¿POR QUÉ LA GUERRA?

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
(Marcos 12: 29-31)  

La Sociedad de Naciones fue creada en 1919 con el propósito de utilizar el derecho como herramienta para garantizar la paz y el concierto internacional. La Sociedad de Naciones organizó una serie de conferencias en París en el año 1932. Los requisitos para los debates eran dos: la elección libre del asunto a tratar y que cada participante debía buscar a un interlocutor, pues el objetivo era intercambiar ideas. A estos encuentros fue invitado el físico Albert Einstein (1879-1955), quien escogió para la controversia al neurólogo Sigmund Freud (1856-1939).

Albert Einstein eligió la guerra como tema de su tesis y envió a Sigmund Freud cuatro preguntas:

1. ¿Hay una manera de liberar a los seres humanos de la fatalidad de la guerra?

2. ¿Cómo es posible que la citada minoría —se refiere a los pequeños grupos de poder que se lucran con las contiendas bélicas— pueda poner a las masas al servicio de sus deseos, si estas, en el caso de una guerra, sólo obtendrán sufrimiento y pérdidas?

3. ¿Cómo es posible que las masas se dejen enardecer hasta llegar al delirio y a la autodestrucción por medio de los recursos mencionados? —Los recursos mencionados son los medios de comunicación y la educación recibida.

4. ¿Es posible dirigir el desarrollo psíquico de los seres humanos de tal manera que estos se vuelvan más resistentes a la psicosis del odio y de la destrucción?

Las interrogantes que Albert Einstein envió a Sigmund Freud iban acompañadas de un análisis de los problemas planteados. Son observaciones compartidas por el psicoanalista austríaco, aunque Freud desarrolló los argumentos de Einstein desde otra perspectiva. Freud se basó en los instintos humanos y esto lo llevó a afirmar que el derecho es hijo de la violencia y que está, indisolublemente, ligado a ella. Escribió:

«Comienza usted planteando la cuestión del derecho y de la fuerza. Es ese, sin duda alguna, el punto de partida de nuestra investigación. ¿Me permite usted que reemplace el término fuerza por el más incisivo y duro de violencia? Derecho y violencia son actualmente para nosotros una antinomia. Resulta fácil demostrar que el primero deriva de la segunda».

Y también:

«Se comete un error de cálculo si no se tiene en cuenta que el derecho fue originalmente violencia bruta y que sigue sin poder renunciar al apoyo de la violencia».

Izquierda: Sigmund Freud. Derecha: Albert Einstein, fotografía.

En ¿Por qué la guerra? no sólo encontrarás las interrogantes y las réplicas de estos dos grandes pensadores de origen judío y sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial y de la histeria desatada en el período conocido como entreguerras (1918-1939). El libro cuenta con el magnífico y extenso prólogo del filósofo italiano Eligio Resta, quien va más allá del estudio de las cartas al recrear la época en la que la correspondencia tuvo lugar y al añadir otros nombres que, igualmente, reflexionaron sobre el tema. El prólogo, en sí mismo, es un opúsculo.

Manifestó Freud a Einstein:

«Usted expresa su asombro por el hecho de que sea tan fácil entusiasmar a los seres humanos para la guerra, y sospecha que algo, un instinto de odio y destrucción, obra en ellos facilitando su enardecimiento (…). Nosotros creemos en la existencia de semejante instinto (…). Nosotros presumimos que las pulsiones humanas no pertenecen más que a dos categorías: o bien son aquellas que tienden a conservar y unir (…) o bien son las que tienden a destruir y matar (…). Comprenderá usted que no se trata más que de una transfiguración teórica de la antítesis entre el amor y el odio, universalmente conocida y quizá relacionada primordialmente con aquella otra, entre atracción y repulsión, que desempeña un papel tan importante en el campo de la ciencia».

¿Por qué la guerra? está publicado por la Editorial Minúscula y es un apasionante debate sobre la funesta atracción de la autodestrucción.

ENLACES RELACIONADOS

Nota sobre la supresión general de los partidos políticos (Simone Weil). Incluye una síntesis del ensayo.

La improvisación, la Comedia del Arte y la política de hoy.

Hijo de este tiempo (Klaus Mann).

Lucian Freud en el Thyssen. Pintura.

Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.

Los vagabundos (Máximo Gorki). Novela.

El papel de mi familia en la revolución mundial (Bora Ćosić).

Tres relatos: Judas Iscariote, Mutismo y El gobernador (Leonid Andréiev).

El oro de Cajamarca (Jakob Wassermann).

Clarissa (Stefan Zweig).

Tardía fama (Arthur Schnitzler).

La destrucción de Kreshev (Isaac Bashevis Singer).

Berlín secreto (Franz Hessel).

1984 (George Orwell). Película (Orson Welles).

Fahrenheit 451 (Ray Bradbury).

La máscara de Dimitrios (Eric Ambler). Película.

Hannah Arendt. Poemas.

El Sabbat (Maurice Sachs).

El triunfo de la belleza (Joseph Roth).

Otto Dix. Tríptico de la gran ciudad. EL tríptico profano.

Max Jacob. Poemas.


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