HISTORIA DEL ARTE EN 21 GATOS

¿A que te suena la frase que dice que «de noche todos los gatos son pardos»? Pues te aseguro que su afirmación es falsa. He tenido y tengo michos y puedo afirmar que los ciclos de la luna no hurtan su personalidad. Y para que puedas comprobar que lo que expreso es cierto te sugiero que leas Historia del arte en 21 gatos.

En Historia del arte en 21 gatos, los mininos son los encargados de guiar al lector por el tiempo de la pintura. Anda un muchacho buscando un gato por el Museo Nacional del Prado. Ese gato tiene los ojazos alargados, el cuerpo redondeado, está iluminado con pan de oro y su silueta está hecha de pequeños mosaicos de nácar. ¿Dónde puede encontrarlo? ¿Dónde, si no es en la sala bizantina del Prado?

Ahora el chico está en el Thyssen-Bornemisza buscando obras del realismo mágico. ¿Cómo sabrá que con ellas ha topado? Pues…, cuando en un lienzo encuentre a un felino que, aunque lo parezca, no es, realmente, un gato. El gato-guía, de esta peculiar aventura literaria y didáctica, presentará al chaval lo irreal como algo rutinario.

Historia del arte en 21 gatos tiene todo lo que necesita para resultar divertido e instructivo. Los protagonistas del libro saben cómo contar anécdotas, se visten según la paleta de colores de los movimientos estéticos que representan y maúllan la información sin perderse en anécdotas superfluas que distraigan la atención. Hay en el álbum gatos bizantinos, renacentistas, impresionistas, barrocos, cubistas, puntillistas, dadaístas, fauvistas, grafiteros…

Aprender arte escuchando a los michos contar historias de textura, línea y color es un lujo para cualquier joven lector. Historia del arte en 21 gatos tiene las tapas duras y está publicado en el catálogo de la editorial Mediterrànea.

Nota: Se supone que debería poner fin aquí a mi reseña, pero no lo haré. Quiero compartir con ustedes «Una de gatos», poema de Gloria Fuertes. No está en el libro que hoy les recomiendo, pero eso no importa.

POEMA

Misuka, mi sobrina.

 

UNA DE GATOS
Gloria Fuertes

El gato Pirracas estaba helado.
El gato Pirracas vivía en el tejado.
La gata Timotea con las patas se asea.
La gata Timotea vivía en la azotea.
«Bájate conmigo, gato».
«Salta gato, no seas pato».
«Tengo comida de lata», le dijo la gata.
La gata y el gato tuvieron amistad.
Y tuvieron gatitos, no faltaba más.
Siete gatitos tuvo Timotea
al calor de las siete chimeneas.
Y Pirracas fue el gato más feliz
de los castizos tejados de Madrid.

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