DELMIRA AGUSTINI. POEMAS

«—Ven! Mira en mis ojos!»

Retrato enmarcado por El Copo y la Rueca.

La poesía de Delmira Agustini (1886-1914) es envolvente y de verso elegante y vivo. Y es íntima, lo que la hace inquietante porque desnuda, porque se nutre de emociones profundas. Su obra airea temores, alegrías y fantasías. En su obra, Delmira es una antorcha, a veces prendida y otras extinguida.

En la poesía de Delmira, de olor a azahar y a lirios, sus versos, que inician su narrar con letras mayúsculas y que responden con fidelidad a la estética de la Generación del 900 (1895-1925), cuyo lenguaje hermana con el modernista, parecen gritar «¡Estoy viva! ¡Estoy viva!». Delmira convirtió en leyenda poética su pasión, centrando el tema de su obra en la seducción y el erotismo.

Acuarela de Delmira Agustini, sin fecha.

El deseo consumado y el deseo que espera conviven con cierta ingenuidad en su poesía de acento femenino y delicado. En sus invenciones poéticas coexisten, como en la vida real, la luz y la sombra, lo riente y lo triste. A veces, en su obra los enamorados «beben juntos en la copa egregia», pero otras veces el amor «marcha a la tumba silente de las horas» o no llega perdido en «la noche sollozante y oscura».

Pienso que su poesía es el resultado de una experiencia psicológica, que es catártica. El tema de la pasión erótica, que se ha vuelto característica fundamental de su obra, fue para ella, joven de temperamento ardiente y criada bajo la tutela de una madre castradora y en una sociedad patriarcal, fue, digo, un modo de liberación, una vía que le permitió experimentar la libertad del cuerpo y del alma.

Siento que su poesía posee la fuerza arrolladora que le falta a otros célebres modernistas, más centrados en el cuidado meticuloso de la forma y en la búsqueda del preciosismo, características que también se encuentran en la obra de Delmira, donde, igualmente, apreciamos la atracción por la naturaleza y una melancolía rimada y rítmica, donde, como en la imaginería de otros autores del movimiento estético que la incluye, se pasean cisnes espirituales, los abismos son azules como los cielos, los cirios encendidos son de hielo, el alabastro alardea de pureza y el mármol se presenta como custodio de la muerte; donde el búho ulula en almas en pena y una violeta no por modesta deja de ser perfumada y bella, donde una estrella es cosida a una nube negra.

Paisaje bordado bajo vidrio, Delmira Agustini, sin fecha.

Luego de pensar cómo vestir los poemas que aquí les dejo me he decidido por un pintor que tuvo su etapa modernista y que fue calificado de sorprendente e irreverente por sus figuras sensuales. Un pintor que hizo con hojas de oro lo que la poetisa uruguaya consiguió con las palabras. Dos grandes creadores que fueron víctimas de la intolerancia y de la violencia que ciega al hombre: Delmira Agustini fue asesinada por su ex marido en 1914, mientras que la obra de Gustav Klimt (1862-1918) fue catalogada por los nazis como «arte degenerado» (1937).

Amigos, doy paso al deseo cuando es suspiro y al deseo convertido en flor… ¡de fuego!

POEMAS

Las tres edades de la mujer, óleo sobre lienzo,1905.

DIARIO ESPIRITUAL

Es un lago mi alma;
Lago, vaso de cielo,
Nido de estrellas en la noche calma,
Copa del ave y de la flor, y suelo
de los cisnes y el alma.

*

Un lago fue mi alma…

Mi alma es una fuente
Donde canta un jardín; sonrosan rosas
Y vuelan alas en su melodía;
Engarza gemas armoniosamente
En el oro del día.

*

Mi alma fue una fuente…

Un arroyo es mi alma;
Larga caricia de cristal que rueda
Sobre carne de seda,
Camino de diamantes de la calma.

*

Fue un arroyo mi alma…

Mi alma es un torrente;
Como un manto de brillo y armonía,
Como un manto infinito desbordado
De una torre sombría,
¡Todo lo envuelve voluptuosamente!

*

—Mi alma fue un torrente…—

Mi alma es todo un mar,
No un vómito siniestro del abismo:
Un palacio de perlas, con sirenas,
Abierto a todas las riberas buenas,
Y en que el amor divaga sin cesar…
Donde ni un lirio puede naufragar.

*

Y mi alma fue mar…

Mi alma es un fangal;
Llanto puso el dolor y tierra puso el mal.
Hoy apenas recuerda que ha sido de cristal;
No sabe de sirenas, de rosas ni armonía;
Nunca engarza una gema en el oro del día…
Llanto y llanto el dolor, y tierra y tierra el mal!…

*

Mi alma es un fangal…—

¿Dónde encontrar el alma que en su entraña sombría
Prenda como una inmensa semilla de cristal?

De Otros poemas

*

Huerto con crucifijo, óleo sobre lienzo, 1911-1912.

LA DUDA

Vino: dos alas sombrías
Vibraron sobre mi frente,
Sentí una mano inclemente
Oprimir las sienes mías.

Sentí dos abejas frías
Clavarse en mi boca ardiente;
Sentí el mirar persistente
De dos órbitas vacías.

Llegó esa mirada ansiosa
A mi corazón deshecho,
Huyó de mí presurosa
Para no volver, la calma,
Y allá en el fondo del pecho
Sentí morirse mi alma!

De La Alborada (1902-1903).

*

Música, óleo sobre lienzo, 1895.

EL ARROYO

¿Te acuerdas?… El arroyo fue la serpiente buena…
Fluía triste y triste como un llanto de ciego,
Cuando en las piedras grises donde arraiga la pena,
como un inmenso lirio, se levantó tu ruego.

Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
Despertó en la caricia de la corriente, y luego
Sintió cómo la tarde, con manos de agarena,
Prendía sobre él una rosa de fuego.

Y mientras la serpiente del arroyo blandía
El veneno divino de la melancolía,
Tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza.

La coroné de un beso fatal; en la corriente
Vi pasar un cadáver de fuego… Y locamente
Me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza.

De Otros poemas.

*

Himno a la alegría (detalle del friso de Beethoven), 1902.

AMOR

Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
Hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
Era un mar desbordado de locura y fuego,
Rodando por la vida como un eterno riego.

Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
Que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
Después rio, y en su boca tan tierna como un ruego,
Sonaba sus cristales el alma de la fuente.

Y hoy sueño que es vibrante, y suave, y riente, y triste,
Que todas las tinieblas y todo el iris viste;
Que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,
Sobre la vida toda su majestad levanta:
Y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
En una flor de fuego deshojada por dos…

De El libro blanco, 1907.

*

La joven, óleo sobre lienzo, 1913.

OTRA ESTIRPE

Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego…
Pido a tus manos todopoderosas,
Su cuerpo excelso derramado en fuego
Sobre mi cuerpo desmayado en rosas!

La eléctrica corola que hoy despliego
Brinda el nectario de un jardín de Esposas;
Para sus buitres en mi carne entrego
Todo un enjambre de palomas rosas!

Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles,
Mi gran tallo febril… Absintio, mieles,
Viérteme de sus venas, de su boca…
¡Así tendida soy un surco ardiente,
Donde puede nutrirse la simiente,
De otra Estirpe sublimemente loca!

De Los cálices vacíos, 1913.

*

Expectación, acuarela sobre papel, h. 1905-1909.

DESDE LEJOS

En el silencio siento pasar hora tras hora,
Como un cortejo lento, acompasado y frío…
Ah! Cuando tú estás lejos mi vida toda llora
Y al rumor de tus pasos hasta en sueños sonrío.

Yo sé que volverás, que brillará otra aurora
En mi horizonte grave como un ceño sombrío;
Revivirá en mis bosques tu gran sonrisa sonora
Que los cruzaba alegre como el cristal de un río.

Un día, al encontrarnos tristes en el camino
Yo puse entre tus manos pálidas mi destino!
¡Y nada de más grande jamás han de ofrecerte!

Mi alma es frente a tu alma como el mar frente al cielo:
Pasarán entre ellas tal la sombra de un vuelo,
La Tormenta y el Tiempo y la Vida y la Muerte!

De El libro blanco, 1907.

*

El anhelo de felicidad  (detalle del friso de Beethoven), 1902.

LA NOCHE ENTRÓ EN LA SALA ADORMECIDA…

La noche entró en la sala adormecida
Arrastrando el silencio a pasos lentos…
Los sueños son tan quedos que una herida
Sangrar se oiría. Rueda en los momentos

Una palabra insólita, caída
Como una hoja de Otoño… Pensamientos
Suaves tocan mi frente dolorida,
Tal manos frescas, ah… ¿por qué tormentos

Misteriosos los rostros palidecen
Dulcemente?… Tus ojos me parecen
Dos semillas de luz entre la sombra,

Y hay en mi alma un gran florecimiento
Si en mí los fijas; si los bajas, siento
Como si fuera a florecer la alfombra!

De Cantos de la mañana, 1910.

*

Enero, tinta y lápiz sobre papel, 1901.

LAS ALAS

Yo tenía…
                                   dos alas!…

Dos alas,
Que del Azur vivían como dos siderales
Raíces!…
Dos alas,
Con todos los milagros de la vida, la Muerte
y la ilusión. Dos alas,
Fulmíneas
como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas,
Como dos firmamentos
Con tormentas, con calmas y con astros…

¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?…
El áureo campaneo
Del ritmo; el inefable
Matiz atesorando
El Iris todo, más un Iris nuevo
Ofuscante y divino,
Que adorarán las plenas pupilas del Futuro
(Las pupilas maduras a toda luz!)… el vuelo…

El vuelo ardiente, devorante y único,
Que largo tiempo atormentó los cielos,
Despertó soles, bólidos, tormentas,
Abrillantó los rayos y los astros;
Y la amplitud: tenían
Calor y sombra para todo el Mundo,
Y hasta encubar un más allá pudieron.

Un día, raramente
Desmayada a la tierra,
Yo me adormí en las felpas profundas de este bosque…
Soñé divinas cosas!…
Una sonrisa tuya me despertó, paréceme…
Y no siento mis alas!…
¿Mis alas?…

-Yo las vi deshacerse entre mis brazos…
¡Era como un deshielo!

De Cantos de la mañana, 1910.

*

El beso, óleo sobre lienzo, 1907-1908.

NOCTURNO

Fuera, la noche en veste de tragedia solloza
Como una enorme viuda pegada a mis cristales.

Mi cuarto:…
Por un bello milagro de la luz y del fuego
Mi cuarto es una gruta de oro y gemas raras:
Tiene un musgo tan suave, tan hondo de tapices,
Y es tan vívido y cálido, tan dulce que me creo
Dentro de un corazón…

Mi lecho que está en blanco es blanco y vaporoso
Como flor de inocencia,
Como espuma de vicio!
Esta noche hace insomnio;
Hay noches negras, negras, que llevan en la frente
Una rosa de sol…
En estas noches negras y claras no se duerme.

Y yo te amo, Invierno!
Yo te imagino viejo,
Yo te imagino sabio,
Con un divino cuerpo de mármol palpitante
Que arrastra como un manto regio el peso del Tiempo…
Invierno, yo te amo y soy la primavera…
Yo sonroso, tú nievas:
Tú porque todo sabes,
Yo porque todo sueño…

…Amémonos por eso!…
Sobre mi lecho en blanco,
Tan blanco y vaporoso como flor de inocencia,
Como espuma de vicio,
Invierno, Invierno, Invierno,
Caigamos en un ramo de rosas y de lirios!

De Los cálices vacíos, 1913.

ENLACES RELACIONADOS

Poetisas modernistas hispanoamericanas.

La polémica del modernismo (Manuel Díaz Martínez).

Rubén Darío. Poemas para jóvenes lectores.

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Gabriela Mistral. Poemas.

Juana Borrero. Poemas y litografías.

Dulce María Borrero. «Horas de mi vida».

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Cenicienta (Gabriela Mistral). Poema íntegro.

Mariano Brull. Poemas.

«Versos sencillos» y «De versos sencillos» (José Martí).

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