LAS LETANÍAS DE LA VIRGEN

Virgen con el Niño y rodeada de ángeles, Botticelli, tempera sobre tabla, h. 1483.

Para el mes de mayo, mes de María, qué mejor que leer los cantos recogidos en Las letanías de la Virgen (1932), cantos en los que el poeta cubano-francés Armand Godoy (1880-1964) muestra su devoción a la mujer que dio a luz al Salvador.

Las letanías de la Virgen es un poemario de tono íntimo, un espacio donde la paz halla rincón para reposar. Es un oracional delicado y bello que incita a la meditación y que nos muestra al poeta que navegó entre las corrientes parnasianas y simbolistas; al poeta admirador de las obras de Paul Verlaine (1844-1896) y de Charles Baudelaire (1821-1867).

Armand Godoy tejió con palabras un vínculo indisoluble entre él y la Virgen: son sus cuarenta y ocho poemas el medio que utilizó para encomendarse a Ella, para dar gracias a Dios y para pedir por la humanidad.

Las poesías reunidas en Las letanías de la Virgen fueron bautizadas en la fe católica y son líricas y rítmicas. Hijas de un período engañoso, de una época atrapada entre dos guerras mundiales, tienen el poder que les otorga la serenidad, única actitud que permite al hombre descubrir al Creador.

En 1934, Juana Ibarbourou escribió: «Armando Godoy… ¡Cuánta emoción, cuánta belleza, qué tesoro de poesía auténtica en la obra lírica de este hombre que es en todo —la literatura y la vida— un artista máximo y puro, de voz tan honda y expresión tan rica, que ya la admiración universal se ciñe a su nombre como una hiedra!».

Como he dicho, son cuarenta y ocho las poesías reunidas en Las letanías de la Virgen, libro editado en Madrid en la Imprenta de Gao Sáez y del que conservo un ejemplar. Aquí les dejo trece poemas. Para ilustrarlos me he ido a pasear, virtualmente, por la Galería Uffizi, pues sus salones guardan inmensos tesoros que homenajean a quien gustaba del color del cielo para vestirse: la Madre del Hijo.

POEMAS

María, Cristo y el joven Juan Bautista, Rafael, óleo sobre madera, antes de 1506.

SANCTA DEI GENITRIX

Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios,
escucha mi oración, mi oración que es sincera,
borra el último adiós, borra el primer adiós,
la postrer pesadilla y la causa primera.

Me señaló ya tu Hijo la divina estación
en que el amor derrite la piedra y los abrojos,
y el tesoro recóndito que verá el corazón
cuando venga la muerte para abrir nuestros ojos.

Santa Madre de Dios, Santa Perenne Unción,
Jesús guía mi sed y dicta mi oración.

Virgen con el Niño, Botticelli, óleo sobre lienzo, 1566-1567.

MATER PURISSIMA

Madre, Madre Purísima, al rezarte yo siento
mi frente acariciada por el cálido viento
que en mi isla perfumada me habló por vez primera
de tu amor, de tu cielo y de tu primavera.

Aquel día yo vi tu cabellera sola
flamear en cada brisa, flotar en cada ola,
y gritar a los pájaros la gloriosa mañana
en que el Ángel te dijo su profecía arcana.

¡Oh, mi Madre Purísima, cuando mi alma te reza,
siento encenderse el himno de la naturaleza!

Virgen con el Niño, Filippo Lippi, tempera sobre tabla, h. 1460-1465.

MATER AMABILIS

Oh, Madre Amable, enséñanos a sufrir las afrentas
y los falsos poetas y la amistad perjura,
los pedantes que envidian, ¡pobres almas violentas!,
ensuciando tus cielos con su mirada impura,

hinchando su carencia como parche sonoro,
tomando por el sacro fuego que transfigura
nuestra angustia su vil afán de carne y de oro,
y por el dardo alado la espina en miniatura.

¡Oh, Madre Amable, enséñanos a perdonar la injuria
y del falso poeta la ridícula furia!

Anunciación, Lorenzo di Credi, tempera sobre tabla, h. 1480-1490.

VIRGO PRUDENTISSIMA

Oh, Virgen Prudentísima, díctanos la plegaria
que pone brida al ansia hirviente y temeraria,
que asordina el crepúsculo y su flámula altiva,
la esperanza muy clara y la aurora muy viva.

Dinos cómo se cambia en riachuelo el torrente,
en verano el invierno, en manso el maldiciente
y en margarita breve, de pétalo sutil,
al girasol teatral de orgulloso perfil.

Dinos, Virgen Prudente, la oración del querube
que disuelve la piedra y endurece la nube.

La Virgen y el Niño entronizados y rodeados de ángeles, Duccio di Buoninsegna, tempera sobre tabla, 1285.

VIRGO POTENS

Oh, Virgen Poderosa, castiga a los potentes,
su mutismo soberbio, sus miradas ausentes;
diles cómo la fuerza verdadera y sin máscara
reside en la semilla vital y no en la cáscara;

diles cómo la hierba y cómo el tierno infante
ven desplomarse el roble y al atleta triunfante,
y que para vencer el torso más perfecto
basta un leve airecillo, basta un sutil insecto.

¡Oh, Virgen Poderosa, hiere al fatuo, al tirano,
al bruto coronado y al sátrapa, su hermano!

Virgen con el Niño, Luca Signorelli, tempera sobre tabla, 1490.

VAS SPIRITUALE

Oh, Vaso Espiritual de férvido cristal,
miel y perfume y música y esplendor matinal,
en nuestro corazón la aurora te vacía,
pero eres en la noche más rico todavía.

Y cuando nuestra angustia se hace lágrima y grito
al borde del mantel blanquísimo del rito,
se evapora el pecado, se disuelve en un lloro
y en la gloria de tu himno de amor, vaso sonoro,

pues tu vientre de arcilla es para el corazón
el lago sin orillas del celeste perdón.

Virgen de la Enfermería, Defendente Ferrari, tempera y aceite sobre tabla, 1505-1511.

VAS HONORABILE

Oh, Vaso del Honor, a los sabios vencidos
a los locos que piden Paraísos Perdidos,
a los Hamlets que escrutan la flor del cementerio,
complicada y sutil, henchida de misterio,

dales con mano pródiga a respirar tus rosas,
para que sepan Causa y Efecto de las cosas,
y sus ojos penetren los círculos vedados
aunque cierren los párpados dolientes y cansados!

¡Oh, Vaso del Honor! ¡Oh, Vaso del Honor!
¡La unánime Verdad nace de tu Candor!

Adoración del Niño, Correggio, óleo sobre lienzo, 1518-1520.

ROSA MYSTICA

Rosa Mística, ¡oh, Rosa! Ya mi alma se extasía
en el alma misteriosa de la Poesía,
y llegará un instante de frenesí sonoro
que será, por tu gracia, sideral rosa de oro.

Haz que muera cantando, en místicas salmodias,
la mañana y sus pájaros, la noche y sus custodias,
la vida y sus delirios, la muerte y sus tenebros,
y mi hijito querido de grandes ojos negros.
Rosa Mística, ¡oh, Rosa! Ya mi alma se extasía,
en el alma misteriosa de la Poesía.

Virgen e Hijo entronizados, Giotto, tempera sobre tabla, h. 1300-1305.

STELLA MATUTINA

Estrella Matutina, ¿hacia cuál de los puertos
guiarás la frágil proa de mis días inciertos?
Sobre mi ayer y mi hoy y mi mañana, escancia
tu ardiente vino de oro de celeste fragancia.

Enloquecen los pájaros, de amor, bajo tu llama,
y la esperanza herida que tu mirar reclama,
y el náufrago perdido, y el ciervo moribundo,
y el infante que llora sobre un seno infecundo.

Todos cantan tu gloria, que del Oriente emana,
¡oh, luminosa Flor de la Tierna Mañana!

Virgen con el Niño y el joven San Juan, Carucci, óleo sobre tabla, h. 1529-1530.

REGINA VIRGINUM

Oh, Reina de las Vírgenes, a las niñas embrujas
con tu voz que detiene su canto y sus agujas,
y sueñan con la muerta mariposa que brilla
en el cofre impregnado de clavel y vainilla.

¡Oh, Reina de las Vírgenes, por ti los moribundos
rehacen sus desfiles de sueños vagabundos
en cuya frente lucen, días buenos y malos,
la caricia primera, los primeros regalos!

¡Oh, Reina de las Vírgenes, a las niñas embrujas,
y hasta el Reloj del Tiempo detiene sus agujas!

Virgen con el Niño, Perin del Vaga, óleo sobre lienzo, h. 1535-1540.

REGINA CONFESSORUM

Madre del Confesor, que sienta yo el valor
de proclamar mi fe braveando los sonrojos,
de sufrir el aplauso del pedante menor
que quiere interpretar el color de tus ojos,

que profana tu nombre, que escupe a la montaña,
que cuando habla poesía en el chantaje piensa,
que el éxito del otro es veneno en su entraña
y que dice: «Así sea», cuando a Luzbel inciensa.

¡Madre del Confesor, que sienta yo el valor
de proclamar mi fe sobre el dolor!

Virgen del Retablo de la Nieve, Stefano di Giovanni, tempera sobre panel, 1432.

REGINA SANCTORUM OMNIUM

Oh, Reina de los Santos, Tú guías el rebaño
de sus votos y sueños de santidad de antaño,
hacia la inextinguible aflicción de esta tierra
donde aún reina el Demonio terrible de la guerra.

¡Haz que al tímido pío de frágiles polluelos
se callen los clarines, que es la voz de los duelos,
y que sobre la espada y sobre la bandera
florezca tu bondad como una primavera,

para que en miel unánime y en melodiosos cantos
se abreven las ardientes promesas de tus Santos!

Virgen con el Niño, Santa Isabel y el niño San Juan Bautista, Andrea del Sarto, óleo sobre tabla, 1529.

REGINA SACRATISSIMI ROSARII

Oh, Reina Sacratísima del Rosario en el mar
caerá mi último rayo con mi último cantar.
Yo quiero que el Ayer, el Hoy y el Porvenir
se quemen en tus ojos de radiante zafir;

que vuele la Paloma del seráfico amor,
antes que yo sucumba, sobre la tierra en flor;
y que del mal de odiar y del mal de vivir
no sienta ni el recuerdo cuando vaya a morir.

¡Oh, Reina Sacratísima del Rosario, mi canto
postrero está en la noche constelada de llanto!

ENLACES RELACIONADOS

Mes de María. Poesías latinoamericanas inspiradas en la Virgen.

Max Henríquez Ureña. “Poetas cubanos de expresión francesa”. Capítulo 4: Augusto de Armas y Armand Godoy.

Gertrudis Gómez de Avellaneda. Poemas religiosos para Semana Santa.

Siglo de Oro. Poetisas religiosas.

Baudelaire y “Las flores del mal”. Poemas.

Marceline Desbordes-Valmore. Poemas.

Max Henríquez Ureña. “Poetas cubanos de expresión francesa”. Capítulo 3: Severiano de Heredia y Cornélius Price.

Max Henríquez Ureña. “Poetas cubanos de expresión francesa”. Capítulo dos: José María de Heredia

Max Henríquez Ureña. “Poetas cubanos de expresión francesa”. Capítulo 1.

La Navidad en el Museo Nacional del Prado.


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