GUSTAVE CAILLEBOTTE
«Pinto. ¡Qué buen año!»
(Carta a Claude Monet, 1884.)
Entre el Realismo y el Impresionismo, sin definirse y sin que otros hayan podido hacerlo, se mueve la obra de Gustave Caillebotte (1848-1894), artista y mecenas que estuvo acurrucado en las sombras durante mucho tiempo. Permaneció olvidado hasta 1994, año en que el Musée d’ Orsay organizó una muestra para conmemorar el centenario de su muerte.
Caillebotte protegió, como si de un hijo se tratara, el nuevo arte impresionista que se impuso pasada la segunda mitad del siglo XIX. Lo hizo con su comprensión de lo efímero, con sus acabados imperfectos, con sus pinceladas sueltas, sin fajas, con su interés por la luz y el color, con sus temas urbanos y paisajísticos, con su rechazo a la delineación de los contornos y con su afán de convertirnos en parte activa de la pintura. Los impresionistas querían aportar movimiento a sus lienzos. «¡Desplázate alrededor del cuadro, busca el ángulo adecuado!», nos dicen sus obras carentes de punto de fuga.
Este pintor francés, hijo de comerciantes acomodados, creció en un ambiente burgués muy querido para él. Fue pintor de paisajes y escenas urbanas que le eran familiares; por eso, cuando nos acercamos a sus obras, recibimos esa energía que mana de las cosas que son importantes para un hombre. Sus jardines, sus regatas, sus amigos, su familia y sus casas están presentes en sus cuadros de composición limpia, pulcra, ordenada, y sin esa cualidad brumosa característica de otros impresionistas.
La exposición organizada por el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, primera muestra monográfica del pintor en España, se ha centrado en su faceta de pintor de jardines y huertos; aunque en las dos primeras salas encontramos, a modo de testimonio, algunos cuadros del París urbano al que también dedicó su arte.
Caillebotte fue un hombre muy vinculado a su familia. Cuando sus padres murieron compartió casa con su hermano Martial, del que no se separó hasta que este se casó. Con Martial no sólo compartió hogar, también compartió aficiones. Los dos hermanos disfrutaban con las regatas, la pesca y la filatelia —la colección de sellos que hicieron está valorada en más de cinco millones de euros. La compilación fue adquirida en una subasta, en 1887, por Thomas Keay Tapling, quien la donó al British Museum. Hoy la colección es conocida como Tapling-Caillebotte.
La tierra, los bosques, los caminitos por entre los árboles, las flores y los huertos de Petit Gennevilliers, donde se encontraban su casa, su taller y su invernadero, son sus motivos. En Petit Gennevilliers murió a la edad de 45 años.
(Curiosidad: Legó su colección de cuadros al Estado francés, que no aceptó la donación por considerar la pintura impresionista «arte malsano».)
La intención de Caillebotte regalando sus cuadros de Degás, Cézanne, Renoir, Monet, Pisarro, Manet, Sisley, Millet, era la de introducir la pintura de sus compañeros, «los nuevos», en el circuito oficial para hacerlos conocidos al público en general. Fue su último gesto de apoyo al movimiento impresionista. Desde muchos antes había invertido sus recursos económicos en promover e incentivar el trabajo de sus amigos comprándoles obras de arte, preparando subastas y ayudando a financiar las exposiciones que el movimiento organizaba como forma de plantar cara a los desplantes del Salón de París.
(Curiosidad: No fue hasta 1928 que su colección pasó a formar parte del Louvre. ¡Treinta y cuatro años estuvieron deshojando la margarita los burócratas estatales!)
Párrafo del testamento, escrito el 3 de noviembre de 1876, que recoge sus intenciones:
«Dono al Estado los cuadros que poseo; únicamente, como quiero que esta donación sea aceptada y lo sea de modo que los cuadros no acaben en un desván o un museo provincial, sino en el Luxembourg y después en el Louvre (aún no estaba terminado el edificio), la ejecución de esta cláusula habrá de esperar cierto tiempo, hasta que el público no digo que comprenda esta pintura pero sí al menos la admita. Pueden ser unos veinte años como mucho; entretanto los conservará mi hermano Martial y cuando este falte otro de mis herederos.»
Gustave Caillebotte fue un mecenas; pero, sobre todo, fue un excelente pintor.
(Tres curiosidades antes de pasar a la galería que he preparado para ti: Una, dejó de fechar los cuadros a partir de 1888, cuando decidió no volver a exponer, aunque los que verás a continuación llevan todos fecha. Dos, nunca quiso vender su obra. Tres, en el testamento no incluyó ninguno de sus cuadros porque no los consideraba a la altura del resto de su colección.)
He seleccionado tres cuadros por cada una de las cuatro salas de la exposición. Sentirás la paz que ofrecen las escenas pintadas de Gustave Caillebotte y podrás percibir hasta qué punto este hombre amaba todo lo que engendraba la tierra. En cuanto a las fotografías que aparecen en la introducción, fueron realizadas por su hermano Martial Caillebotte. Al final de la galería dejo un vídeo titulado Stanley Kubrick. One-point perspective. Es un ejemplo estupendo para comprender el punto de fuga central en la perspectiva, ese que eliminaron los impresionistas con sus encuadres fotográficos.
No sé, pero Caillebotte me recuerda a Sorolla por esa forma tan humana de acercarse a las cosas sencillas.
GALERÍA
SALA I
EL PARÍS DE HAUSSMANN, UN UNIVERSO MINERAL
Barrio donde vivió su infancia y su adolescencia.
La vida que se inicia con el sistema capitalista, tal como se conoce a partir de 1860, es el centro de atención de los artistas que se convierten en notarios al dar fe con sus obras de la modernización que la industria aportó a la sociedad. El desarrollo económico cambió, incluso, la arquitectura de las ciudades. Nuevos materiales, nuevos medios de transporte. Una vida nocturna intensa. Un gran afán de consumo. Los nuevos avances tecnológicos y científicos colocaron a la burguesía y a la clase obrera en el corazón de la comunidad.
Caillebotte fue un cronista visual de esa realidad. Con su paleta luminosa dio vida a las calles de París, que quizás eran más grises y sucias que como él las representó. Caillebotte las engalanó con malvas y rosas.
Calle de París, tiempo lluvioso (boceto), 1877, óleo sobre lienzo.
(El coche de punto, la farola, los edificios en torno a la plaza, los paseantes burgueses, el gusto por «vitrinear»… El París emergente. Fíjate en el edificio que acuchilla la calle, en su perspectiva forzada, en su encuadre fotográfico.)
Calle de París, tiempo lluvioso, óleo sobre lienzo, 1877.
(Aunque no se encuentra en la exposición lo muestro para que veamos el resultado final. Esta pintura la expuso en la Tercera Exposición Impresionista que tuvo lugar en 1877, aunque tiene un marcado carácter realista con sus pinceladas lisas y sus líneas tan precisas. Podría parecer una fotografía, pero, entonces, veríamos caer la lluvia, ¿no? )
Pintores en un edificio, óleo sobre lienzo, 1877.
(Una escena de la vida cotidiana. Obreros mejorando la fachada de un comercio y personas que pasean por la misma acera y cruzan la calle ajenas a la captación de la imagen. Este cuadro une en una misma escena a burgueses y obreros y recoge la fugacidad del instante, característica de la fotografía.)
El bulevar visto desde arriba, óleo sobre lienzo, 1880.
(El lienzo nos obliga a movernos alrededor de él para encontrar el ángulo adecuado. Parece que la vista está tomada desde un balcón o una ventana alta —es el punto de vista elevado de las fotos panorámicas que muestran imágenes de la ciudad—. Sin embargo, las figuras son bocetos, sus contornos no están definidos. Se trata de una escena cotidiana, incluso hay un carruaje que pasa por detrás del árbol. La composición geométrica provoca la sensación de movimiento; podría decirse que da vértigo.)
SALA II
VACACIONES EN YERRES
Finca donde disfrutó de las vacaciones con sus hermanos. Allí se le despertó la curiosidad por la jardinería y por la navegación.
Cielos azules, verdes praderías, luces claras en el atardecer, puestas de sol y mediodías, sombras malvas y rosas y remos chapoteando en las aguas, azul cobalto y añil para el río Yerres. En los veranos que pasó en la finca descubrió la pintura al aire libre. Los cuadros inspirados en este lugar los presentó en la cuarta Exposición Impresionista de 1879, pero no fueron bien valorados por la crítica: tildaron las obras de «demasiado azules».
Remero con sombrero de copa, óleo sobre lienzo,1878.
(Aquí volvemos a ver un encuadre fotográfico, el barco está cortado por la mitad. Otra cosa, mira cómo consigue dar movimiento al agua con pinceladas horizontales de tonos azules y magenta. El deporte acuático fue muy practicado por la gente pudiente. El sombrero de copa alta, la pajarita y el chaleco muestran un hombre acomodado. Los efectos de la luz sobre el río son impresionantes.)
La Ferme ornée, óleo sobre tabla, 1872-1878.
(Aquí podemos apreciar la falta de perspectiva y cómo utiliza el color para plasmar la luz que se cuela por entre las ramas, también su preferencia por los colores pálidos. Es una obra más cercana al Realismo por la manera en la que trabaja los volúmenes.)
Piraguas en el río Yerres, óleo sobre lienzo, 1877.
(Curiosidades: Uno de sus inventos fue la fabricación de velas con seda. La seda hacía más ligeras las embarcaciones. Caillebotte ganó varios premios en los concursos de regatas.)
SALA III
EL SENA Y LOS VIAJES A NORMANDÍA
En 1879, después de vender la finca de Yerres, compra, junto con su hermano, un terreno en Petit Gennevilliers, en la ribera del Sena. Allí construye una casa de piedra que con el tiempo se convirtió en su residencia definitiva. También este año viaja a la costa de Normandía, donde disfruta de la navegación y pinta nuevos cuadros.
Sendero en el bosque, óleo sobre lienzo, 1880.
(Las sombras no llevan negro, sino colores complementarios —violeta, verdes, naranjas—. Renoir es el único impresionista que utiliza el color negro. El punto de luz al final del camino, que indica la continuidad del mismo, da profundidad al cuadro. Caillebotte no fue un impresionista puro.)
El Sena y el puente del ferrocarril de Argenteuil, óleo sobre lienzo, 1885.
(Aquí podemos apreciar la pincelada suelta de los impresionistas y la ausencia de perspectiva. Pintó el lienzo para su hermano Martial.)
Ropa blanca secándose, óleo sobre lienzo, 1888.
(Las pinceladas en diferentes direcciones generan movimiento, el carácter bidimensional del cuadro lo marca el punto de vista elevado y consigue las formas utilizando el color y la luz; da pequeñitas pincelas de naranja a las sábanas para provocar más sensación de viento y evita las formas delineadas.)
SALA IV
EL JARDÍN DE PETIT GENNEVILLIERS
Petit Gennevilliers, su última morada. Aquí construyó un invernadero, acondicionó el terreno para la horticultura y se dedicó a cultivar orquídeas, a experimentar con flores exóticas, a mezclar plantas de hojas perennes y caducas para tener floración todo el año, para que su jardín fuera imperecedero. En esa época suelta su mano y deja que los colores cálidos triunfen.
«Mi querido amigo: Estoy pintando una stanopea aurea esta mañana, y no puedo dejarla porque la flor no dura más de tres o cuatro días y no vuelve a salir hasta el año que viene. Preséntele por tanto mis excusas a Mirabeau». En este fragmento de una carta, que Caillebotte envió a Monet para disculparse por no acudir a una cita, el pintor reconoce la fugacidad de la vida, una de las características del Impresionismo.
Entramos en el mundo de las rosas, las orquídeas, las margaritas y los girasoles, de los pequeños bosques y de los huertos. Caillebotte organizó sus jardines geométricamente; sus parterres estaban separados por caminitos rectos acotados por macizos florales que él mismo cuidaba.
Las reproducciones de sus cuadros no le hacen justicia —hay que contemplarlos en directo para sentir el colorido de esas flores—, pero dan una idea de su pasión por la jardinería y por la horticultura.
Hago trampas y dejo más cuadros en esta sala.
Las rosas, óleo sobre lienzo, 1886.
(En el cuadro aparece su compañera Charlotte Berthier. Caillebotte solía pintar en sus cuadros a familiares y amigos.)
El huerto, Petit Gennevilliers, óleo sobre lienzo 1881-1882.
Los girasoles, jardín de Petit Gennevilliers, óleo sobre lienzo, 1885.
Crisantemos blancos y amarillos, jardín Petit Gennevilliers, óleo sobre lienzo, 1893.
Capuchinas, óleo sobre lienzo, 1892.
Orquídeas, óleo sobre lienzo, 1893.
Y no contento con las flores que tenía en su extenso jardín, decidió un buen día invitarlas al interior de su casa, decorando el comedor y los paneles de las puertas con margaritas y orquídeas.
Parterre de margaritas, cuatro paneles,óleo sobre lienzo, 1892-1893.
(Este lienzo, de carácter naturalista, iba a tapizar una pared de su casa. Caillebotte murió antes de terminarlo.)
Y ahora les dejo con el vídeo prometido: Kubrick. One-point perspective. Es corto, didáctico y muestra cómo el elemento tridimensional, creado partir de una visión centrada, te coloca en en centro de la escena. Los impresionistas dieron la espalda al punto de fuga y optaron por la imagen bidimensional.
ENLACES RELACIONADOS
Los impresionistas y la fotografía.
Impresionistas y modernos. Obras maestras de la Phillips Collection. Pintura.
Renoir, Maupassant y un balneario a la orilla del Sena. Incluye el cuento La mujer de Paul.
Édouard Vuillard: el pintor de las sensaciones.
Vicent van Gogh. Flores y paisajes.
Zuloaga en el París de la Belle Époque, 1889-1914.
Recreación de las pinturas de Van Gogh y un poema inolvidable de Paul Valéry.
Han cortado los laureles (Édouard Dujardin).
Autómatas. Piezas Art Nouveau y Art Déco.
Vicent van Gogh. Flores y paisajes.
Henri Rousseau, el Aduanero. Pintura naíf.
Delacroix. Pinturas y pasajes de su “Diario” (1822-1863).
Penas de amor de una gata inglesa (Balzac).
Una fantasía del doctor Ox (Julio Verne).
La mandrágora (Jean Lorrain). Y… Montmartre.
Objetos de deseo. Surrealismo y diseño.
Claude Monet. Obras del Musée Marmottan.