EL TRIUNFO DE LA BELLEZA

«Al que quiere suicidarse, es imposible salvarlo».

El triunfo de la belleza es una novela corta, de lectura ligera y con un argumento de apariencia frugal. Pero tras la historia contada por un ginecólogo, cuyas vivencias profesionales lo han hecho experto en relaciones matrimoniales, hay un tiempo desmoronado y dos personajes que representan el antes y el después del derrumbe del Imperio austrohúngaro.

El triunfo de la belleza es claro ejemplo de que una lectura rápida impide viajar a las raíces de un texto de ficción. El mundo de Joseph Roth es la tierra que pisan los protagonistas de este relato escrito en 1934, año de la Noche de los cuchillos largos y del nombramiento de Adolf Hitler como único führer de Alemania. Época en la que los principios éticos y morales serán ahogados en lo que Hannah Arendt describió como la «banalidad del mal», de modo que la trama edificada sobre una relación de pareja debe ser entendida más allá de lo aparente.

¿Por qué hago hincapié en la necesidad de escudriñar la historia más allá de la historia, que es donde percibimos los pequeños indicios que muestran lo trascendente? Porque El triunfo de la belleza sufre el estigma de ser un relato misógino. Y no lo es, a pesar de que el personaje femenino posee unas cualidades muy poco empáticas.

Gwendolin, la esposa del protagonista, es perversa y manipuladora. También es hermosa, y este atributo la hace poderosa, pues la belleza es como una droga. Sin embargo, la belleza es metáfora clara de lo perecedero, como bien sabían los barrocos moralizantes. Esta condición efímera, que con su deslumbre impide, si no te lo propones, ver su aureola de sombras, tiene un papel relevante en la trama.

Autorretrato, dibujo, Joseph Roth, noviembre de 1938.

¡Oh!, pero otra cosa es su marido. Él es hombre de palabra, cultura y honestidad, mas posee un temperamento débil y una ceguera voluntaria que lo llevará al desquicie, porque tras la belleza —«esplendor de lo real», diría Santo Tomás de Aquino— se esconde el mal. El esposo, al que el autor no ha querido darle nombre propio, es un suicida incurable, pues la inacción, cuando la vida está en peligro, es tan peligrosa como la acción.

La culpa, el tiempo, la voluntad, la pasión, la vergüenza, la lealtad, la amistad… El triunfo de la belleza juega en un campo de emociones, campo donde la manipulación y la cobardía crecen como drosera y donde es devorado todo vestigio del pasado a su paso —es la estación de los «adeptos» de Wagner.

En El triunfo de la belleza anida una inmensa soledad, que conduce a la disociación del Yo, a la destrucción absoluta del individuo. Es la obra de Roth repertorio de actitudes humanas. 

El triunfo de la belleza se encuentra dentro del catálogo de la Editorial Acantilado.

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