EL ESPÍRITU DE LA ILUSTRACIÓN

«Toda conquista tiene su precio.»
Todorov

¿A dónde nos ha conducido el pensamiento ilustrado? ¿Por qué es trascendental, para el hombre de hoy, conocer los postulados de la Ilustración? ¿Nuestras generaciones pueden definirse como humanistas, a pesar de los totalitarismos, las dos guerras mundiales y los éxodos masivos por persecuciones y hambre?

¿La proclamación de la razón, como única vía para alcanzar el progreso, ha conseguido las tres aspiraciones fundamentales de los ilustrados: autonomía del hombre, universalidad y antropocentrismo? 

Tzvetan Todorov (1939-2017) en El espíritu de la Ilustración da respuestas a estas interrogantes y a otras más. Todorov, enlazando pasado y presente, desmenuza el proyecto humanista y nos ofrece una visión crítica y renovada del mismo.

El filósofo francés, de origen búlgaro, afirma que nuestra sociedad es el resultado de la interpretación que hemos hecho de los postulados dieciochescos, propuestas que promueven la destrucción de todo paternalismo político y religioso —para la Ilustración, el hombre es responsable de su destino y, por tanto, tiene la obligación de estudiar para poder regir con acierto su vida —«La máxima de pensar por uno mismo es la Ilustración», escribió Kant.

Retrato de David Hume, Allan Ramsay, óleo sobre lienzo, 1754.
(En 1756, escribe Hume a Voltaire: «Me indigna, como a usted, que la fe de cada uno no goce de total libertad, y que el hombre se atreva a controlar las conciencias internas que no sería capaz de entender».)

Retrato de Immanuel Kant, Johann Gottlieb Becker, óleo sobre lienzo, 1768.
(«Nada hay más natural que pensar poniéndose en el lugar de todos los demás seres humanos.»)

Ahora bien, si el hombre es responsable de su felicidad también lo es de los problemas que surjan de sus actuaciones. La Ilustración propone un mundo únicamente humano y esto significa que el hombre debe desempeñar el rol que, durante siglos, había asumido la religión —el poder eclesiástico decidía qué era el Bien y qué era el Mal.

No se le puede achacar a Dios las desgracias que nos ocurren, nos dicen los ilustrados. Nosotros somos los únicos responsables de nuestros actos —es importante destacar que no atacaron los contenidos religiosos, los aprovecharon. No promovieron el ateísmo, lo que hicieron fue idear un sistema defensor de la libertad de conciencia. 

Todorov nos recuerda que las sociedades modernas nacieron del Terror, que la Revolución francesa, cuyo germen está en la Ilustración, nos legó taras como el individualismo, el egoísmo, el relativismo moral, la desacralización radical, el cientificismo y la pérdida de interés vital; a fin de cuentas, nos movemos por intereses y pasiones.

El espíritu de la ilustración es un ensayo rico en reflexiones, que se lee de un tirón y que nos propone un debate sobre nuestra época globalizada y la necesidad de armonizar los dos espacios en los que nos movemos: el colectivo y el individual.

Retrato de Jean-Jacques Rousseau, François Guérin, óleo sobre lienzo, h. 1760.
(«El pacto social establece entre los ciudadanos tal igualdad que todos ellos se comprometen bajo las mismas condiciones, y todos ellos deben gozar de los mismos derechos.»)

Retrato de Gotthold Ephraim Lessing, Anna Rosina de Gasc, óleo sobre lienzo, h. 1767-1768.
(«Basta con que los hombres se atengan al amor cristiano. Poco importa lo que le suceda a la religión cristiana.»)

La filosofía dieciochesca buscaba un sistema que garantizara el bienestar de la humanidad, un sistema donde cada individuo aportara su granito de arena en favor de todos.

El espíritu de la Ilustración aborda, entre otros, los siguientes asuntos:

La autoridad, que deber ser homogénea a los hombres y no sobrenatural.

El proyecto de vida, que debe sustentarse en un plan de futuro y no en normas del pasado.

El delito como falta contra la sociedad y no como pecado.

La separación del poder educativo, político, informativo, judicial y religioso.

La abolición de la esclavitud, la igualdad de sexos ante la ley y el reconocimiento de los niños como individuos.

El peligro de la ciencia que no está regida por principios éticos —el conocimiento en sí mismo no garantiza la ausencia de violencia.

La diferenciación entre el discurso que busca promover el bien —relacionado con la moral— y el que busca la verdad —relacionado con la razón y la ciencia.

Las razones por las cuales fue Europa occidental, y no otro lugar del mundo, la cuna de la Ilustración —es una de las partes más interesantes del libro.

El derecho a la crítica como manifestación de libertad.

La convivencia de la voluntad individual y de la colectiva y cómo esa convivencia repercute en la sociedad —la pluralidad.

La pluralidad: tolerancia en la emulación, desarrollo del espíritu crítico y distanciamiento individual como método de integración en un espacio mayor y más complejo, denominado general, donde se agrupan distintas sensibilidades —la espiral que se inicia en lo individual hasta llegar a lo universal.

Retrato de Denis Diderot, Louis-Michel van Loo, óleo sobre lienzo, 1767.
(«¿Por qué no íbamos a incluir al hombre en nuestra obra tal como está colocado en el universo? ¿Por qué no íbamos a hacer de él el centro común?»)

Retrato de Charles de Montesquieu, James Anthony Dassier, óleo sobre lienzo, h. 1685.
(«Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.»)

Quiero finalizar la reseña recordando algo que es fundamental para evitar la ignorancia, la violencia, el racismo, el egocentrismo, el escepticismo…; algo que destaca Tzvetan Todorov en El espíritu de la Ilustración y que incita al debate; algo que está en el origen del pensamiento ilustrado y que está relacionado, directamente, con la conducta humana. Quiero resaltar que la razón y la experiencia son las dos únicas herramientas que el hombre tiene, por su condición de hombre, para luchar contra las tinieblas que él mismo genera.

En El espíritu de la Ilustración, en el capítulo titulado Verdad, Todorov escribe:

«El gran poder engendra grandes peligros, ya que ofrece al que lo posee la impresión de que siempre tiene razón y de que no debe tener en cuenta ninguna otra opinión».

El espíritu de la Ilustración se encuentra dentro del catálogo de la editorial Galaxia Gutenberg.

ENLACES RELACIONADOS

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Los últimos días de Emmanuel Kant (Thomas de Quincey).

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Alejandro de Humboldt y la Ilustración (I).

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