LA PEONZA Y EL NIÑO

«Cuando el delito se multiplica, nadie quiere verlo.»
Bertolt Brecht

Títere de muelle, técnica mixta, Ángel Acosta León, 1963.

La peonza salta de las manos del niño a la acera y le ofrece un sinfín de combinaciones de colores con su frenética danza. El niño observa el arcoíris que  serpentea frente a sus asombrados ojos —pupilas clavadas como tachuelas al trompo.

El borracho, que descansa sobre unos cartones sucios, contempla la escena, impasible, hasta que algo lo hace incorporarse de un salto.

¡Ahí está!, gesticulando y voceando entre hipos bañados en alcohol, haciendo de su empeño, gracias a sus extravagantes movimientos, una grotesca exhibición. Pero los civilizados y aseados viandantes, jueces que lo juzgan diariamente, han decidido no detenerse ante él y, ajenos, continúan su camino.

Sólo las aves escuchan las voces de auxilio. Los pájaros llegan en bandadas y se posan silenciosos en las cornisas y en las ramas. Gorriones y palomas contemplan fascinados cómo el niño es apresado por el arcoíris que emana del trompo.

El viento fiero refuerza el movimiento frenético de la peonza, que caracolea, majestuosa, alrededor de la cintura del chico, manifestando, con los nudos devoradores que construye, sus verdes, oros y añiles.

El borracho, vencido por la impotencia, disuelve sus truenos en ron y los pájaros alzan el vuelo en busca de nuevos cotilleos.

firma gabriela3

ENLACE RELACIONADOS

El bosque.

El diván.

El cuervo.

El señor marqués.

La cesta de abedul.

La fotografía de la partida de ajedrez.

El diablo en la playa.

El coro mudo.

Espiral.

Examen final.

El único hijo.

Diablillos de excursión.


Compártelo con tus amigos: