LOS HUEVOS FATALES

«Y yo que creí que las novelas de Wells eran sólo fantasías».

En Los Huevos fatales, al igual que en El maestro y Margarita, el individuo talentoso libra una batalla, a vida o muerte, con el hombre masa. Y como en toda gran guerra, esta termina cuando sólo queda un vencedor claro. Los huevos fatales y El maestro y Margarita comparten también el género de la sátira. Mijaíl Bulgákov (1891-1940), con tono burlesco, refleja en ambas novelas la sociedad de su tiempo.

Los huevos fatales pudo esquivar la censura, pues se editó en 1925, casi un año después de que Stalin llegara al poder. No puede decirse lo mismo del resto de las obras que Bulgákov escribió, porque para 1929 ya se encontraba en la interminable lista de autores odiados por el dictador soviético. A partir de 1929, y hasta el día de su muerte, el estigma de «maldito» acompañó a quien ni siquiera recibió autorización para exiliarse —la primera versión de El maestro y Margarita, la obra más conocida de Bulgákov, fue publicada veinticinco años después de su fallecimiento; pero no es hasta la llegada de Mijaíl Gorbachov que el texto se edita íntegramente.

Un rayo rojo, descubierto por un zoólogo eminente, y el descuido en el envío de unos huevos son los dos sucesos desencadenantes de la trama que, apoyada en la sátira y en fantasías científicas, denuncia las graves consecuencias derivadas de un gobierno gestionado por mandatarios ambiciosos, delegados que tienen como único objetivo aumentar la productividad para, de esa forma, ganar el favor de su único líder.

En Los huevos fatales la falta de coordinación, la mediocridad, el miedo y la ineptitud desencadenan un desastre de proporciones gigantescas.

En la novela, el profesor y científico Pérsikov descubre un rayo que permite la rápida reproducción de organismos vivos y el aumento del tamaño de los mismos. El rayo, que está en un proceso inicial de investigación, es descubierto justo cuando una epidemia de peste aniquila a todas las gallinas del país. Es entonces cuando Fatálov, un funcionario estatal muy afanado, toma la iniciativa de aplicar el experimento de su compatriota a los huevos de las gallinas que el gobierno se ve obligado a importar. Las negativas de Pérsikov caen en saco roto y…

Aunque Mijaíl Bulgákov se inspiró en La guerra de los mundos, de Herbert George Well (1866-1946), su intención no era la de crear una novela de ciencia ficción.  Bulgákov se sirvió de este género literario para esquivar la censura. Utilizó el argumento de la manipulación genética para hacer evidente el caos provocado en su país por culpa de decisiones tomadas por personas ignorantes, gentes a las que sólo se les exigía su adherencia a la doctrina stalinista.

Pero hay una denuncia aún mayor. En Los huevos fatales hay dos bandos desiguales y enfrentados: en uno está el individuo y en el otro el hombre sin atributos que está encubando el Estado socialista.

Los huevos fatales forma parte de los fondos de diferentes catálogos editoriales.

ENLACES RELACIONADOS

Mijaíl Osorguín. “La librería de los escritores”.

Marina Tsvietáieva. “Diario de la Revolución de 1917” y “Oración”.

Ajmátova y Tsvetáieva. Poemas.

Judas Iscariote y otros relatos (Leonid Andréiev).

Los millones (Mijaíl Artsybáshev).

Los vagabundos (Máximo Gorki). Novela.

Jenny Marx. «Breves escenas de una vida agitada».

La destrucción de Kreshev (Isaac Bashevis Singer).

Nikolay Gumiliov. Poemas.

Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.

El papel de mi familia en la revolución mundial.

La máscara de Dimitrios (Eric Ambler). Película.

Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.

1984 (George Orwell). Película (Orson Welles).

Nota sobre la supresión general de los partidos políticos (Simone Weil).

Anna Ajmátova, Modigliani y “En la negruzca neblina de París”.

Poesía ucraniana del siglo XX. Poemas.

George Orwell. Poemas.

Lev Tolstói. La violencia y el amor.


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