JENNY MARX

«… aquel año hubo cerezas, fresas e incluso uvas».
Jenny Marx

El libro que hoy propongo, amigos lectores, fue escrito por la mujer de Karl Marx y recoge un largo período de su vida personal, una existencia grande en calamidades.

La tristeza es un sentimiento hondo y pegajoso. Es una sensación que se apropia del ser que lo padece y no necesita de amplios espacios para manifestarse en toda su crudeza. Breves escenas de una vida agitada (1865), un documento de tan sólo veintinueve páginas, recoge anécdotas personales que han sido solapadas por las teorías políticas del marido de Jenny Marx (Johanna Bertha Julie von Westphalen, 1814-1881).

«En la primavera de 1850, nos obligaron a abandonar nuestra casa en Chelsea. Mi pobrecito Föxchen estaba siempre enfermo y las numerosas preocupaciones estaban acabando con mi salud.»

«Breves escenas de una vida agitada» nos abre una ventana a la historia doméstica de la familia Marx.

Jenny fue ama de casa y secretaria personal de su marido. Era la encargada de pasar en limpio la obra de Marx, pues el sociólogo y filósofo tenía una letra difícil. Jenny acogió en su casa a los emigrados que allí acudían. Dio conferencias, escribió artículos, participó en debates y reuniones, presidió asambleas… Jenny colaboró en las actividades políticas de su esposo —compartía y defendía sus ideas.

Breves escenas de una vida agitada pone en evidencia el abismo que existe entre las ilusiones y la realidad de la vida.

Karl Marx quiso abarcar demasiado. Quiso casarse… y se casó. Quiso tener descendencia… y la tuvo —siete hijos reconocidos, de los cuales sólo tres llegaron a la edad adulta. En 1851 tuvo otro vástago con una sirvienta, pero, para evitar el escándalo, fue reconocido por su amigo Engels. En su libro, Jenny despacha el asunto diciendo que «tuvo lugar un acontecimiento del que no voy a hablar».

Karl Marx quiso dedicarse a sus teorías —socialismo científico, materialismo histórico y dialéctico…—, y así lo hizo. Quiso dedicarse a espuelear a la clase obrera contra sus empleadores… y así lo hizo. Marx quiso abarcar más de lo que un mortal puede sostener a sus espaldas. Por eso, una vez que  puso en marcha todo lo que ansiaba, se vio impotente para responder a sus responsabilidades. Todo lo que tuvo —el protagonismo, la fama, la familia y sus libros—, lo tuvo gracias a la lealtad de su esposa y de sus amigos.

Marx se alimentó, como dice el refrán, «del cuento chino». Ni siquiera sus escritos garantizaron la subsistencia de los suyos. Cuando una de sus hijas muere, la familia no tenía ni un céntimo para el ataúd. Jenny, desesperada y en plena noche, tuvo que tocar puertas hasta conseguir el dinero necesario para enterrar a su niña.

La familia del autor de El Capital, La Sagrada Familia, La cuestión judía, El dieciocho brumario… vivió de pequeñas herencias recibidas, de algunas colaboraciones del patriarca en medios escritos, de préstamos, de empeños, de ayudas por parte de las familias de ambos y del auxilio de amigos con ingresos provenientes, muchas veces, de negocios familiares. Negocios que se vieron afectados, considerablemente, por las pequeñas revoluciones promovidas por los proyectos socialistas de Marx y de Engels.

Jenny habla en sus memorias de cómo «la tormenta revolucionaria» afectó a su familia, obligada a emigrar y a pasar «pobreza real». Dice: «Y una vez más empaqueté mis cosas para buscar un puerto seguro y pacífico en Londres» —el matrimonio se asentó, definitivamente, en la capital inglesa. Allí enterraron a sus hijos y allí fallecieron ellos.

Jenny, rica y descendiente de una casa noble prusiana, se casó con Marx, judío y alemán, el 19 de junio de 1843. El enlace inicia Breves escenas de una vida agitada.

Con un lenguaje directo, Jenny Marx narra nacimientos, enfermedades, muertes de seres queridos, deudas, acosos, persecuciones, decepciones, traiciones, sublevaciones… y pequeñas alegrías. Con lenguaje sencillo nos cuenta las contrariedades y los gozos que tuvieron lugar en su vida. Los sucesos relatados caen como aguacero sobre las páginas de su pequeño y trepidante libro. En él aparecen, entre las idas y venidas de la madre y esposa buscando dinero, las obras del hombre que admiró y que quiso toda su vida.

Las memorias de Jenny Marx hacen pensar. La lectura de esta narración va más allá de las anécdotas familiares contadas. Hay reflexiones políticas y reflexiones acerca del papel de la mujer en su época. Hay contradicciones profundas que muestran deseos burgueses. En breves escenas de una vida agitada la protagonista desahoga sus penas en soledad. Jenny no escribió las memorias para que fueran editadas. De ahí la espontaneidad de su relato.

«Por el bien de los niños ya habíamos adoptado una vida de clase media correcta y respetable (…). Ya no podíamos vivir como bohemios cuando todo el mundo era filisteo» —el comentario corresponde a un pequeño período de estabilidad económica. Durante un tiempo, Marx publicó artículos de opinión en el Tribune de Nueva York.

Las memorias de Jenny Marx demuestran, también, el rol fundamental que tiene la mujer en el éxito de su entorno familiar. En una sociedad como la nuestra, donde las labores domésticas son demonizadas, la lectura de los recuerdos de Jenny incitan a la reflexión.

¿Qué hubiese sido de los hijos de Marx si ella no hubiese asumido la responsabilidad de su hogar? —«Miraba hacia el nacimiento de mi quinto hijo y hacia el futuro con desesperación absoluta.»

Breves escenas de una vida agitada pone al descubierto una vida tensa e intensa. Es la historia privada del hombre que gestó una filosofía que acumula millones de vidas desgraciadas.

Breves escenas de una vida agitada está publicado por El Desvelo Ediciones y lleva prólogo y notas de la traductora Eva Gallud Jurado.

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El catecismo revolucionario: Bakunin, Nechayev y Dostoievski.

El despertar (Kate Chopin).

Tres mujeres (Sylvia Plath).

De Chagall a Malévich. El arte en revolución.

Dostoyevsky y la biografía psicológica (Jaime Alcalay).

Virginia Woolf. “Escritoras. Retrato de mujeres”.

1984. Película (adaptación cinematográfica de Orson Welles).

Las bellas extranjeras (Mircea Cărtărescu).

Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.

Los millones (Mijaíl Artsybáshev).

Lady Macbeth de Mtsensk (Nikolái Leskov).

Los vagabundos (Máximo Gorki). Novela.

Turgueniev. Once poemas en prosa.

Lev Tolstói. La violencia y el amor.

Fahrenheit 451 (Ray Bradbury).


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