LICHTENSTEIN Y EL CARTEL PUBLICITARIO
«¡Maldita sea! ¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí?»
Warhol
Luna, luna, Hamburg, impresión offset,1987.
¿Qué es lo que no se le ocurrió a Warhol y sí a Lichtenstein? Pues incorporar los personajes de los cómics y de los cartones animados a la publicidad —Andy Warhol (1928-1987), el otro tótem del Pop Art, lamentó que se le hubiese escapado yacimiento tan peculiar.
A Roy Lichtenstein le llegó la fama el mismo año en que yo nací. 1962 lo ensalzó a él y me recibió a mí. ¿Quién sabe si esa es la razón por la que, de entre todos los integrantes de su grupo, es mi favorito?
Against Apartheid, litografía offset, París, 1983.
En 1962 le llegó el éxito a Lichtenstein, cuando Leo Castelli (1907-1999) —propietario de la galería neoyorkina más importante de esos tiempos— organizó su primera exposición —Castelli fue hasta 1961 el representante del padre de las sensuales y melodramáticas rubias platino.
Lichtenstein vendió todas sus obras antes del día de la inauguración de la muestra comisionada por Castelli. Sin embargo, no es hasta 1966, en la Bienal de Venecia, que el creador ocupa lugar en el altar de los consagrados, sitio que no ha perdido a pesar de no estar ya entre los vivos —murió en 1974 y, desde entonces, su trabajo no ha parado de revalorizarse.
As I Oponed Fire Poster, litografía offset, Ámsterdam, 1966.
Hoy dedico mi entrada a la cartelería de Roy Lichtenstein.
La revolución de los carteles tuvo lugar en Francia en el siglo XIX, como todos sabemos. Y, como todos sabemos, la modernidad a la cartelería llegó con la incorporación del color a la impresión y con los avances en la técnica litográfica, que permitió la reproducción en serie.
El arte del diseño gráfico tiene un nuevo rebrote en los años sesenta del siglo pasado. Este nuevo renacer se lo debe al Pop Art (1963), movimiento que reunió a una serie de artistas con un abanico muy amplio de ofertas estéticas, que no de intenciones —la temática era compartida por el grupo; así como la crítica a la sociedad de consumo, crítica velada o ácida, pero siempre divertida.
Izquierda: Moffet for Senator, serigrafía, Connecticut, 1982. Derecha: ¡Dukakis 88!, impresión offset (realizado para la campaña electoral en California), 1988.
El cómic, los colores brillantes, los productos vulgares, los materiales de desecho, los personajes de dibujos animados… encuentran su sitio en el cartel publicitario de carácter comercial, cultural, social y político.
En los años sesenta del siglo pasado nació el afiche que anuncia lo que todos comprenden. Sin embargo, es un grafismo que no es ingenuo. Es crítico, pues con su simpleza juzga la pereza del público que prefiere obviedades a tener que pensar.
Sock Announcement, litografía offset, Los Ángeles, 1963.
El Pop Art convierte los objetos de uso común —los que fueron motivos de los bellos anuncios de Alfons Mucha (1860-1939) y de los desenfadados reclamos de Toulouse-Lautrec (1864-1901)— en obras de arte.
Los artistas pop se sirvieron del cine, de la televisión, de la prensa escrita, del fotomontaje, del collage…. Hicieron uso de todos los soportes que se moldean a la estética del hombre masa.
Stepping Out Poster, litografía offset (realizada para la Leo Castelli Gallery), 1979.
Lichtenstein partió del expresionismo abstracto. Ahí es donde hallamos la semilla que luego dio frutos tan espléndidos en el mundo de la publicidad.
La decisión de volcarse en las artes gráficas tiene su origen en 1960, que es cuando inicia su etapa como profesor asistente en la Universidad Estatal de Nueva Jersey. Ese ciclo de su vida lo puso en contacto directo con lo que se cocía en el mundo comercial. Es en este período, de su incipiente carrera como publicista, en el que dibuja a Mickey y a Donald yendo de pesca (Look Mickey, 1961).
Lichtenstein no tuvo éxito con sus piezas abstractas, quizás sea esa una de las razones por las cuales encontramos en sus obras posteriores brochazos, no figurativos, de tono burlesco; aunque también hay trabajos suyos donde la pincelada abstracta recibe su homenaje —sabemos que en el arte lo absoluto no tiene cabida, que donde hubo fuego… cenizas quedan.
Van Gogh Poster, impresión offset, Ámsterdam, 1990.
Apple, litografía offset, París (realizado para la Galerie Templon), 1983.
¿Qué distingue sus obras de la del resto de sus compañeros? Pues varias cosas.
Una de ellas es su gusto por crear composiciones temáticas. Series ordenadas que, al decir de su autor, nacieron ajenas «a la contemplación y a la meditación» y que son el resultado de «consideraciones prácticas» —Explosions, Imperfect, Brushstrokes, Nuders, ¡Crak!, Landscape, Crying Girl…
Nudes Poster, impresión offset (realizado para la Leo Castelly Gallery), 1994.
(Primera serie de desnudos femeninos.)
Otra característica es la incorporación al grafismo de la viñeta y de los personajes de los dibujos animados. Tintín, Mickey, Donald… son presentados con humor en un mundo de paradojas. Un ejemplo lo tenemos en Tintín Reading, donde el protagonista de Hergé comparte espacio con las bailarinas de Henri Mattise (1869-1954).
Tintin Reading, impresión offset, Bruselas, 1995.
Izquierda: Diseño para portada del disco de Steve Reich «The Four Sections», impresión offset, Nueva York, 1991. Derecha: Next Wave Festival (Brooklyn Academy of Music), litografía offset, Nueva York, 1983.
Otra peculiaridad de su arte es su rechazo a la perspectiva renacentista.
Y otra singularidad es su peculiar paleta de pigmentos primarios —con un color brillante, en no pocas ocasiones, expone lo que se quiere vender.
Luego está el acople del trazo a la finalidad del afiche.
Lichtenstein tiene una línea que recuerda las esculturas de alambre de David Smith (1906-1965). Pero también tiene una línea abstracta y otra, tintada en negro o en azul imprenta, que es decorativa y que se inspira en el Art-Déco —Lincoln Center es un ejemplo de esta última alternativa.
Lincoln Center, serigrafía sobre aluminio, Nueva York, 1966.
La repetición de figuras geométricas —la geometría le viene de la variante norteamericana del Art Déco— y la introducción de elementos chinescos son otras características de su grafismo.
Pero hay algo que es único, algo que hace que se sepa que un cartel es suyo. Me refiero, ¡cómo no!, a la lágrima de la rubia. Una lágrima que no es estética, sino simbólica. Una lágrima que tiene la función de incorporar emoción a la imagen publicitaria.
Kunstahlle Bern, serigrafía, Suiza, 1968.
Izquierda: Stedelijk Museum Poster, litografía offset, Ámsterdam, 1967. Derecha: The Solomon R. Guggenheim Museum, serigrafía, Nueva York, 1969.
Y, por último, está la cuadrícula. La cuadrícula es una plantilla formada por una trama de puntos regulares que recuerdan la impresión de los periódicos de gran tirada —Lichtenstein incorpora al cartel la técnica Benday, pero con el punto ampliado. Crying Girl es un ejemplo.
Crying Girl, litografía offset (realizada para la Leo Castelli Gallery), 1963.
Lichtenstein evitó la pincelada singular y los matices cromáticos. Lo suyo era lo urbano y en lo urbano no tenía cabida la expresión tradicional, fruto del criterio de unicidad —no veía mal que otros se inspiraran en sus carteles para hacer sus anuncios.
Roy Lichtenstein se puso al servicio de crear una iconografía callejera que incluyera lo que se llevaba, pues las artes gráficas tienen un fin único: conectar con el consumidor-espectador del momento, que en el siglo XX ya se mostraba habituado a la «reproducibilidad infinita» (Walter Benjamin).
The Poetry Project Symposium Poster, serigrafía, Nueva York, 1988.
El Pop Art enterró la pincelada personal para dar vida al grafismo impersonal. El creador pasó de ser artista-Yo a ser artista-somos. Los miembros del Pop Art liquidaron el concepto clásico de la autoría y pusieron punto y final al abstraccionismo elitista.
En la corriente artística, a la que pertenecía Lichtenstein, la obra se convirtió en un producto, a la vez que el objeto representado se elevó a la categoría de arte. Esta mutación nos lleva al eterno debate de si es arte o no es arte el Arte Pop —según Marcel Duchamp (1887-1968) es arte «por decisión del artista».
Los Angeles 1984 Olympic Games, litografía offset, 1984.
(Homenaje a Carlo Carrá. Inspirado en II Cavaliere Rosso, 1913.)
Izquierda: I love Liberty Poster, litografía offset, Washington, 1982. Derecha: Bicentennial Poster (America: The Third Century), serigrafía, Washington, 1976.
El Pop Art se desvinculó de la no figuración fría y cerebral. El movimiento combatió las tesis de sus contemporáneos abstractos, porque el grafismo exigía imágenes visuales que expresaran ideas fácilmente reconocibles por todos. Se trataba de hacer propaganda artística con objetos producidos en serie.
Los diseñadores gráficos lograron su objetivo. Lo consiguieron porque el objeto (lo vulgar representado) pasó a tener un valor añadido —la interpretación que del objeto hace el publicista (el cómo).
La presentación del producto—el cómo— fue lo que transformó el cartel publicitario en un cartel artístico.
Amerikansk Pop-konst Poster, serigrafía, Estocolmo, 1964.
Fundación Canal acaba de inaugurar una exposición gratuita que reúne setenta y seis carteles de Roy Lichtenstein producidos entre los años 1961 y 1997. Se trata de la primera muestra realizada en España. Los posters, que provienen del Museum für Kunst und Gewerbe de Hamburgo, están presentados como podríamos encontrarlos por las calles: cuelgan de vallas metálicas, paredes y rejas de obra —puedes apreciar el montaje en las fotografías que hice para esta entrada.
«Yo deseo que mi obra tenga un aire programado e impersonal, pero no creo ser impersonal mientras la realizo». En estas palabras de Roy Lichtenstein, el artista que dio un vuelco a la historia del diseño gráfico contemporáneo, están reflejados los principios del Pop Art.
ENLACES RELACIONADOS
Los carteles de Toulouse-Lautrec.
El cartel publicitario y el cartel Art Nouveau.
“Así comencé a pintar dinero” (Andy Warhol).
Victor Vasarely. El nacimiento del Op Art.
Arte americano en la colección Thyssen.
El Lejano Oeste: Cole, Bierstadt, Bodmer y Catlin.
Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.
Acerca de «Decolonizar la mirada»: la manipulación en el arte.
El París artístico de fin de siglo, los grabados de Félix Vallotton y el Museo Guggenheim Bilbao.
Claude Monet. Obras del Musée Marmottan.
Fernando Botero y su pintura (CentroCentro).
«Invitadas». La mujer, el arte y el siglo XIX.
Objetos de deseo. Surrealismo y diseño.
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Criselefantinas. Pequeñas bailarinas Art Decó.
Georgia O’Keeffe y Elizabeth Bishop.
El chico de la trompeta (Dorothy Baker).
Leonora Carrington y los sueños surrealistas.
El arte en revolución. De Chagall a Malévich.
Del Renacimiento a las Vanguardias.
Excelente.