EL TRAMPANTOJO. HIPERREALISMO EN EL THYSSEN

«Vemos lo que sabemos, no lo que hay».
Gombrich

Gallinero (detalle), Jean-François de le Motte, óleo sobre lienzo, sin fecha.

Aves, llaves, escotillas, flores, brazos, piernas, testas, moscas, hornacinas, ventanas, nichos, cortinas, muebles, libros, vajillas… Todo sirve al trampantojo. El trampantojo se apropia, atrevidamente, de aquello que le permite burlar la bidimensionalidad del cuadro; se apropia de todo aquello que le permite jugar su juego de magia y engaño. Donde asoma el trampantojo, lo que ves… ¡no es! 

De modo, amigo lector, que el trampantojo no es más que un truco, una trampa elaborada con teorías ópticas y juegos de perspectivas. Pero es una argucia que requiere de la presencia del espectador, pues para que tenga éxito es necesario que caigamos en la «inocentada» que nos gasta el pintor.

Tras la caza con halcón (detalle), Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1671.

El trampantojo es arte asociado a la percepción; es decir, a la manera en la que nuestro cerebro procesa la información que recibimos a través de los sentidos. 

Los objetos y las figuras que parecen proyectarse más allá del cuadro, que parecen invadir parte de nuestro espacio, excitan nuestra mente creando estímulos que tienen un componente subjetivo y temporal. ¡Temporal!, esto significa que, al final, descubrimos el engaño.

Cristo en la cruz (detalle), Joseph-Marie Vien el Joven, óleo sobre lienzo, 1819.

Efectos ilusionistas nos regalan un arte divertido, curioso, imaginativo, que nos miente a conciencia. Un arte teatral, con «ángel», que muestra el buen oficio de quien lo ejerce, pues el trampantojo requiere de virtuosismo en el dibujo, de conocimiento de la perspectiva y de dominio del color.

El trampantojo busca simular que no forma parte de la obra. Es ficción dentro de la ficción del lienzo. Es fantasía, simulacro, ilusión y, ya ven, ¡parece tan real!

Los atributos de las artes (detalle), Jean Baptiste Simeón Chardin, óleo sobre lienzo, 1731.

Han llegado hasta nuestros días algunos mosaicos y pinturas murales de Grecia y de Roma que dan fe de que el trampantojo ya era técnica utilizada en la antigüedad. Pero es en el Renacimiento donde florece y es en el Barroco donde da frutos jugosos —nacen subgéneros, como el de gabinete, el de guardacartas, el dedicado a la caza, el de la cortina ilusionista y el llamado quodlibet.

El Romanticismo puso freno a la carrera imparable del trampantojo; no obstante, y por suerte, la representación visual del engaño halló la manera de adaptarse a las nuevas estéticas y, aunque el arte de confundir ya no es lo que era, continúa  gastándonos bromas.

La ventana tapiada, Pierre Gilou, óleo sobre lienzo, 1982.

Pero…, ¿cómo el trampantojo consigue la «tercera dimensión» en la pintura? 

Estrechando el espacio para evitar la sensación de lejanía.

Aumentando la forma de la cosa pintada.

Otorgando una luz irreal a la escena —elimina la natural.

Descartando, en muchos casos, el paisaje.

Descartando la horizontalidad.

Utilizando un fondo vertical.

Evitando la profundidad y el horizonte —se elimina el punto de fuga.

Colocando los objetos de manera arbitraria.

Utilizando objetos reales que, en general, hacen referencia al paso del tiempo.

Haciendo que los objetos dentro del trampantojo pierdan su significado original —la intención es que parezcan artificiales.

Haciendo que las cosas parezcan suspendidas.

Vajilla de plata en una alacena, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, sin fecha.

¿Y con qué otros ingenios los pintores nos «llevan al huerto»? 

Haciendo uso de la perspectiva central —punto de vista del observador.

Utilizando perspectivas marcadas.

Usando contrastes de sombras.

Consiguiendo que, cuando eran encargos, el fondo del cuadro se mimetizara con la superficie en la que sería colgado —por ejemplo, una pared se convierte, con sus desgastes e imperfecciones, en el fondo del lienzo.

Utilizando encuadres arquitectónicos ficticios —muretes, ventanas, marcos de cuadros…

Dibujando figuras a escala real.

Presentando figuras que parecen girar hacia nosotros, de modo que «invaden» el espacio que separa la obra del espectador.

Estos son los recursos más empleados para conseguir que lo inanimado tenga movimiento. Pero existen más trucos de pintor.

Bodegón con flores: Vista de un puerto con marco de guirnaldas (detalle), Johann Rudolf Bys, óleo sobre lienzo, h. 1713.
(La mosca fue el insecto estrella del trampantojo: facilita el engaño y, a la vez, permite demostrar destreza en el dibujo).

¡Que lo inanimado tenga movimiento! En ello radica el el éxito del trampantojo, la técnica que adolece de narración pictórica y que ambiciona que huelas, escuches, paladees, toques… ¡que sientas lo que ves! ¡Un truco que arranca a los objetos corrientes su función, su sentido original, que los vacía de contenido para volverlos cómplices de la ilusión óptica!

Las cosas pintadas, ahora metafísicas —mudadas en «presencia»—, marcan una importante diferencia entre el género del bodegón, realista, y el que nos ocupa hoy, que da apariencia de realidad al engaño —el trampantojo es transfiguración.

La tierra (detalle), Giuseppe Arcimboldo, óleo sobre tabla, h. 1570.

Retrato de un hombre con una sortija (detalle), Francesco del Cossa, óleo sobre tabla, h. 1472-1477.

El Barroco holandés hizo que el trampantojo dejara de ser oficio de artificio para convertirse en género pictórico.

El trampantojo no es un arte con una leyenda a narrar, como he señalado, pero eso no significa que no tenga alma. Los objetos pintados, que hacen que creamos que rompen el plano, tienen su historia. Han pertenecido a personas que los han goloseado, los han comprado, los han usado, los han conservado y los han gozado.

Son esos objetos pintados, por formar parte de la vida cotidiana de una época, piezas de lo que llamaría un «museo de misceláneas».

Dos estanterías con libros de música (detalle), Giusseppe Maria Crespi, óleo sobre lienzo, h. 1720-1730.

Trampantojo con estatuilla de Hércules (detalle), Jean Valette-Penot, óleo sobre lienzo, h. 1748.

Para entender no hay como ver. La enseñanza primera siempre entra por la vista; así que acompaño mi texto con las fotografías que hice a las obras expuestas en Hiperreal. El arte del trampantojo, la extraordinaria muestra que nos ofrece el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y que reúne más de un centenar de cuadros, casi todos de caballete, provenientes de museos y colecciones privadas.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza nos ofrece una visita que comienza en el siglo XV y que llega hasta nuestros días.

El trampantojo es un género que, de manera extrovertida y pícara, nos recuerda que el arte, aunque pertenece al reino de la ficción, es proyección de la realidad y que las vivencias del espectador ponen fin al espejismo.

Ahora los dejo con la galería que les he preparado. Recuerda que todo lo que ves está pintado sobre un soporte, que los objetos no salen del cuadro, que las cortinas no ruedan, que no podrás escapar por puertas y ventanas, que no hay papeles estrujados, doblados, con puntas cortadas… Recuerda que no hay gallinas picoteando más allá de la tela de un granero y que por mucho que estires la mano no podrás tocar las peinetas, agujas y cintas de los quodlibet.

GALERÍA

Joven con una pluma, Ferdinand Bol, óleo sobre lienzo, h. 1647.
(«Todo lo que engaña, seduce», afirmaba Platón).

Bodegón con flores: Vista de un puerto con marco de guirnaldas, Johann Rudolf Bys, óleo sobre lienzo, h. 1713.
(Impresionante juego de luces y de sombras).

Trampantojo, Jean-Etienne Liotard, óleo sobre seda transferido a lienzo, 1771.
(¡Mira qué efecto! Los papeles parecen despegarse de un fondo de madera; pero tanto la superficie como las láminas están pintadas).

Trampantojo, Pedro de Acosta, óleo sobre lienzo, 1741.

Tras la caza con halcón, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1671.
(La cortina ilusionista y la caza, dos subgéneros del trampantojo).

Trampantojo, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1665.
(Pintar papeles permitía al artista mostrar sus habilidades, porque dentro de ellos escribían noticias, dibujaban grabados, sellos de cartas, timbres, retratos, partituras…).

«Quodlibet» con retratos de contemporáneos y cabezas antiguas, Johann Caspar Füssli, óleo sobre lienzo, h. 1757.

Sin título. La mano. Obra estereoscópica, Salvador Dalí, óleo sobre lienzo, 1975-1976.

Las vestales, Jacob de Witt, óleo sobre lienzo, 1749.
(Para conseguir el efecto de resalte usaban la grisalla, pues con sus tonos de grises hacían que el cuadro pareciera un relieve).

Para el hipódromo, John Frederick Peto, óleo sobre lienzo, 1895.

Bodegón con libros, Anónimo español, óleo sobre lienzo, 1630-1640.

Dos estanterías con libros de música, Giuseppe Maria Crespi, óleo sobre lienzo, h. 1720-1730.
(En 1773, el «Diccionario de Autoridades» definió el trampantojo así: «Enredo o artificio para engañar, o perjudicar a otros a ojos vistas»).

Pera y manzana, Italia (?), mármol, siglo XVI.
(La precisión descriptiva del objeto es una característica del trampantojo).

Trampantojo con partituras, libros, cartas y un pequeño cuadro, Bernardo Lorente Germán, óleo sobre lienzo, h. 1730.
(«El arte es una mentira que nos acerca a la verdad», decía Picasso).

Billete de cien pesetas, Mariano Fortuny y Madrazo, óleo sobre lienzo, h. 1898.

Trampantojo con retrato grabado de Nicolas Boileau, Gaspard Gresly, óleo sobre lienzo, sin fecha.

Izquierda: Bodegón en trampantojo, Samuel van Hoogstraten, óleo sobre lienzo, 1664. Derecha: Bodegón en trampantojo, Samuel van Hoogstraten, óleo sobre lienzo, 1678.

Vajilla de plata en una alacena, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, sin fecha.

Perdiz muerta colgada de un clavo, Jan Baptist Weenix, óleo sobre lienzo, h. 1650-1652.
(Subgénero de la caza. En este caso se trata de un trofeo, pero también los hay que incluyen armas, jaulas, silbatos, redes…).

Bodegón de membrillo, Isabel Quintanilla, óleo sobre tabla, 1989.
(Lo perecedero).

Toms River, John Frederick Peto, óleo sobre lienzo, 1905.

Trampantojo con grabado de Sarrabat, Jean Valette-Penot, óleo sobre lienzo, h. 1748.
(Los «quodlibet» solían agrupar objetos masculinos, pero en este cuadro se muestran cosas de mujer).

La Gioconda impúdica, Pierre Gilou, óleo sobre lienzo, 1986.
(Refiriéndose al trampantojo escribe el autor: «No es un acabado aproximativo, sino un análisis de los detalles más pequeños de la materia y de la textura de los objetos».).

La tierra, Giuseppe Arcimboldo, óleo sobre tabla, h. 1570.

Máxima velocidad, Salvador Dalí, óleo sobre lienzo, h. 1954.
(Dalí consigue con este cuadro, de su «período atómico» la sensación de movimiento, una singularidad del trampantojo).

Gallinero, Jean-François de le Motte, óleo sobre lienzo, sin fecha.
(El filósofo francés Jean Baudrillard llamó al trampantojo «alucinación realista». Braudrillard, además, comparó este género con el anagrama).

Bodegón con Jacob Davidszoon, Kenne Grégoire, acrílico sobre tabla, 1987.

Naturaleza muerta con botellas y libros, Anónimo (Alemania del Norte), óleo sobre tabla, h. 1525.

Puerta, César Galicia, técnica mixta sobre gesso y panel de aluminio, 2018-2021.
(¿A que la puerta parece formar parte del espacio donde se encuentra?).

Tres perdices, mosaico (León), 301-400 d. C.
(Impresiona apreciar cómo desde la antigüedad los artistas buscaron recursos que les permitieran ir más allá de la segunda dimensión en la pintura).

Naturaleza muerta con pertrechos de caza, Johannes Leemans, óleo sobre lienzo, 1665.
(Jorge Guillén escribió «Naturaleza siempre viva», poema inspirado en las obras del pintor de bodegones Juan Sánchez Cotán. El poeta de la Generación del 27 menciona el trampantojo en sus versos. Lo llama «objetos-objetos»).

Trascendencia espacial, Henri Cadiou, óleo sobre lienzo, 1960.
(Pintor realista que fundó en París, en 1960, un movimiento a favor del trampantojo moderno. Lo llamó «Trompe-l’oeil/Réalite»).

Trampantojo. Tablero con cartas y libro de música, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1668.
(El «quodlibet» evita la profundidad, utiliza objetos personales, reduce la perspectiva…).

Naturaleza muerta en trampantojo, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, óleo sobre lienzo, 1663.

Cuadro en movimiento, Pierre Ducordeau, óleo sobre lienzo, 1966.

Cristo en la cruz, Joseph-Marie Vien el Joven, óleo sobre lienzo, 1819.
(El crítico Aubin-Louis Millin, refiriéndose al trampantojo, dijo: «Así llamamos a la ilusión que produce un objeto pintado, tanto que seduce y engaña a la gente…» —«Diccionario de Bellas Artes», 1806).

La librería, Kenneth Davies, óleo sobre lienzo, 1951.

El triunfo del amor sobre la guerra II, Luis Paret y Alcázar, óleo sobre lienzo, 1784.

Trampantojo con busto de Venus, Caesar van Everdingen, óleo sobre lienzo, 1665.
(La simulación… ¿A que la escultura parece real?)

Los atributos de las artes, Jean Baptiste Simeón Chardin, óleo sobre lienzo, 1731.

Trampantojo con estatuilla de Hércules, Jean Valette-Penot, óleo sobre lienzo, h. 1748.
(Los objetos apreciados).

Retrato de un hombre con una sortija, Francesco del Cossa, óleo sobre tabla, h. 1472-1477.
( El trampantojo «arroja una duda radical sobre el principio de realidad», afirma Jean Baudrillard).

San Marcos Evangelista, Andrea Mantegna, técnica mixta sobre lienzo, h. 1448-1451.
(La arquitectura ficticia facilita que el personaje, al girarse hacia nosotros, simule «salirse» del lienzo).


Huyendo de la crítica, Pere Borrell del Caso, óleo sobre lienzo,1874.
(Estupendo ejemplo de ilusión plástica, conseguido con una figura a escala real y con el efecto del cuadro dentro del cuadro —el niño se apoya, para saltar, en los bordes de un marco pintado).

Y hasta aquí voy a llegar.
Acércate al Thyssen y disfrutarás de este juego de confusión,
juego creado con línea, sombra y color.

ENLACES RELACIONADOS

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Los Brueghel. Un paseo por la pintura flamenca.

El Barroco. El Siglo de Oro. Poemas.

Clara Peeters. Los bodegones y la buena mesa.

«Lo oculto»: esoterismo en las obras del Thyssen.

Las flores, la pintura y el Siglo de Oro.

Siglo de Oro. Poetisas religiosas.

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