en el destierro, pero no la producida dentro de Rusia, la de sus comienzos, la que habían tenido que abandonar los emigrados.

(Curiosidad: La investigación sobre las letras se extendió a las artes plásticas debido a que en Rusia siempre hubo un fuerte vínculo entre estas dos manifestaciones creativas.)

Composición, Alexandr Ródchenko, óleo sobre lienzo, 1918.

No es de extrañar que Stalin demonizara a sus creadores plásticos. En el Manifiesto del Rayonismo (1913) se lee esta máxima: «Aquí comienza la verdadera liberación del arte: una vida que sólo procede de acuerdo con las leyes de la pintura como una entidad independiente» (el subrayado es mío).

«Me gustaría saber si alguien ha visto alguna vez una obra de arte natural», se preguntó, con ironía, Picasso. En esa frase se muestra el ideal de todas las vanguardias: acabar con el academicismo, con la imitación, con el concepto del «arte bello», como diría Tolstoi.

Composición con círculos y cabra (Teatro Judío), Chagall, óleo sobre cartón adherido a aglomerado de madera, 1920.
(Y Chagall…, pirueteando entre el Surrealismo y la geometría fragmentada del Cubismo.)


Suprematismo, Kazimir Malévich, óleo sobre lienzo, 1915-1916.
(
Y Malévich, introducido de lleno en la abstracción geométrica y ansioso por «liberar al arte del mundo de la representación», de ofrecer el sentimiento en formas exprimidas hasta la última gota, formas apoyadas en fondos planos, blancos o negros —el Suprematismo tuvo una existencia corta, intensa y con secuelas. Malévich regresó a la pintura figurativa sincrética en los años veinte.)

Murnau, jardín II, Vasili Kandinski, óleo sobre cartón, 1910.
(Y Kandinsky, saltándose a la torera el Cubismo y aterrizando en el Abstraccionismo con su vehemencia cromática y sus planos imprecisos. Como un atleta con pértiga, el pintor saltó sobre triángulos, cuadrados y círculos. Kandinksy hizo de su paleta fuente de la que manan emociones. ¡Mira su jardín y dime si no transmite optimismo!)

El baño de los caballos, Natalia Goncharova, óleo sobre lienzo, 1911.
(¡Y Goncharova! ¡Cómo fue entrelazando Goncharova el arte rural ruso —temas incluidos— con el Cubismo y el Futurismo!)

Retrato de Ígor Stravinski, Mijaíl Lariónov, óleo sobre lienzo, 1916.
(Y Lariónov, poniendo su mirada en los rótulos comerciales y en la vida urbana, con su pincelada gruesa y ágil. ¡Con su paleta viva!)

¡Son tantos y tantos los nombres que dieron gloria a las vanguardias rusas! Tantos los que, pese a entender el arte como principio y fin de sí mismo, compartieron la idea de renovar y de dar a la pintura un espacio sólo destinado a ella.

Sin título, Liubov Popova, técnica mixta sobre papel coloreado, 1915.

Pero, ¿en qué coincidieron estos espíritus individualistas? Aquí señalo algunos de los puntos que compartieron:

* El rechazo a la pintura academicista.
* La primacía de la composición plástica sobre la imagen narrada.
* La experimentación como vía para encontrar un lenguaje centrado en la pintura en sí misma.
* El entusiasmo por el Cubismo, el Futurismo, el Simultaneísmo y Orfismo.
*La plasmación de emociones subjetivas, quitando protagonismo a las narraciones gráficas.
*El rechazo a la imitación.
* El rescate del arte tradicional ruso —marca una importante diferencia entre las vanguardias rusas y las occidentales, pues en Occidente las fuentes folclóricas se buscaron en África, Egipto, China y Japón.
* La aportación de nuevas teorías para dar respuesta a la pregunta: ¿Qué es el arte y cuál es su finalidad?
* La colaboración con otras manifestaciones artísticas, como son el teatro, el ballet (escenografía, vestuario) y las artes gráficas (el libro artesanal como motivo de experimentación).
* La formación académica antes de la Revolución de 1917.
* La aportación de nuevas formas estéticas a la historia del arte del siglo XX.
* El gusto por los manifiestos teóricos.

Ritmo, Vladímir Baránov-Rossiné, zinc, óleo y gouache sobre madera, 1913.

III

MOVIMIENTOS MÁS SIGNIFICATIVOS DE LA PLÁSTICA EN RUSIA

La segadora, Kazimir Malévich, óleo sobre lienzo, 1912.

Antes de pasar a este punto, recordemos:

Fauvismo = Paleta viva y contrastada —el color como vehículo para plasmar emociones.
Cubismo = Representación pura.
Simultaneísmo y Orfismo = Color y movimiento vinculado a la música.
Futurismo = Dinamismo, metalización del color, descomposición de la luz. Búsqueda de fórmulas que  incorporaran a la pintura el movimiento de los cuerpos en el espacio.
Lubok
= arte popular ruso —utiliza grafismos y narrativas de los cuentos populares, literarios y religiosos de esa tierra.


Niña con delantal gris, Alexéi Jawlensky, óleo sobre cartón, h. 1909.

NEOPRIMITIVISMO

«Tanto las mujeres de piedra escitas, como las muñecas rusas de madera pintada que se venden en los mercados están hechas a la manera del cubismo.»
Natalia Goncharova

Cubismo figurativo + composición amateur + color fauve+ lubok = Neoprimitivismo. 

(Centrado en recuperar las tradiciones del arte popular ruso: artesanía, tallas, circo, teatro callejero… La incorporación del rojo y los lacados de cajas, bandejitas, juguetes y matrioshkas hechas en madera y barro. También se inspiró en los letreros comerciales, no profesionales, y en la forma primitiva de los objetos manuales.)

CUBOFUTURISMO

El ciclista, Natalia Goncharova, óleo sobre lienzo, 1913.

«Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad (…) Un automóvil rugiente, que parece correr sobre una estela de metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia.»
Vladimir Mayakovsky

Cubismo + Futurismo + arte naif + lubok = Cubofuturismo.

(Versión rusa del Futurismo italiano. En el Futurismo ruso la máquina no es sólo signo de modernidad, como lo fue para los italianos. El Cubofuturismo exalta la máquina porque es herramienta de trabajo que facilita la productividad. Esta corriente estética jugó un papel importante en el diseño gráfico al desvincular la ilustración del texto, haciendo que adquiera dimensión propia. Sus carteles ofrecieron un buen servicio a la revolución —prometo una entrada dedicada a las artes gráficas de este período.)

RAYONISMO

Composición rayonista, Alexandr Shevchenko, 1914.

«Aquí comienza la verdadera liberación del arte: una vida que sólo procede de acuerdo con las leyes de la pintura como una entidad independiente.»
Manifiesto del Rayonismo, 1913.

Cubismo + Futurismo + Orfismo + iconos + arte popular ruso = Rayonismo.

(Colores vivos y saturados, factura rápida, líneas oblicuas de diferentes tonos que descomponen el tema para evitar referencias figurativas. El Rayonismo fue creación de la pareja formada por Goncharova y Lariónov.)

SUPREMATISMO

Círculos dentro de una cruz suprematista, Iliá Cháshnik, tinta china y lápiz sobre papel, 1926.

«Las formas del Suprematismo, el nuevo realismo pictórico, ya son prueba de la construcción de formas sacadas de la nada y descubiertas por la Razón Intuitiva.»
Kazimir Malévich

Abstraccionismo radical + ausencia de perspectiva + paleta reducida = Suprematismo.

(Las formas se reducen a cuadrados, cruces, círculos y triángulos. Los fondos son neutros y la factura sencilla. No hay mezclas pictóricas, los colores contrastan fuertemente y la gama es reducida: rojo, negro, blanco, azul y verde. La composición provoca sensación de movimiento rápido.)

CONSTRUCTIVISMO

Gota, Kazimir Malévich, yeso, copia de 1989.

«El arte en la vida constructiva.»
Vladimir Tatlin

Cubismo + futurismo + Suprematismo + formas geométricas pesadas  = Constructivismo.

(Enfocado hacia el diseño industrial y las artes aplicadas con fines utilitarios: carteles, fotografías, propaganda, edificios, muebles, vestuario… Centrado en la producción en masa. Fue más una filosofía que un estilo artístico. Tuvo muy buena acogida en la Bauhaus.)

IV

ICONO Y FIN

 La Trinidad, Andréi Rublev, tempera sobre tabla, 1422-1428.
(Curiosidad: Fue en 1912, con la restauración de esta bella tabla que Andréi Rublev pintó para la Catedral de La Trinidad, que el icono deja de ser una imagen religiosa en exclusiva y pasa a formar parte del arte mundano. El monje simplificó la historia y creó una composición colorida, luminosa y con líneas sinuosas y rítmicas. Fue Serguéi Diáguilev, coleccionista de iconos y director de los ballets rusos más famosos de su época, quien introdujo en Occidente este tipo de imagen religiosa).

He dejado para el final una figura que compartieron los artistas vanguardistas rusos y que es primordial para entender sus obras. Se trata de una imagen de culto: el icono.

Del icono recuperaron el cromatismo, la distribución espacial y la aparente sencillez de la composición —el significado que encierra es muy complejo.

El cuadrado, el círculo y el triángulo de Malévich son representaciones iconográficas que encierran una simbología litúrgica que se encuentra relacionada con la imagen religiosa popular.

Izquierda: Círculo negro, Malévich, óleo sobre lienzo, 1923. Derecha: Cruz negra, Malévich, óleo sobre lienzo, 1923.

Fotografía de la muestra 0.10. La última exposición futurista, 1915.
(El óleo que he señalado en rojo es «Cuadrado Negro». Curiosidad: El cuadro fue colgado en una esquina, casi pegado al techo, copiando el lugar destinado en las isbas a los iconos sagrados.)

Hace años leí un ensayo de la historiadora de arte Eugenia Petrova titulado Las raíces populares de las vanguardias rusas. En el texto, la especialista explica el sentido del Cuadrado Negro que Malévich presentó en la muestra 0.10. La última exposición futurista.

Dice Eugenia Petrova: «Al poner un cuadrado, un círculo o una cruz sobre un fondo blanco o grisáceo, Malévich regresaba a los cánones del arte ruso antiguo interpretándolos de una manera muy peculiar. En los iconos el fondo claro representaba la pureza, la santidad, la eternidad; el color negro representaba el abismo, el infierno, la oscuridad, los tormentos.
»A diferencia de los maestros pintores de iconos, cuando Malévich utiliza textos de las Sagradas Escrituras, elimina la narración. Minimaliza las representaciones y las reduce a formas puras. Crea composiciones para el siglo XX, abstractas, innovadoras, pero profundamente vinculadas a la semántica rusa antigua.
Malévich monumentaliza el cuadrado, el círculo y la cruz, que los antiguos maestros rusos habían utilizado para decorar las vestimentas de los santos, y hace de ellos símbolos independientes y multivalentes, con lo que da a entender que el arte que le es contemporáneo va más allá de los límites del cero o de la figuración temática habitual. El icono, la pintura tradicional rusa del culto popular, vuelve a través de Malévich de una forma distinta, contemporánea».

El circo, Alexandr Shevchenko, óleo, témpera y carboncillo sobre lienzo, 1913.

Autorretrato, Valdímir Baránov-Rossiné, óleo sobre lienzo, 1912.

Hay muchas más cosas que decir, muchas que se quedan esperando en mi tintero digital. Pero debo poner un punto y final, a fin de cuentas este texto no es más que una forma de agradecer a la Fundación Mapfre la exposición que ha titulado De Chagall a Malévich. El arte en revolución.

Prometí a mi hermana Claudia que haría un artículo sobre la muestra si me gustaba, y que lo haría tocando aquellos puntos que me parecieran más relevantes de la misma. Cumplo mi promesa y espero que los que puedan acercarse a Mapfre lo hagan, y que los que no puedan ir consigan hacerse una idea de la muestra a través de esta entrada.

Luz roja. Construcción esférica, Iván Kliun, óleo sobre lienzo, 1923.

Una composición enérgica, centrada en la autonomía de la pintura, y una confraternización entre todas las corrientes estéticas —muy variadas debido a que cada autor creó su propio mundo pictórico, escultórico, gráfico…—, es lo que aprecio en el arte vanguardista ruso del primer tercio del siglo XX. Un arte expresivo, un tsunami que llegó a Occidente y dejó su huella en los nuevos movimientos estéticos que aquí tuvieron lugar.

*

EL LISSITZKY Y LA «VICTORIA SOBRE EL SOL».

Victoria sobre el sol es una ópera en dos actos con prólogo de Velimir Khlebnikov, libreto de Alexéi Kruchenykh, música de Mijail Matiushin y escenografía y vestuario de El Lissitzky. La ópera fue escrita en neolenguaje transracional (zaum) y se estrenó en 1913 con escenografía de Kazimir Malévich.

Diez años después, El Lissitzky creó una nueva versión con bailarines electromecánicos. En Victoria sobre el sol una serie de personajes luchan contra el astro, símbolo de las viejas tradiciones teatrales y políticas. El vencedor es El hombre nuevo. El hombre nuevo es el personaje que representa la nueva ideología y, también, la nueva forma de hacer teatro —observa la geometrización del cuerpo humano.

En el vídeo aparecen los Figurines (litografías en color sobre papel). La calidad de la grabación no es buena, pero es que los dibujos están protegidos por cristales brillantes que reflejan nuestras sombras y, además, la iluminación tampoco ayuda y no está permitido el flash. No obstante, aquí se los dejo; dice el refrán que más vale algo que nada. Estos son los nombres de los personajes por orden de aparición: 1. Animador / 2. Trotamundos / 3. Miedoso / 4. Centinela / 5. Deportistas / 6. Camorrista / 7. Anciano / 8. Enterrador / 9. Hombre nuevo (en otros sitios traducido como Recién llegado).

ENLACES RELACIONADOS

Had Gadya (El Lissitzky).

Una entrevista con Marc Chagall (James Johnson Sweeney). Y los poemas de Rimbaud y Apollinaire dedicados al pintor.

Cerámicas y esculturas de Marc Chagall acompañadas del poema “Como un bárbaro”.

Marc Chagall, el pintor bígamo, el de los dos amores: Vitebsk y París.

Mi nombre es Asher Lev (Chaim Potok).

La librería de los escritores (Mijaíl Osorguín).

Los millones (Mijaíl Artsybáshev).

Los huevos fatales (Mijaíl Bulgákov).

Marina Tsvietáieva. «Diario de la Revolución de 1917».

 


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