LEÓN TOLSTOI

«¿Sabes dónde ha brotado este grano, abuelito? ¿Lo has sembrado en tus campos o lo has comprado en alguna parte?»

León Tolstoi (1828-1910), de entre todos los géneros de la literatura, se decantó por el cuento. El cuento le sirvió para hacer llegar a las gentes sencillas de su época los mensajes instructivos que quería transmitir y que eran portadores de sabias enseñanzas.

La naturaleza, los campesinos empobrecidos y Dios son los tres pilares en los que se sostiene su obra. En La semilla milagrosa, Tolstoi nos habla de valores y de contravalores y lo hace utilizando recursos muy atractivos para los jóvenes lectores. Aunque la historia tiene lugar en un punto concreto, y aunque tiene personajes muy definidos, se da la vuelta, gira y camina hacia atrás. Y lo hace sin que ninguno de los protagonistas sienta la alarma que esta situación pueda provocar. En La semilla milagrosa, el padre, del padre del padre de un viejísimo campesino, será el único que pueda dar respuesta al problema planteado en la narración.

Tolstoi nos dice que el amor al trabajo dignifica y enriquece. El autor nos dice que el respeto a los bienes ajenos, a la tierra que nos alimenta y a Dios son méritos que otorgan conocimiento y felicidad. Tolstoi afirma que la codicia, la envidia y la ambición son contravalores que sólo conducen a la ignorancia, a la tristeza y a la decrepitud.

No voy a exponer aquí el argumento de La semilla milagrosa. No voy a estropear la magia del cuento. Prefiero que descubras, en compañía del Zar y de su corte de eruditos, qué es «ese objeto parecido a un huevo de gallina». Pero sí te diré que La semilla milagrosa encierra otra moraleja. Tolstoi le pone un suspenso a los sabios de su historia, pues, lector, el estudio sin práctica no es de provecho —hay conocimientos que sólo se adquieren con la experiencia que da el oficio ejercitado.

Sobre fondos negros y ocres surgen las figuras que Sara Romero ha creado para dar vida a los personajes de una historia que nos alerta de los peligros que acechan al hombre que ha olvidado que la tierra es quien lo alimenta.

La semilla milagrosa tiene las tapas duras, la letra blanca y redondita y está publicado por la editorial Mil y un Cuentos. Está recomendado para niños a partir de 8 años.

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