PENAS DE AMOR DE UNA GATA INGLESA
«Engañado por las apariencias, todo el mundo la tomará por un ángel».
Penas de amor de una gata inglesa es un relato satírico sobre la sociedad patriarcal que sufre la protagonista, una gatita que es educada para servir de pieza decorativa a un gato mayor que ella.
Honoré de Balzac (1799-1850) escribió esta narración, que tiene su escenario en la Inglaterra victoriana, para Los animales pintados por sí mismos: escenas y costumbres de la vida pública y privada de los irracionales, antología publicada en 1840 por Pierre-Jules Hetzel. Para participar en el proyecto editorial había que cumplir una condición: los personajes principales de los cuentos debían ser, como apunta el título de la recopilación, animales. George Sand (1801-1876), Alfred de Musset (1810-1857) y Charles Nodier (1780-1844) son, junto con Balzac, algunos de los nombres que aparecen en el índice de dicha antología.
Beauty con su prometido Puff.
Balzac escogió a los gatos para su parodia de una sociedad bipolar, de una sociedad que alardeaba de cumplir con las estrictas normas éticas que se había impuesto y que, sin embargo, solía incumplirlas en la vida privada. Balzac nos describe una ciudadanía condicionada por las apariencias y por la hipocresía.
Beauty, una minina hermosa y blanca como un copito de nieve aún sin estrellarse, nos narra su vida. La gatita, además de hacernos confidentes de su infelicidad, que empieza con su educación más temprana, nos regala una moraleja, una que hace un llamado a romper las cadenas que atan las aspiraciones. Beauty nos dice:
«Pueden ver, ¡oh, animales franceses!, que familiarizándoos con los hombres adquirimos todos su vicios y todas sus malas intenciones. Regresemos a la vida salvaje donde no obedecemos más que al instinto y donde no encontramos usos que se opongan a los deseos más sagrados de la naturaleza».
Hay dos hechos importantes que debemos recordar antes de iniciar la lectura de Penas de amor de una gata inglesa. El primero es que las casas protectoras de animales aparecieron en la época en la que Pierre-Jules Hetzel publicó Los animales pintados por sí mismos… El otro suceso es de mucha más relevancia, pues se trata de la consolidación del movimiento sufragista. Unos años después de la edición de este volumen, en 1848 y en Nueva York, se publicó un documento en defensa del derecho de conciencia y de opinión. Ese texto, considerado fundacional del feminismo, es conocido como Declaración de Seneca Falls o Declaración de sentimientos.
Beauty con Brisquet, su amante francés.
Un triángulo amoroso, con final trágico para una de las partes, hace que la bella Beauty, luego de sufrir las consecuencias de su affaire, decida, para autoafirmarse, dar el paso de ser escritora: «… sabéis que la literatura se ha convertido en el asilo de todas las gatas que protestan contra el inmoral monopolio del matrimonio, que resisten a la tiranía de las instituciones y quieren regresar a las leyes naturales».
En Penas de amor de una gata inglesa, Balzac, haciendo uso del humor, da buenos sablazos a la educación y a la religión —determinantes en la cultura sexista—, al sentido empresarial del matrimonio y a un sistema judicial que no defendía la igualdad entre hombres y mujeres —no es intrascendente que en Penas de amor… se mencione a Henriette Martieau (1802-1876), periodista y escritora vinculada a las ideas feministas.
Beauty juzgada por un adulterio que no ha sido del todo consumado.
Penas de amor de una gata inglesa no es Eugenia Grandet (1833), la hija literaria que más quiso Balzac, pero está unida a ella a través de la trama matrimonial —cordón umbilical que hermana muchas de sus obras—. Para Honoré de Balzac, el matrimonio tradicional, que tiene naturaleza tiránica, es embrión del sistema patriarcal.
Hay mucha tela que cortar en el relato contado por lady Beauty. Es lo que tiene la buena literatura, que es capaz—y en este caso con gran agudeza de ingenio— de hacernos reflexionar sobre asuntos relevantes para la humanidad.
Penas de amor de una gata inglesa se encuentra dentro del catálogo de Libros de la resistencia. La editorial ha rescatado los grabaditos originales del dibujante y caricaturista francés J.J. Grandville (1803-1847). Es una buena opción para las tardes que se presentan aburridas.
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