EL DESEO DE SARAH PARA EL DÍA DE REYES
«Somos zapatos de nietos y abuelos, de Praga, de París y de Ámsterdam, y como somos de tela y de cuero —y no de carne y de hueso—, nos hemos salvado de arder en el infierno».
Moshe Schulstein
Fragmento de una taza infantil de porcelana, Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau.
EL DESEO DE SARAH PARA EL DÍA DE REYES
Las palmas de las manos apoyadas en el cristal del escaparate, unos rizos negros huidos de la gorra de lana y una naricilla de frailecillo atlántico, era la imagen que cada tarde de aquel invierno, como si de un ritual se tratara, Sarah ofrecía a la muñeca de piel de porcelana que se mostraba como el juguete más deseado esa temporada. Sarah la miraba y, fijando sus pupilas deseosas en los ojos redondos y fijos, sombreados por las pestañas, suplicaba: «Madre, que yo la quiero…». Y la madre: «Anda, amor, date prisa o llegaremos tarde».
La muñeca nunca olvidó a Sarah, su cara iluminada por el deseo de abrazarla la siguió allí donde otros la alojaban. Fue motivo de regocijo de chicas adineradas que la quisieron mientras fue una novedad: pronto surgiría otra cosa que la desplazaría a la estantería destartalada de una buhardilla.
«¿Dónde estará esa niña que me acunaba con la mirada?», suspira la muñeca de trenza dorada, que no sabe que de Sarah sólo queda un triste zapato de cuero rojo, ajado, acompañado de un calcetín sucio, muy sucio. Ambos, zapato y calcetín, forman parte de los fondos de un museo dedicado a la Shoah.
En una exposición dedicada al Holocausto, que tuvo lugar en Madrid, los objetos de Sarah compartían espacio con un ingenioso y divertido juego de mesa llamado Judíos fuera. Un entretenimiento que consistía en arrojar sobre figuras semitas las piezas que representaban a policías alemanes.
Juden Raus, un juego con dos recomendaciones a los pies del tablero amarillo: «¡Tira bien los dados, cuantos más judíos apreses, mejor!» y «¡Si consigues expulsarlos, serás el vencedor!»
La preciosa muñeca, de vestido de tafetán rosa y boquita abierta con doble fila de dientes color de armiño, que todavía sueña con ser abrazada por Sarah, desconoce que el fabricante de aquella distracción segregacionista fue el mismo que la creó a ella. Desconoce que fue un empresario orgulloso del éxito de su catálogo de juguetes para niños arios.
Un zapato y una media guardan como un tesoro el último suspiro de Sarah, la niña que soñaba con una pálida y rubia muñeca de porcelana que aún sigue tirada en la estantería de una polvorienta buhardilla alemana.
ENLACES RELACIONADOS
Cuento de Navidad (María Gabriela Díaz Gronlier).
La noche de Nochebuena (María Gabriela Díaz Gronlier).
La mesa de Navidad (María Gabriela Díaz Gronlier).
Un retazo de alegría (María Gabriela Díaz Gronlier).
La Navidad de la gallinita Remedios.
A Petr Ginz, asesinado en Auschwitz.
El cuaderno de los bocetos de Auschwitz.
Dedicado a Bedrich Fritta. “Hombre doliente”.
El reloj de Elwinga (Sandra Franco Álvarez-Juan José Monzón-Elena Ferrándiz).
Rosa blanca (Christophe Gallaz-Roberto Innocenti).
Los pájaros de Auschwitz (Arno Surminski).
Hans Keilson. “Ahí está mi casa”.
Sobre «El Diario de Ana Frank». Incluye la película.
Medallones ( Zofia Nalkowska).
Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.
Nochebuena y Reyes. Cuentos (Emilia Pardo Bazán).
Crónica de Pascuas. La Navidad (José Martí).
San Gabriel. Poema (Federico García Lorca).
Villancicos, pintura y Navidad.
San Juan de la Cruz para Navidad.
Villancicos de Santa Teresa de Jesús.
Nochebuena y Reyes. Cuentos (Emilia Pardo Bazán).
De Nochebuena a Reyes (Matilde, Perico y Periquín).
Los poetas cantan a la Navidad. A los niños.
Sobre las Pascuas en Cuba (Buenaventura Pascual).
Crónica de Pascuas. La Navidad (José Martí).
La historia del niño (Dickens). Cuento de Navidad.
El republicano y los Reyes Magos (J.M. Pemán).
Los Reyes Magos en «Platero y yo».
Conservar el espíritu de la Navidad (Chesterton).
Navidad. Cuentos (Chesterton y Alas Clarín).
San Juan de la Cruz para Navidad.
Navidad. Tres poemas de José de Valdivieso.
Los reyes magos. Poema (G.K. Chesterton).
«Nochebuena» y «La adoración de los Reyes» (Valle-Inclán).