HYGINO, EL PRIMER BIBLIOTECARIO ESPAÑOL
Me separan de ti, Cayo Julio Hygino, nada menos que XXI siglos y aquí estoy, sentada frente a este aparato que ni en sueños imaginabas, recordándote.
Naciste libre, te convirtieron en esclavo y gracias a tus dotes intelectuales recuperaste la independencia que otros te arrebataron.
En pleno siglo de oro te volviste necesario para el emperador Augusto (63 a. C – 14 d. C), quien siempre tuvo en su agenda cumplir las últimas voluntades de su tío abuelo Julio César (100 a.C – 44 a. C): crear una biblioteca a la altura de la de Alejandría.
Y es así como nació la Biblioteca Palatina y así es como entras tú en la historia y como se inicia en Roma la tradición de fundar bibliotecas públicas y de habilitar, en las casas particulares, espacios para los libros —Hygino dio clases de filosofía en la Biblioteca Palatina.
Gramático y profesor, se cree que Hygino nació en el año 50 a.C. Unos dicen que en Valencia y otros que en Córdoba, pero el hecho cierto es que era español. Su formación helenística la adquirió en Roma, bajo la tutela de Alejandro Polyhistor (100 a. D – 40 a. D), uno de los grandes maestros de su época.
Como gramático, Hygino se dedicó a la filología, la geografía, la historia, la gramática, la agricultura y la arqueología, pues estas eran las materias que entonces se incluían en su especialidad.
Los libros de Hygino fueron referentes para Plinio, Horacio, Ovidio, Columela, San Isidoro, Suetonio y otros grandes pensadores de su época, así como de épocas posteriores, pues hasta el siglo XVII llegó el nombre del bibliotecario español y profesor de Virgilio, el autor de las Geórgicas, Bucólicas y la Eneida.
El primer estudio sobre las abejas en latín es obra suya. Hygino fue autor de varios estudios, entre los que destacan los dedicados a la agricultura, las biografías de Cayo Fabricio y Publio Escipión, el Africano, y la recuperación de leyendas e historias helenísticas —tuvo gran repercusión su investigación sobre las familias troyanas.
Como la vida está llena de paradojas, los libros que se sabe fueron escritos por Hygino no se conservan. Sabemos que fueron escritos por él porque están citados por sus contemporáneos, que los consultaban. Sin embargo, existen dos textos que se cree son suyos: un tratado de astrología y unas recopilaciones de fábulas y mitos. Mas estas obras generan dudas en los historiadores porque se encuentran copiados en los códices príncipes editados en 1535. Por ejemplo, a principios del siglo XVI se encontró en una biblioteca un manuscrito del siglo XI que recogía a su vez otro manuscrito más antiguo de Los libros de fábulas donde aparece como autor Hygino. Cosas del azar, que juega con todo y con todos.
Cayo Julio Hygino, esclavo liberto, se convirtió en el Prefecto de la Biblioteca Palatina por orden de Augusto, que fue quien le concedió la libertad. La función de los bibliotecarios de aquella época nos la describe Mohedano: «Examinaban las obras literarias, las explicaban, notando sus vicios y bellezas y distinguían lo espurio de lo verdadero».
Hombre culto, devoto de las tradiciones romanas, tenía que conocer los textos que archivaba. Tenía que leerlos y estudiarlos, pues entonces no había catálogos. Eran esos hombres ordenadores humanos, gente de amplia erudición que se paseaban sin extraviarse por los senderos de la literatura, la historia, la mitología y el arte.
Me parece verte, Hygino, con tu pelo corto y tu barba afeitada, vestido con toga y túnica blanca. Deslizas tus sandalias de cuero por los amplios salones, vas en busca de rollos de papiros donde sumergirte en busca de héroes y constelaciones.
En una mano el punzón y en la mesa las tablillas de madera untadas en cera coloreadas. Escribes. Luego, al terminar, usando los aros metálicos, unes las tablas, cierras el libro con las correas y guardas tus apuntes. Es hora de cenar… y de recogerse. Mañana, mañana tendrás que vértelas con los copistas y escribas.
Cayo Julio Hygino, estimado por los sabios de su época, murió en la más absoluta pobreza. En este triste final mucho tuvo que ver el emperador Tiberio (63 a. D – 14 d. C), a quien Plinio el Viejo (23 d. c – 79 d. C) en su Historia Natural señaló como «el más triste de los hombres». Pero este hombre que tuvo el honor de iniciar la larga lista de bibliotecarios ilustres españoles tiene un astroblema lunar dedicado a él. Se llama Hyginus y recibió ese nombre en 1935 como homenaje al estudio Astronomía poética, donde Hygino lista las estrellas.
Primer bibliotecario de España, Preceptor de la Biblioteca Palatina, esclavo liberto: Cayo Julio Hygino, te recuerdo.
ENLACES RELACIONADOS
El primer maniquí de la Universidad de Salamanca.
Librería Isla. Mi librería… ¡Adiós!
Mijaíl Osorguín. “La librería de los escritores”.