LAS BELLAS EXTRANJERAS
«Nadie sale indemne de su propia vida».
Ágiles, desenfadados e irónicos son los tres relatos autobiográficos recogidos en Las Bellas extranjeras, libro que, a través de fragmentos de la vida de Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956), nos acerca a la Rumanía de Ceaușescu (1918-1989) y a la que lo liquidó; así como al mundillo literario que se mimetiza en cualquier lugar del planeta.
Las bellas extranjeras cose la vida cotidiana y la profesional con un hilo universal: el humor mordaz. Tras la apariencia de una narración con desparpajo, en la que el escritor sacude la vara sobre los lomos de su sociedad y de la gente que la aspira —o la aspiró—, y donde no deja de flagelarse, hallamos una umbría que ensombrece las sonrisas que nos arrancó el texto.
La generación de los ochentistas, a la que pertenece Mircea Cărtărescu, pena por una «tristeza paralizante» —así define el autor la presidencia socialista de Ceaușescu (1967-1989)—. De ahí el desconsuelo y la descortesía, para con los suyos, que subyacen en Ántrax, Las Bellas extranjeras y El viaje del hambre, tres historias que hablan «de la condición humana».
Mircea Cărtărescu apuesta por el humor porque la sonrisa permite al lector distanciarse del contenido fundamental de los relatos. De esta manera, el narrador consigue provocarnos un runrún que hará que ahondemos en sus profundas impresiones una vez finalizado el libro.
La lectura de Las Bellas extranjeras es tramposa. La tensión, que provoca el contenido, se alivia con el ingenio, aunque no desaparece. Opino que Las bellas extranjeras no pertenece al género de la comedia, sino del drama. En el libro lo grave se presenta como divertido —en la Ética a Nicómaco, Aristóteles cita a un amigo de Zenón que afirma: «Sé alegre, así puedes ser serio».
Un ejemplo de lo que digo está en esta valoración expresada en una de las anécdotas contadas de manera relajada: «El número de analfabetos e imbéciles no desciende en el mundo con el paso del tiempo, sino que cada vez es mayor».
La risa tiene significado social y es una buena herramienta para hacer mordaces críticas sociales. Las bellas extranjeras denuncia tiranías, miserias, falta de libertades, hambre, humillaciones… Habla de envidias, pullas y rencores; también de buenas amistades y noticias. Es un volumen peculiar que tiene, incluso, la habilidad de abrirnos el apetito por otros autores mencionados por Cărtărescu.
Las bellas extranjeras está traducido por Marian Ochoa de Eribe y se encuentra dentro del catálogo de la editorial Impedimenta.
ENLACES RELACIONADOS
Hans Keilson. “Ahí está mi casa”.
La vanidad humana (Jaroslav HaŠek).
Imre Kertész. “La última posada”.
El castillo de Gripsholm (Kurt Tucholsky).
Judas Iscariote y otros relatos (Leonid Andréiev).
El papel de mi familia en la revolución mundial (Bora Ćosić).
El catecismo revolucionario: Bakunin, Nechayev y Dostoievski.
En la colonia penitenciaria (Franz Kafka).
El secreto de Kafka (Virgilio Piñera). Texto íntegro.