EVA Y LAS CÁSCARAS ROJAS DE LA MANZANA

«En tu voz hacen escala los trinos de los pájaros perdidos…»
André Breton

Vestida con una túnica de gasa verde, Eva deja caer sobre el mantel las cáscaras rojas de la manzana que monda con furia. El gato, entregado a la dejadez del sueño, reposa en el alero de la ventana que ilumina la habitación con los rosas del alba.

Mientras, el hombre menudo, de nariz afilada y pies descalzos, toca el violín sin cuerdas desde la jaula en donde Eva lo tiene atrapado —ella cavila la opción del perdón—. El hombre tiene fe en que sus notas imaginarias obtendrán la mediación que espera.

Durante la escena, una mariposita vuela hacia la luz de una vela y le ofrece sus anchas y frágiles alas. Pero toda ofrenda es inútil. Eva, todo cambio exige la destrucción del mito.

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