LA TRADUCCIÓN POÉTICA SEGÚN MANUEL DÍAZ MARTÍNEZ
«La poesía debe ser traducida siempre por poetas».
El pez dorado, Balthus, óleo sobre lienzo, 1948.
Sé que, a lo largo de tu carrera, te han hecho muchas entrevistas relacionadas con tu poesía, con la política y con tu profesión de periodista; pero como traductor de poetas creo que nunca se te ha preguntado. Y has traducido al castellano poemas escritos en portugués y en francés.
Hoy quiero romper el maleficio, aprovechando la traducción que has hecho del soneto Fracaso, del parnasiano Severiano de Heredia (1836-1901), y te hago cuatro preguntas con la intención de saber qué sucede en tu quirófano cuando el poema entra para sufrir una operación de estética que le permita ser gozado en nuevos destinos. Hoy te pido que me cuentes algunos secretillos del arte de la traducción, del arte del poeta mirón que hurga en los versos de otro para adaptarlos a un nuevo lenguaje. Así que ahí van mis preguntas.
1. ¿No crees que el traductor es un intruso, con voz y voto, en el poema que traduce? ¿No crees que cuando traduce… crea?
MDM: El traductor es un intruso indeseable si hace mal su trabajo. Cuando traduzco un poema —sólo he traducido del portugués y el francés al español—, en primer lugar asumo el estilo de su autor y, dentro de este marco formal, imagino cómo yo, en mi idioma, habría concebido ese texto.
En la traducción de un poema, lo fundamental que hay que trasladar de un idioma al otro es la poesía, no las palabras. Para lograr esto tenemos que ser fieles al lenguaje polisémico de la concepción poética más que al básico, académico, de los diccionarios. Esto da la medida de la compleja tarea re-creativa que es traducir un poema.
2. ¿Piensas que un poema sufre menos mutilaciones cuando es traducido por un poeta que cuando es traducido por alguien que no lo es, aunque esa persona tenga un excelente dominio de los dos idiomas?
MDM: Sin lugar a dudas es así. La poesía debe ser traducida siempre por poetas. Supongo que un poeta está más capacitado para obtener resultados mejores como traductor de poesía que alguien carente de la gracia, la intuición y el oficio que hacen al poeta.
El poema es lo más difícil de traducir. Un poema es una obra de arte y, como tal, es una unidad sellada de forma y contenido. La calidad de la traducción de un poema depende de hasta dónde el traductor logre reproducir esa unidad, esa simbiosis, en el idioma de recepción. Y como trasladar un poema de una lengua a otra no puede ser un acto mecánico, obviamente conseguirán mejores resultados aquellos traductores que conozcan más los idiomas con los que trabajan y las literaturas a que estos pertenecen, o sea, aquéllos que dispongan de más cultura, de más recursos.
Manuel Díaz Martínez en su estudio en Las Palmas de Gran Canaria, fotografía, Claudia Díaz Gronlier, 2020.
3. Hay editores que prefieren la traducción literal del poema cuando se trata de idiomas muy alejados del nuestro. A mí se me hace bastante árido el camino de la lectura con esas traslaciones «al pie de la letra» —pienso, por ejemplo, en las traducciones al castellano de las poesías de Karol Wojtyla y August Strindberg, que he dejado en este blog—. Pero los editores opinan que habría que trabajar mucho el verso y que terminaría tan alterado que se convertiría en otro… si se da prioridad a la métrica y a la rima original. Como lectora agradezco la intención; sin embargo, echo en falta en esas «mudanzas» algo que, como cigarra, me haga saltar, ágilmente, de una estrofa a otra.
MDM: Es tan posible trasladar de un idioma a otro la «idea» de un poema como imposible hacerlo sin alterar su métrica y rima. O sea, esta dificultad afecta inevitablemente la estética formal del texto que se traduce. Para esquivar este escollo —enfrentarlo es ponernos a inventar aproximaciones y remedos—, Juan Ramón Jiménez optó por presentar como poemas en prosa los textos en versos que tradujo al castellano.
4. Y, por último, como esta entrevista tiene como pretexto la traducción que has hecho del poema Fracaso, dime, ¿te dio mucha guerra mantener la forma encorsetada del soneto al llevarlo al español?
MDM: Como te dije, traducir lo más fielmente posible un poema es tarea complicada, y poner en español el soneto de Severiano no fue una excepción, aunque no me dio tanta guerra como otros.
Severiano de Heredia, fotografía de los archivos del Ayuntamiento de París.
FRACASO
Ay de ti, ay de ti que, hacha en mano, socavas
El árbol moribundo de nuestras viejas quimeras
Y no dejas de lanzar, sin temer al futuro,
tus amargas palabras al Dios de Nazareth.
Los jóvenes pensantes que en el camino se hunden
Y, pálida la frente, se arriman a sus madres,
A ustedes todos deben la duda sobrehumana
Que desde siempre agosta sus efímeras almas.
Ahora París no es más que un desierto habitado:
Un incesante viento que reseca y sacude,
Sobre su pedestal, ¡la vieja Fe que llora!
Y frente a sus escombros cada hombre está triste,
Y, al verte maldecir, más de uno se pregunta
Si lo mejor no fuera rezar, creer, sonreír.
(Traducción de Manuel Díaz Martínez).
*
DÉFAILLANCE
Malheur, malheur à vous qui, la cognée en main,
Sapez l’arbre mourant de nos vielles chimères,
Et qui jetez toujours, sans peur du lendemain,
Au Dieu de Nazareth vos paroles amères!
Si les jeunes penseurs s’affaissent en chemin,
Et si leur front pâlit même et auprès de leurs mères,
C’est que, grâce à vous tous, un doute surhumain
Use dès le berceau leus âmes éphémères.
Paris n’est aujourd’hui qu’un désert habité:
Un vent que nous dessèche y secoue à toute heure
Sur son vieux piédestal la vielle Foi qui pleure!
Et devant ses débris tout homme est attristé,
Et plus d’un se demande, en vous voyant maudire,
S’il ne vaudrait pas mieux prier, croire et sourire!
ENLACES RELACIONADOS
Manuel Díaz Martínez: “Sobre la poesía.”
Cuaderno de rimas (Manuel Díaz Martínez).
Max Henríquez Ureña. “Poetas cubanos de expresión francesa”. Capítulo dos: José María de Heredia
Max Henríquez Ureña. “Poetas cubanos de expresión francesa”. Primera Parte.
Ensayo sobre las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (Manuel Díaz Martínez). Texto íntegro.
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Acertijo sobre la vida. A mi madre Ofelia.
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Rafael Alcides Pérez. Poemas. Y “Rafael Alcides y el hombre común” de Manuel Díaz Martínez.
José Álvarez Baragaño. Poemas y “En torno a la poesía de Baragaño” de Manuel Díaz Martínez.
Fuera del juego (Heberto Padilla). Algunos poemas.
La buena memoria (Belkis Cuza Malé).
José Lezama Lima (Manuel Díaz Martínez).
Siempre se aprende cuando escuchas a Manolo. Y cierto es, la traducción de poesía requiere del traductor una extrema sensibilidad poética. También es verdad que se traduce sentido, y que la cuestión está en lograr efectos similares entre el lector del original y el de la traducción. Problema aparte es la métrica porque no todas las lenguas poseen un igual sistema métrico. Entonces, el traductor, que también es un creador , se enfrenta a un difícil reto. Sólo lo resuelve moviéndose entre sentido y efecto.
Sonia Bravo Utrera