KATHLEEN
«No habrá más personajes en la historia que los que se mencionan en la carta, y nuestra tarea debe ser dibujarlos de tal manera que sean coherentes con lo que la carta sugiere.»
Un librero amigo, al verme indecisa entre dos títulos, me recomendó el que aquí reseño. Me dijo que era ligero y desternillante. La idea de leer una buena comedia hizo que me decidiera por Kathleen; además, conocía al autor, pues había leído La librería ambulante y La librería encantada.
Ayer terminé Kathleen. Y, efectivamente, tiene escenas que hacen que nos doblemos de risa, pues es una comedia de enredos, aunque la novela es mucho más que un libro divertido. Aprovechando el argumento, en apariencia sencillo, Morley afirma que la literatura se nutre de la vida, que es dependiente de ella.
Kathleen se desarrolla en Inglaterra antes de la Primera Guerra Mundial. En un ambiente relajado, ocho estudiantes de la Universidad de Oxford crean, con el fin de reunirse y pasar un buen rato, un club literario al que asignan el nombre de Los Escorpiones. Entre risas, tragos y cigarrillos, los amigos comparten impresiones y leen sus manuscritos. En una de esas largas tardes domingueras es que nace la idea de construir una novela por entregas.
Forbes es el designado para poner en marcha el proyecto. Pero los días pasan, la fecha escogida para la lectura del primer capítulo se acerca y a Forbes no se le ocurre nada. Mas una tarde, el joven entra en una librería y en ella descubre una carta extraviada. Su corazón se enciende y su mente se despierta.
La misiva en cuestión es muy sencilla, tiene muy poca información. Unos nombres, una dirección, una fecha y un asunto sin demasiada importancia. Pero Forbes ve en la carta motivo de inspiración. Y propone a los amigos construir su novela a partir de los datos de la epístola. Propone, además, que los personajes sean los que aparecen en la carta. De esta forma, el destinatario se convierte en héroe y la remitente en heroína. A las demás personas mencionadas se les asigna un papel secundario. De esta idea, aplaudida por todos, nace la trama de la novela por entregas.
En cuanto se redacta el primer capítulo el juego se convierte en literatura. Y los actores reales —los que aparecen en la carta— se transforman en personajes de ficción que habitan un entorno imaginado.
La trama va enriqueciéndose de acuerdo a las personalidades de cada socio, de ahí que unos capítulos sean más melancólicos o efusivos que otros. Pero hay algo que todos comparten: su recelo por el destinatario, al que han convertido en su rival. En la medida en que los jóvenes van escribiendo los episodios de Kathleen van enamorándose de la remitente de la carta, pues proyectan en ella, al no conocerla físicamente, el ideal de belleza femenina que cada uno tiene.
En toda historia de ficción subyace la realidad, nos dice Morley en su novela. Todo arte se construye a partir del entorno real de su creador. Los personajes y la trama de la que parten los estudiantes son reales. Sin embargo, la literatura no es historia, se diferencia de esta porque necesita, porque requiere imaginación para tener vida propia. La literatura es espejo donde se refleja el pensamiento, el tiempo, el espacio de su autor; pero, no lo olvidemos, también es espejo cóncavo que distorsiona la concreta visión que el narrador tiene de su mundo.
En la Poética, Aristóteles hace una distinción fundamental entre poesía e historia. Aristóteles afirma que la historia cuenta lo particular —en la novela por entregas lo particular es la misiva— y la poesía lo universal —en la novela es lo construido a partir de la carta—. La historia cuenta lo sucedido y la poesía lo que podría haber ocurrido, nos dice el filósofo griego.
En este punto hay que resaltar también que Christopher Morley fue estudiante en Oxford y escribió Kathleen un año antes de regresar definitivamente a Nueva York. El autor conocía el ambiente universitario inglés y, probablemente, el embrollo en que mete a sus personajes tiene toques biográficos. Es posible que detrás de sus ocho protagonistas se escondan amigos suyos y… también él —integran el grupo de Los Escorpiones siete ingleses y un americano.
Christopher Morley.
Pero volvamos a Kathleen. Los integrantes del club literario Los Escorpiones deciden en junta, por unanimidad, dar un paso más: conocer a la autora de la misiva que, para el capítulo siete de su incipiente novela, los ha atrapado a todos. Con la dirección que aparece en la carta y el nombre de la muchacha acuerdan hacer una excursión en busca de la «verdadera Kathleen». Esta decisión es la causante de un sinfín de enredos que llevan la impronta humorística de Morley y que no desvelaré para no estropear las divertidas escenas en casa de los padres de la musa. A esta situación hay que añadir el toque heterogéneo del grupo, recurso que permite al autor jugar con las diferencias culturales y crear secuencias ingeniosas.
Morley nos dice que, aunque realidad e imaginación son los ingredientes principales para construir una novela, hay más requisitos que deben cumplirse. La literatura requiere de un modo coherente de narrar, de ordenar los hechos. De ahí que los ocho amigos tengan que establecer unas pautas generales y definir las características de los personajes antes de comenzar a escribir la novela.
Hay algo más que resalta Christopher Morley y es que, al dar voces a cada uno de los ocho estudiantes, pone de manifiesto que la literatura no sólo depende de una buena historia. La literatura es una forma de narrar y ese modo tiene que ver con las palabras, con cómo se expresan las ideas, con cómo se construye la trama. La manera de contar es el sello de autenticidad que tiene todo escritor.
Realidad + imaginación + estilo de narrar= literatura. Es la fórmula que Christopher Morley, entre risas, nos presenta en Kathleen.
Kathleen se encuentra dentro del catálogo de la editorial Periférica.
ENLACES RELACIONADOS
George Robert Sims. “Memorias de una suegra”.
La máscara robada (Wilkie Collins).
“En la niebla” (Richard Harding Davis).
Reencuentro (Margaret Deland).
Flores para la señora Harris (Paul Gallico).
Lur Sotuela. “Maldita literatura”.