MÁS TRABAJO PARA EL ENTERRADOR

«El enterrador parecía bastante seguro de que su invitado no había reparado en nada extraño.»

Albert Campion, de profesión abogado y de vocación detective de casos enrevesados, está a punto de marchar a las Indias como gobernador a las órdenes de su reina. Pero una muerte misteriosa consigue llamar su atención y hacerlo cambiar de planes.

El investigador Campion se enfrenta en Más trabajo para el enterrador a un intento de asesinato y a un asesinato. Se enfrenta también a un suicidio, a desenterramientos, venenos, notas anónimas y a una banda de maleantes con un método, peculiar y eficiente, que les permite burlar el tesón policial.

Margery Allingham (1904-1966), tomando un camino diferente al de otros escritores de novelas de misterio, que convierten a la policía en inútiles y torpes, salva el honor de los inspectores al servicio del Estado. En Más trabajo para el enterrador los sabuesos son diligentes.

La historia transcurre en un callejón de Londres llamado Apron Street. El barrio cuenta con una casa de huéspedes, una farmacia, una sucursal bancaria, un almacén de carbón, un teatro, que vivió tiempos mejores, y una funeraria que tiene más miga que una gigante hogaza de pan.

A diferencia de las obras de Agatha Christie, donde Hércules Poirot se centra más que nada en cómo se producen los sucesos, Albert Campion, el detective privado de las obras de Margery Allingham, concentra sus esfuerzos en averiguar el por qué de los hechos, aunque ambos trabajan con métodos deductivos y se muestran racionales e insobornables ante las apariencias.

La autora en el jardín de su casa.

En Más trabajo para el enterrador conocemos desde el primer capítulo que hay un asesinato por envenenamiento y la posibilidad de que exista otro más. Las víctimas pertenecen a la familia Palinode, integrada por unas personas atípicas que se comunican mediante frases que cogen prestadas de prestigiosos libros.

Pero hay más. Hay una característica de la narrativa de la autora que hace que los personajes tomen vida. Margery Allingham gusta de mostrar el estado anímico de sus protagonistas. La escritora, al describir con minuciosidad los gestos que acompañan a los diálogos, consigue una gran carga dramática. Sentimos a los personajes. Los vemos abatidos, excitados, decepcionados, reflexivos, dubitativos, alertas… Sin darnos cuenta, creemos la ficción que nos cuentan.

Amena e irónica, con una pequeña alusión al rey de los detectives —Sherlock Holmes—, Más trabajo para el enterrador es una novela donde conviven el misterio y el suspenso. ¿Quién o quiénes son los responsables de lo que sucede en Apron Street? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Podrán los personajes amenazados vencer los planes elaborados contra ellos?

En el callejón londinense de Apron Street, con gran teatralidad y ante nuestra mirada atenta, Margery Allingham pasea un rimbombante ataúd.

Más trabajo para el enterrador está traducido por Antonio Padilla y se encuentra en el catálogo de la editorial Impedimenta.

ENLACES RELACIONADOS

“En la niebla” (Richard Harding Davis).

La máscara robada (Wilkie Collins).

Antonio González Croissier: “Una azotea para Alejandro”.

Marcel Jouhandeau. “Tres crímenes rituales”.

El párroco de Vejlby (Steen Steensen Blicher). El primer relato policíaco de la literatura universal.

Kathleen (Christopher Morley).

Flores para la señora Harris (Paul Gallico).

Lur Sotuela. “Maldita literatura”.

Rocambole (Pierre A. Ponson de Terrail).

La máscara de Dimitrios (Eric Ambler). Película.


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