GEORGES DE LA TOUR
Ciego tocando la zanfonía, óleo sobre lienzo, h. 1620-1630.
Georges de La Tour nació y murió en Francia. Se dice que algún viaje hizo a Italia y también a Holanda, pero no hay datos concretos al respecto. Lo que sí es cierto es que la vida de La Tour transcurrió durante un período bastante complicado de la historia europea.
El pintor nació en 1593 y murió en 1652. Lo señalo con énfasis porque creo —y esto es una apreciación personal— que lo que los críticos definen como «religiosidad laica en su pintura» tiene que ver con una decisión laboral y económica. Creo que La Tour optó por no involucrarse en los levantamientos y en las revueltas populares, que se expandían por los campos y por las ciudades francesas, para conservar su clientela.
Interpreto el silencio de Georges de La Tour como una forma de protegerse frente a los conflictos religiosos y políticos de un país que soportaba una larga cadena de guerras de credos, de sucesiones y, también, imperialistas. Eran contiendas descontroladas, pues quienes las provocaron fueron absolutamente incapaces de dirigirlas —me refiero a María de Médici, sus descendientes y sus respectivos ministros.
María de Médici, Frans Pourbus el Joven, óleo sobre lienzo, 1610.
Llamo silencio a la ausencia de iconografía, de simbología manifiestamente religiosa, que pudiera encasillarlo en un bando o en otro. El pintor nació en Vic, en una zona católica que se encontraba en medio de una región protestante y que estaba bajo la protección de Enrique II (1563-1624), quien fue duque de Lorena y cliente suyo.
En un reino enfrentado, La Tour trabajaba para la corte y para la burguesía. Protestantes y católicos mantenían una larga y sangrienta guerra de religión, que llevaba implícita otra disputa: la lucha por la sucesión al trono de Francia. Las grandes casas nobles —Borbones, Guisa y Montmorency— tenían dentro de sus propias familias a católicos y a protestantes, y este desencuentro añadía a los conflictos un problema más: las guerras fratricidas.
Las guerras de religión y de sucesión se expandieron, saltaron las fronteras y se mezclaron en la llamada Guerra de los Treinta Años, que toca de lleno a La Tour. En el medio de estos conflictos se sucedieron los Edictos que, a veces y por la necesidad de amainar las aguas, flexibilizaban las normas y daban ciertas libertades a los protestantes. Pero en otras ocasiones los Edictos cerraban el grifo y prohibían lo que antes habían permitido. Esta inconstancia añadía más leña al fuego.
La Buenaventura (detalle).
Georges de La Tour fue un pintor Barroco. Y en el Barroco hay arte católico y arte protestante.
Los católicos se afanaron en recobrar las imágenes religiosas con toda su iconografía. Tenían la intención de recuperar para la iglesia a todos los hombres descontentos y desconcertados por tanta muerte y destrucción; pues, como si fuera poco lo que sucedía, a los desastres de la guerra se sumó la peste que asoló a Francia en 1610. Era como si todos los males del mundo se hubiesen volcado en un solo país.
Los artistas protestantes, por el contrario, eludían los temas bíblicos. Representaban paisajes y escenas de la vida cotidiana. Tenían otra clientela, pues trabajaban para la rica burguesía. De ahí que se reduzcan los tamaños de los cuadros, porque ellos ya no pintaban para colgar los lienzos en los enormes espacios que ofrecían iglesias y conventos. Y de ahí también que aparezcan los retratos de familia. Por cierto, las figuras del marchante y del crítico de arte nacen en este entorno.
Cuando un pintor protestante decidía pintar sobre un tema religioso escogía, solamente, el Antiguo Testamento, como hizo Rembrandt. Esto es un dato importante.
La diferencia entre el arte católico y el arte protestante se puede apreciar en los cuadros del italiano Caravaggio (1571-1610) y en los del holandés Vermeer (1632-1675). Observen estas dos obras.
Flagelación de Cristo, Caravaggio, óleo sobre lienzo, 1607.
La joven de la perla o Muchacha con turbante, Vermeer, óleo sobre lienzo, h. 1665.
¿Y nuestro pintor? ¿Y los cuadros de Georges de La Tour? Sus obras destacan por la neutralidad de los fondos y por el papel que dio a sus velas encendidas. Veamos.
La Tour pintó temas religiosos, ahí están sus cuadros sobre Job, San Pedro, San Jerónimo y las variantes de su Magdalena, por poner algunos ejemplos. Y también llevó a sus lienzos temas sociales, donde los protagonistas son mendigos, ciegos y músicos callejeros… Eran hambrientos que pululaban por las ciudades y a los que trató con consideración, otorgándoles la dignidad que la vida les negaba —fíjense en el cuadro que da inicio a esta entrada.
Pero si algo llama la atención en su pintura es la humanización de las figuras religiosas; estas no sólo están humanizadas, sino que, además, carecen de la simbología cristiana que acompañaba ese tipo de imágenes —no hay aureolas sobre las cabezas de sus santos, por ejemplo—. La Tour simplifica el asunto que trata. Tanto es así que podemos pensar que estamos frente a un cuadro que describe un tema cotidiano… si no leemos su título —fíjate en las manos de sus personajes, son huesudas, son manos que saben de oficios.
La Adoración de los pastores (detalle).
La Tour vivió en un mundo de actitudes encontradas. Como afirmara el historiador Melquiades Andrés Martín (1916-2014), al referirse a la época del artista, vivió en un mundo que terminó creando «dos sociedades contrapuestas religiosa y políticamente en Europa, dos concepciones del hombre, de la sociedad, de la iglesia, de la fe, de la gracia, de Dios, dos humanismos, dos cristianismos…».
Donde otros ven misticismo y contemplación, yo veo distancia y ausencia de compromiso. Sabemos que los protestantes fueron iconoclastas. La Tour no obvia en su pintura la temática bíblica, pero sus figuras son muy de andar por casa. El artista parece compartir la opinión de protestantes y calvinistas, que afirmaban que Dios y los hombres no necesitaban intermediarios —iglesias, sacerdotes, símbolos…
No veo mística la llama que surge de las velas pintadas de La Tour. No identifico esa llama con la espiritualidad. Pienso que es una luz que le permite al pintor conseguir el naturalismo tenebrista de Caravaggio, sus claroscuros. Esa llama es uno de sus recursos pictóricos —tiene unos cuantos—, es la que le permite dar relevancia a la parte del cuadro que desea destacar. La vela encendida cumple la misma función que su iluminación nocturna: revelar aquello que no dice explícitamente.
San José, carpintero (detalle).
A diferencia de la luz de Rembrandt, que todo envuelve, la de La Tour marca un rostro, una mano, un gesto. Tal es así que cuando sabe que la candela de la vela puede deslumbrar lo que hace es ocultar parte de la misma, utilizando la mano o el brazo de una de sus figuras, protegidas siempre por fondos neutros.
Pero sí es una luz lírica y también, por qué no y al igual que la de Rembrandt, teatral. Una iluminación que acentúa la soledad de sus abstraídos personajes. ¡Quién sabe si no fijó su mirada en las movedizas llamas de las casas saqueadas e incendiadas! ¡Quién sabe si no quedó encantado por la magia de las peligrosas sombras que las teas expandían!
Georges de La Tour fue un artista apreciado en vida —Luis XIII y su célebre ministro, el cardenal Richelieu, se encontraban entre sus clientes—. Sin embargo, su obra se perdió en los recovecos de la historia, y no es hasta el siglo XX que vuelve a recuperarse al pintor.
Los cuadros de La Tour fueron asignados a otros artistas, como Velázquez, Zurbarán o Louis le Nain. Esta confusión es muy probable que se haya debido a que La Tour no solía firmar sus lienzos, como tampoco solía fecharlos.
El Museo Nacional del Prado nos ofrece la posibilidad de disfrutar de la obra de este pintor tan peculiar. El Museo Nacional del Prado acaba de inaugurar su exposición Georges de La Tour (1593-1652). De aquí son los cuadros que dejo en la pequeña galería que he creado para acercar la muestra a tu casa.
Me gusta el ambiguo silencio de La Tour, silencio que nace de los ocres, pardos, grises y rosas de su barroca paleta.
LA CALLE. PERSONAJES COTIDIANOS DE SU ÉPOCA
Hambre, miseria, violencia.
La riña de músicos, óleo sobre lienzo.
(A destacar el dinamismo y la crudeza de la escena).
Comedores de guisantes, óleo sobre lienzo.
(A destacar las manos sarmentosas. El cuadro simboliza el hambre del pueblo).
LOS JUEGOS DE AZAR. EL INGENUO TIMADO
Las miradas y las manos se entrelazan mostrando complicidades.
La buenaventura, óleo sobre lienzo.
(A destacar los rostros blancos que dan intensidad a las miradas).
El tramposo del As de tréboles, óleo sobre lienzo.
(A destacar los fondos neutros y la composición en círculos).
EL DISTINTIVO DEL PINTOR: LA MAGIA DE LA LLAMA DE UNA VELA
¿Acaso puede tocarse el silencio?
San José Carpintero, óleo sobre lienzo.
(A destacar cómo el niño cubre con su mano una parte de la vela. Así consigue La Tour resaltar la figura de San José).
La Magdalena penitente, óleo sobre lienzo.
(A destacar la calavera, símbolo característico de las vanitas barrocas. ¿Estaría Magdalena, en la intimidad de su habitación, pensando en la fugacidad de la vida?)
LA HUMANIZACIÓN DE LOS TEMAS DIVINOS
¿Acaso no podría ser sólo una madre con su bebito?
La Adoración de los pastores, óleo sobre lienzo.
(A destacar la composición semicircular y la ausencia total de atributos sacros).
El recién nacido o Natividad.
(A destacar la ausencia de San José; así como la mano que oculta al espectador la vela encendida que tiene su luz dirigida al rostro del Niño).
ENLACES RELACIONADOS
Caravaggio, los pintores del norte y el Concilio de Trento.
Los Brueghel. Un paseo por la pintura flamenca.
Flores y el Siglo de Oro Español. Pintura barroca.
El Siglo de Oro español. Poemas.
La Asunción de María (Rainer María Rilke). Poema.
Poetas religiosas en el Siglo de Oro.
Rembrandt y los retratistas holandeses del Barroco.
«Lo oculto»: esoterismo en las obras del Thyssen.
El trampantojo. Hiperrealismo en el Museo Thyssen.