HIJO DE ESTE TIEMPO
«La necesidad de escribir comienza antes de que haya un contenido».
Hijo de este tiempo es una urna que contiene fragmentos de vida de uno de los narradores más relevantes de la primera mitad del siglo XX europeo. Hijo de este tiempo es un relato que evidencia cómo en la infancia y en la preadolescencia los sucesos de nuestra propia vida —la historia privada— dominan sobre los acontecimientos que tienen lugar en tiempo real y que se convierten, por su relevancia, en capítulos de la Historia.
El biznieto de la reputada feminista y escritora Hedwig Dohm (1831-1919), el hijo de Thomas Mann (1875-1955) y sobrino de Heinrich Mann (1871-1950) nos revela, a través de anécdotas personales, enriquecidas con fragmentos de relatos y poemas de su inspiración, el drama de una época que transformó el mundo radicalmente, que aniquiló la rutina burguesa que, hasta 1914, era motivo de orgullo de grandes escritores, artistas y poetas que tertuliaban en los cafés vieneses y alemanes.
Klaus Mann con su hermana Erika, fotografía, 1929.
Klaus Mann (1906-1949), a través de sus recuerdos, nos descubre la vida de la familia durante la preguerra, el Estado Popular de Baviera, el desastre económico de la República de Weimar y la Primera Guerra Mundial —«Pronto podría aparecer en el cielo una espada de sangre» fue la primera impresión que Thomas Mann compartió con su hijo sobre el estallido de la la Gran Guerra.
Hijo de este tiempo, a través de una lectura placentera que nos abre una ventana por donde cotillear la rutina de una estirpe de extraordinario talento, nos muestra cómo el pensamiento trágico —el suicidio de la fe nietzscheano— se fue adueñando de una época que fue generosa en intelectos tan brillantes como ingenuos, pues creían que lo atesorado solamente necesitaba del compromiso de ser gustado… y gastado.
La familia Mann (falta Golo Mann), 1924.
Dividido en capítulos, Hijo de este tiempo se inicia con el primer llanto de Klaus y termina cuando el escritor, dramaturgo y ensayista cumple los veinticuatro años, que es cuando entiende que le ha llegado la adultez.
En la nota preliminar del libro, Klaus Mann nos confiesa que para él no hay manera de entender el futuro si nuestros orígenes son olvidados. Leyéndolo es imposible no hacer un ejercicio personal de reflexión sobre el papel que juegan los recuerdos de la niñez y de la pubertad en nuestro recorrido existencial y en la forma en la que enfrentamos el miedo a la soledad —«… estamos solos con el secreto… solos con el secreto…».
Gustaf Gründgens, Erika Mann, Pamela Wedekind y Klaus Mann en una de sus representaciones teatrales de juventud, sin fecha.
En Hijo de este tiempo leemos:
«¡Infinito sistema de continua referencia a nuestro subconsciente! Siempre resuena un eco, siempre lo nuevo nos hace pensar en lo viejo, y conservamos los contextos, tanto de la propia vida como de las grandes tradiciones, mientras avanzamos aparentemente con independencia de ellas y a la mayor rapidez posible.
»Por eso me parece tan importante subrayar la gratitud. Estar agradecido al pasado —sencillamente porque fue— no es un elemento retardatario si se entiende de forma correcta.
» Conservar el cariño al pasado en un rincón de nuestro corazón no puede ser sino útil para acometer las empresas más osadas y más novedosas».
La tumba de Klaus Mann en el cementerio «Grand Jas», Cannes.
Hijo de este tiempo nos revela cómo, desde muy joven, el autor veía en el suicidio la solución a los problemas embarazosos —Klaus Mann, siguiendo cierta inercia de su familia, se quitó la vida en Cannes. Tenía cuarenta y dos años—. Sus memorias también nos descubren la lucha de un intelectual por conseguir que su creación fuera reconocida más allá de «la sombra del titán» —el titán era su padre.
Hijo de este tiempo se encuentra dentro del catálogo de la editorial Minúscula y está excelentemente traducido por Carlos Fortea. Leerlo es un placer.
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