RINE LEAL. LA DRAMATURGIA NEGRA Y LA SELVA OSCURA


«Todo lo hizo Olofi. Todo es de Olofi. Hizo el mundo, los santos, los hombres, los animales, y luego les dijo: ‘Ahora arréglense ustedes’. Y se fue. Olofi se jubiló. Delegó en su hijo Obatalá, su heredero, el Olofi efectivo.»

Toedoro Díaz Fabelo.

Escultura, Manuel Mendive.

Los tratantes de negros veían a los hombres que enjaulaban en África, y que convertían en esclavos, como robustas máquinas de carne y de hueso. Para aquellos blancos infames los negros —llamados ébanos de forma despectiva— no tenían ni sentimientos, ni cultura, ni religión.

Los esclavistas se equivocaron, la ceguera ocasionada por el oro les impidió ver más allá de su avaricia. Los hombres africanos habían creado un universo de magia y de poesía, un mundo complejo de orishas y de caminos que se abrían y que se cerraban con todo el ritual ceremonial que eso implicaba.

Las culturas yoruba, carabalí, conga y arará eran ricas en bailes, cantos, máscaras y disfraces. Los negros cautivos tenían un amplio repertorio y lo ofrecían a sus ídolos al son de los tambores. Aquellos barcos negreros trajeron en sus bodegas a bailarines, músicos e intérpretes de ancestrales liturgias dramáticas. Eran hombres creadores de coreografías dedicadas a los misterios que encierran la vida y la muerte.

Los negros que danzaban eran actores. El santo se les montaba mientras sonaban los tambores. El santo, como solemos decir, se les subía a la cabeza, que adornaban con coronas, cuernos y plumas. Los negros se disfrazaban con las ropas de sus orishas y accionaban: cantaban, tocaban instrumentos típicos de sus etnias y movían sus cuerpos convocando a sus divinidades. Y lo hacían con los rostros cubiertos por caretas hechas de madera, pigmentos y fibras vegetales.

Pero no sólo cantaban, no sólo bailaban. En sus espectáculos había diálogos. Sus puestas escénicas recordaban las de la tragedia griega: un solista consultaba al coro y este le respondía. Y había conflicto dramático, pues el protagonista moría en su proceso de iniciación; moría para, posteriormente, reaparecer en un mundo mejorado. También había público, porque las liturgias tribales se celebraban en grupo.

Entonces, ¿qué eran esos rituales? ¡Eran espectáculos teatrales!

Las raíces del teatro cubano se nutren de las procesiones cristianas del Corpus Christi —madre del teatro español— y de las ceremonias mágicas provenientes de África.

La selva oscura es un compendio que recoge un sinfín de de anécdotas y de curiosidades sobre los orígenes y la evolución del teatro en Cuba. Es un libro con ángel, escrito por el investigador y dramaturgo Rine Leal (1930-1996), quien fue uno de los fundadores del Instituto Superior de Arte de La Habana.

La selva oscura te ofrece una lectura ágil y entretenida, pues, con un decir que encandila —el decir de quien maneja con holgura el tema que trata—, nos va informando de cómo nuestro teatro fue modelando su propia identidad.

En cierta forma debo mi carrera de Teatrología a Rine Leal. Desde pequeña, desde que los hermanos Camejo me hacían desear la llegada de los domingos —día de función infantil, de titiriteros—, yo ya sabía que mis estudios de adulta estarían relacionados con el teatro. Pero Rine puso su granito de arena: me preparó para las pruebas de selección, puso su extraordinaria biblioteca a mi disposición y me aconsejó cuando tuve que discutir mi tesis doctoral.

Escultura, Mendive.

Así que aquí estoy, pensando en cómo acercar un trocito de La selva oscura a quienes no conocen el ensayo de Rine. Al final he decidido hacer un resumen de El pecado original, capítulo dedicado a la influencia de la cultura negra en el teatro cubano.

La dramaturgia negra, como afirma Rine Leal, es ingrediente fundamental de nuestra expresión teatral criolla. Ha aportado a lo «cubano» bailes, música, un habla popular, una mitología y una escenificación concreta —los «diablitos» del Día de Reyes son un buen ejemplo.

Para facilitar la lectura, puesto que se trata, como he dicho, de una síntesis de El pecado original, divido en pequeñas secciones el capítulo seleccionado. Ilustro el texto con las deidades del panteón yorubá del pintor Manuel Mendive.

firma gabriela4

LA SELVA OSCURA
RINE LEAL

EL PECADO ORIGINAL

mendive1I. EL NEGRO ESCLAVO

«El teatro de nuestros negros es un arte iletrado al igual que el de los indios, que se transmitió oralmente de generación en generación, pero que expresa una cultura, un modo, una manera de concebir y explicar el mundo y la sociedad…

»Cuando el esclavo bailaba sus danzas y entonaba sus cantos (…), en realidad ofrecía una cosmogonía trágica, donde dioses y hombres comenzaban de nuevo el diálogo de la vida y de la muerte, como en los misterios de Eleusis. Es así que como a la cortesana o doméstica imagen de los españoles y criollos, el negro opondrá una forma trágica por excelencia.

»El teatro, para el esclavo, siguió siendo, al igual que en su nación de origen (…) un espectáculo colectivo, una forma de trabajo social, una estructura cultural, una manera de comprender el mundo que lo rodeaba. En sus ritos, sus mitos, sus historias de hombres y dioses mezclados por igual, había algo más que teatro, al igual que entre los griegos: era una definición del hombre como fuerza opuesta y operante sobre la Naturaleza.

»(El blanco) trató de utilizar estas formas de regocijo colectivo para disminuir la tensión de los barracones y manejar así, con mayor facilidad, a los esclavos frecuentemente díscolos.»

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II. EL NEGRO LIBRE

«Y junto a esta inmensa humanidad, la de los negros libres. Porque el africano en Cuba vino no sólo como esclavo, sino también como horro, o libre, compartiendo con los conquistadores sus trajines colonizadores (…) Estos negros horros, que vivían en compañía de los vecinos de las ciudades, son los que mejor información nos han dejado…

»Es ahí, a través de esos núcleos, donde vamos a observar las actividades artísticas y sociales de los africanos y el embrión de sus expresiones teatrales que fueron las únicas observadas por los colonizadores.»

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III. CABILDOS DE NACIÓN Y COFRADÍAS

«… Los cabildos de nación llegaron con los primeros negros y se mantuvieron durante más de tres siglos, hasta que fueron prohibidos el 4 de abril de 1884, transformándose en cofradías que llegan hasta nuestros días (…) El primer cabildo se constituyó en La Habana en 1598 y fue (…) formado por los negros libres (…) para auxiliarse mutuamente y defenderse.

»… Su acción benéfica se utilizaba en casos de enfermedad o muerte, o para liberar esclavos mediante la compra a sus amos (…) Pero más que sociedades civiles, copiando los objetivos y métodos de sus iguales blancas, los cabildos fueron el hogar de las religiones africanas (…) Desde allí, lejos de la vista de los profanos, enmascarados como fiestas y jolgorios, los dioses y orishas se desparramaron por toda la Isla y llegaron a nuestros días.

»Por otra parte, se efectuó un proceso de sincretismo religioso al traspasar los africanos virtudes y símbolos de sus ídolos a similares cristianos (…) Es decir, nació la santería.»

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IV: LA FIESTA DEL DÍA DE REYES Y LOS DIABLITOS

«Las fiestas religiosas de los cabildos, verdaderos espectáculos de procesión dramática, estaban permitidas los domingos entre diez y doce de la mañana y tres y ocho de la tarde; pero una vez al año, el Día de Reyes, 6 de enero, tenía lugar una verdadera explosión de regocijo negro que llenaba las calles (…) Era el día de los diablitos, que duraron desde sus comienzos, aún inciertos, hasta el 6 de enero de 1884, en que fueron prohibidos para subsistir posteriormente en las comparsas de Carnaval.

»La fiesta del Día de Reyes (…) era un regocijo popular donde participaban por igual los esclavos y los negros libres, las distintas naciones africanas con sus dioses y representantes, mujeres, hombres, niños, ancianos y hasta blancos, disfrazados y enmascarados…

»Esta fiesta era la exaltación de los valores religiosos afrocubanos, su exteriorización más fecunda, su liturgia más espectacular (…) Los miembros de la procesión bailaban, cantaban en sus lenguas o en español bozal, desfigurando las palabras en una especie de jerigonza, realizando contorsiones y gestos, coreografías de carácter religioso…»

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V. LAS «RELACIONES». TROZOS O MONÓLOGOS PARA DÍAS DE FIESTAS

«Las escenas dramáticas no son otra cosa que las relaciones o pequeñas obras representadas por los negros en fechas señaladas. Pero lejos de constituir una manifestación estrictamente negra o africana, tales trozos o piezas cortas vienen directamente del teatro español…

»Las relaciones son obras en un acto, bien serias, bien cómicas, representadas por negros (…) donde los personajes femeninos son interpretados por hombres. Gran parte son versiones españolas (…), pero no faltan por supuesto los originales donde aparecen animales y brujos, lo que demuestra la presencia afrocubana y su mitología…

»Esta forma de teatro negro o más bien amulatado a fuerza de coloniaje y esclavitud (…) demuestra la pujanza del arte dramático de los africanos, y cómo éstos aprovechaban las festividades blancas para exteriorizar su fuerza creadora, enmascarándola cuando era necesario en un producto final grato a las pupilas negreras como la fiesta del Día de Reyes.

»Los grabados de la época reflejan (…) el confuso mundo del Día de Reyes en el siglo XIX. Ahí podemos observar a blancos y negros mezclados en el baile, negros libres que copian la vestimenta de la sacarocracia, tañedores de tambor en sus poses características, personajes en zancos, (…) mulatas sandungueras en atrevidas poses con sus senos casi al aire, las farolas en lo alto, llenas de color, luz y movimiento, negros bailando (…) y diablitos por doquier…

»En una palabra, la fiesta del Día de Reyes, con sus diablitos fue la representación escénica de las distintas ideologías africanas en Cuba…

»La fiesta del Día de Reyes es el mejor documento (incluso gráfico, pues fue motivo de grabadores y pintores) de la expresión cultural y escénica de los negros.»

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VI. LA SANTERÍA. EL RITO ÑÁÑIGO: DIÁLOGO Y CONFLICTO

«Estamos (…) en presencia de liturgias de carácter predramático, con situaciones conflictivas en precario, con elementos teatrales de carácter colectivo (…), ceremonias que responden a una psiquis cultural y definen la concepción del mundo de sus actores (…), ceremonias que precursan el origen del teatro en su paso del mito a la escena a través del rito.

»En el primer tercio del siglo XIX aparece una poderosa expresión escénica y dramática constituida por el ritual ambulatorio de la iniciación ñáñiga o abakuá. La ceremonia (…)  representa un mito ancestral de sacrificio totémico acompañado de música, bailes, cantos, coreografía, aspectos rituales, vestuario, expresión gráfica, invocaciones, magia, personajes mitológicos, apariciones del otro mundo, objetos litúrgicos, espacio fijo y una estructura definida que se ha comparado abiertamente con la tragedia griega.

»Se trata, sin duda alguna, de la expresión más compleja y coherente que los mitos africanos ofrecen en Cuba, ya que, a pesar de su transculturación, mantienen en plena vigencia su fuerza primitiva y constituyen un fenómeno afrocubano, pues no existen ñáñigos o abakuá en otro país de América, manifestándose sólo en contadas ciudades de Cuba…

»El ñañiguismo sobrevivió a la colonia y penetró hondamente en la República ofreciendo en su rito del sacrificio una forma más de la expresión teatral de los africanos.

»… Estos misterios africanos, que tan profunda relación guardan con los ritos minoicos y griegos, arrojan una vivísima luz sobre el origen de la tragedia y emparejan a la creación afrocubana con los tiempos clásicos…»
fin

ENLACES RELACIONADOS

Antonin Artaud, fundador de una nueva vanguardia (Virgilio Piñera). Texto acompañado de grabaciones realizadas por Antonin Artaud.

Objetos de fuerza y poder del golfo de Guinea. Esculturas, máscaras, relicarios e instrumentos musicales.

Sobre el teatro de marionetas (Heinrich von Kleist).

Los indocubanos (Modesto García y Onelio Jorge Cardoso).

A propósito de las Pascuas navideñas. Costumbrismo literario y gráfico en Cuba: Federico Mialhe y Buenaventura Pascual Ferrer.

Jonathan Jenkins: La sociedad en la Cuba antigua. Pinceladas de la Cuba colonial de la primera mitad del siglo XIX.

Marcelino Arozarena. Poemas.

Lo negro y lo mulato en la poesía cubana (Ildefonso Pereda Valdés).

Un viaje a La Habana en fragmentos literarios.

 

 

 

 

 


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