SONIA DELAUNAY

«Un día Sonia decora la casa de poemas y a mí me pide uno. Mi castellano iba a lucirse junto a otras lenguas: francés, ruso, alemán, chino (…) Inventé el ‘Abanico de palabras’, bonito regalo para la entrada del año, regalo propio para una señora, medio abanico de plumas, medio abanico de viento, de viento puro y susurrante.»
(«Ismos», Ramón Gómez de la Serna)

Autorretrato, gouache y cera sobre papel, 1916.

Si hay una artista que puede presumir de haber dado vida a su pintura, más allá de los límites de un bastidor, esa artista es Sarah Eilevna Stern (1885-1979).

Sarah nació en Odesa —territorio ruso por entonces, ahora ucraniano—, pero muy pronto se trasladó a vivir a San Petersburgo con sus tíos maternos Anna y Heinrich Terk, quienes, al adoptarla, le cambiaron el nombre y la registraron como Sonia Terk.

Sombrilla, tela de algodón estampada y madera pintada, h. 1928.

Con su nueva identidad, Sonia viajó a París en 1906 para completar sus estudios de arte en la Académie de la Palette. La estancia en Francia tenía carácter temporal, pues ella debía regresar a Rusia una vez terminada su formación. Pero la capital la hechizó con su bullir de ideas. Además, en ella encontró el amor. Sonia Terk (Sarah Eilevna Stern) se casó el 15 de noviembre de 1910 con el pintor Robert Delaunay y adoptó el apellido de éste. A partir de entonces pasó a llamarse Sonia Delaunay; y así es como la conocemos hoy.

El matrimonio Delaunay fue un matrimonio que aportó al arte lo que ellos bautizaron como Simultaneísmo. Precursores de la pintura abstracta, ambos son un referente imprescindible en la historia de las vanguardias.

Contrastes simultáneos, óleo sobre lienzo, 1913.

Sonia Delaunay. Arte. Diseño. Moda es el título de la muestra que nos ofrece el Museo Thyssen-Bornemisza. Hace unos años atrás este museo nos presentó las obras del matrimonio Delaunay. Pero ahora, aprovechando que se cumplen cien años de la segunda estancia de Sonia y Robert en España, el Thyssen-Bornemisza nos ofrece una exposición donde la artista brilla en solitario.

Juego de naipes, 1964 (estos naipes no están en la exposición).

Sonia Delaunay pintó, diseñó interiores y tejidos, hizo cubiertas para libros, carteles, papeles pintados, vajillas, cojines, alfombras, vestuarios para teatro y cine… Y creó sus propios sellos comerciales. Sonia fue una mujer muy activa que no se dejó vencer por el ensañamiento con que el siglo XX apaleó el lomo de sus súbditos. Sonia fue una artista que depositó toda su confianza en el poderío del color y a él dedicó sus energías.

Cuando Sonia llega a París lleva en su retina los lacados y la animada paleta de colores, donde priman amarillos, negros y rojos, de la artesanía popular de su país natal. Este es un tesoro que siempre protegió y que utilizó para enriquecer su arte, surgido de la convivencia de sus raíces rusas con los movimientos fauvistas, cubistas, divisionistas y futuristas. La artista reconoció que sus contrastes de colores y sus formas cubistas están en deuda con «las colchas campesinas de su tierra».

Sonia Delaunay aprovechó de los fauves su avidez por los colores puros y el carácter decorativo de sus obras, y descartó la figuración y la disposición desordenada de sus composiciones.

Diseño de tejido simultáneo, gouache sobre papel vitela, 1927.

Aprovechó de los cubistas la síntesis de las formas volumétricas y la fragmentación de la composición, y descartó la paleta apagada donde primaban blancos, grises y verdes.

Aprovechó de los futuristas el carácter optimista y sus investigaciones sobre la relación que existe entre luz, color y movimiento de los cuerpos en el espacio (Sonia, al igual que su esposo, que Kandinski y que otros artistas contemporáneos, buscaba que su arte fuera tan animado como la música). La artista rechazó el entusiasmo de los futuristas por buscar en la naturaleza motivos de inspiración, pues los encontraba en sí misma: «Cuando el arte está dentro de ti, puedes estar en cualquier sitio», afirmaba.

Diseño de tejido simultáneo 6, gouache sobre papel sobre cartulina negra, 1924.

Los círculos superpuestos, las líneas, los triángulos y rombos cargados de color, que observamos en el arte de Sonia, pretenden encontrar un punto de conexión con la música. No hay más que ver el diseño de sus tejidos para comprender hasta qué punto buscaba transmitir ritmo cromático, ritmo que se acentuaba con el desplazamiento de las personas que llevaban sus diseños.

Arte dinámico, luminoso, vibrante, intenso, decorativo, no figurativo, que desprende poderío y que se niega a toda imitación de la naturaleza.

Pieza cerámica (no se encuentra en la exposición).

Arte que une en alianza a las bellas artes con las artes menores. Arte que intenta demostrar el estrecho vínculo que existe entre las diferentes manifestaciones artísticas como, por ejemplo, la relación entre pintura y poesía (La prosa del Transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia) , entre pintura, teatro y moda (vestuario y decorado de Cleopatra), entre pintura y arquitectura (murales para los pabellones del Aire y del Ferrocarril, Exposición Universal de París, 1937), entre diseño y poesía (vestidos-poemas). Arte, en definitiva, que busca acompañamiento para la pintura.

Vestido poema con texto de Tristan Tzara, acuarela sobre papel, 1922.

Y en todas estas alianzas es el color puro la materia renovadora del arte firmado por los Delaunay, porque sus obras nacen del color.

«(…) Los colores con sus propias leyes, sus contrastes, sus lentas vibraciones, con relación a sus colores rápidos o muy rápidos, sus intervalos», nos aclara Robert Delaunay refiriéndose al Simultaneísmo, término con el que definió el papel preeminente del color en la creación de formas. Esta manera de pintar también se encuentra en Sonia.

Apollinaire, refiriéndose al matrimonio, comentó: «Cuando se despiertan, los Delaunay hablan pintura».

Colcha de cuna, patchwork, 1911.

Simultaneísmo: fusión de diferentes manifestaciones artísticas, utilización de variedad de soportes —tela, cristal, madera, papel, metal, cartón…—, empleo de diversidad de técnicas, geometrización, color como fuente de luz. Movimiento, animación, vida, diálogo entre las artes encaminado al abstraccionismo.

Explica Robert Delaunay: «lo simultáneo es una técnica (que) trabaja el mundo».

Cuando la Primera Guerra Mundial lanzó su primer rugido, el matrimonio Delaunay se encontraba de vacaciones en España, y aquí se alojaron hasta el año 1921, que retornaron a París —entre 1915 y 1916 vivieron en Portugal pero, tras la declaración de guerra de Alemania a esta nación, decidieron regresar a España.

Cantaores flamencos, óleo y cera sobre lienzo, 1915-1916.

Es durante su estancia en España que Sonia da el gran paso que le abrirá las puertas del alcázar donde habitan las innovadoras, las mujeres imaginativas y resolutivas. Es en España donde Sonia descubre que la geometría puede servirle para interceder entre las bellas artes y las artes aplicadas.

Sonia Delaunay llevó la pintura al diseño de interiores y a la moda. Pero ella no era una simple decoradora subordinada al gusto del que paga. No.

Sonia no fue Coco Chanel, no estaba en su ánimo crear tendencia en la moda, pues ella utilizó la ropa con la misma finalidad con la que usó el resto de los objetos: con el propósito de acercar el arte a la sociedad. Para ello transformó las piezas de uso cotidiano, añadiéndole, al carácter práctico de las mismas, una nueva cualidad: la belleza, tal como hicieron los artistas vinculados a los movimientos Art NouveauArts and Crafts y a la escuela Bauhaus.

Vestidos para niñas, gouache sobre papel, 1920.

En 1917 triunfa la Revolución Bolchevique y con ella desaparecen, al ser incautados sus bienes, los ingresos adicionales que la artista recibía de Rusia. Este hecho, que demuestra cuán cierto es que el arte es un reflejo de la sociedad que pare a su creador, hizo que Sonia Delaunay pensara en cómo conseguir una nueva entrada de dinero que les permitiera vivir en el exilio voluntario que se impusieron mientras duró la Gran Guerra.

Así que, pensando y pensando, Sonia topó con la fórmula que, si bien no fue la gallina de los huevos de oro, les permitió sobrevivir en España y, sobre todo, les abrió la puerta que daba paso a dos negocios hasta entonces no contemplados por el matrimonio: el del diseño y el del comercio.

1. Traje para la vedette Gaby, Petit Casino, tinta china sobre papel, 1919 / 2. Vestido simultáneo, ritmo sin fin, acuarela sobre papel, 1923 / 3. Traje para la obra teatral «Le Coeur à gaz» de Tristan Tzara, acuarela sobre papel, 1923.

Y así fue como la pintura compartió espacio con el diseño. La artista abre su primera tienda, Casa Sonia, en un local situado en el número 2 de la calle Columela de Madrid, donde se cree que también vivía. Pero no era una tienda de moda más. Aquel local tenía en la entrada un letrero que era toda una declaración de intenciones. El rótulo rezaba: «Poesía sobre tela».

Casa Sonia fue el primer sitio donde los Delaunay pusieron en marcha su concepto de Simultaneísmo. Allí se vendían prendas de vestir y se ideaban diseños para las tristes casas ricas de muebles castellanos, pequeños ventanucos, estrechos pasillos y paredes grises que acogían con desgana crucifijos sin embrujos.

Diseño de tejido simultáneo 25, gouache sobre papel sobre cartulina negra, 1924.

Casa Sonia cerró cuando los Delaunay regresaron a París. Para entonces, Sonia tenía un catálogo que incluía vestidos, pañuelos, pijamas, chaquetas, sombreros, batas de andar por casa, trajes, sombrillas, bañadores…

Un catálogo que presumía de haber realizado el vestuario de Cleopatra para el Ballet Ruso de Serguéi Diághilev.

Sonia hizo los diseños de los vestidos de las bailarinas y Robert el decorado, poniendo en práctica el Simultaneísmo. El vestuario para esta obra no sólo fue la primera experiencia teatral de los Delaunay, sino que fue el estreno de Sonia como diseñadora de tejidos, hecho éste de gran importancia para su vida futura, pues le abrió las puertas de los grandes almacenes holandeses Metz & Co y, a través de ellos, el acceso al mercado estadounidense.

Figurines para el ballet Cleopatra, tinta y acuarela sobre papel, 1918.

Pero el catálogo de Sonia también presumía de haber diseñado interiores de locales, casas y teatros —redecoró el antiguo Teatro Benavente de Madrid y el teatro Campos Elíseos de Bilbao, entre otros muchos encargos.

Casa Sonia no fue la única experiencia en el mundo del negocio que tuvo la artista en España. En 1919 aparecen  registradas las marcas Sonia y Delaunay en el boletín oficial de la propiedad industrial. Las dos firmas estaban destinadas, según consta en los archivos, a «distinguir creaciones artísticas de todas clases entre las que se destacaban objetos de arte o decoración, instalaciones y decoraciones generales de habitaciones y locales».

Vestido simultáneo, pastel sobre papel de seda sobre cartón, 1914.

España es el país que les permite poner en marcha su proyecto de «elevar y ennoblecer los instintos del gusto popular, conduciéndolos hacia ideales más humanos». ¿Cómo? Influyendo en la sociedad a través de la seducción. ¿Quién puede no sentirse atraído por una vajilla asaltada por geometrías chispeantes de colores vivos? ¿Quién rechazaría un mantón donde rectas y curvas prometen un movimiento ascendente que hermana con la música?

España y Portugal les regalaron, además de la oportunidad de descubrir nuevas formas de ganarse el pan, algo más importante: la luz intensa y el color bravío de la Península Ibérica. Esta experiencia fue para ellos la reafirmación de una certeza: la luz se consigue avivando la paleta.

Escena de interior, gouache sobre papel, 1922.

Sonia Delaunay fue una artista admirada que recibió premios importantes por su obra. Sonia pudo ver sus trabajos expuestos en las grandes galerías y en los museos. De hecho, fue la primera mujer viva a la que el Museo del Louvre dedicó una exposición. Esto ocurrió en 1964, el mismo año que Francia la condecora con la Cinta de Caballero de la Legión de Honor.

Sonia Delaunay, la artista que construyó formas con colores puros, que introdujo el arte en la moda y en la variada gama de objetos que ideó, la mujer que afirmaba que «el color puede medirse por el número de vibraciones», que nos dejó abstracciones ordenadas y de formas geométricas, la pintora que no olvidó el arte popular de su tierra —confió sus tapices y tejidos a bordadoras y costureras rusas— murió en su casa el 5 de diciembre de 1979.

Matra 530 decorado por Sonia Delaunay a petición de la casa de coches, 1967.
(No se encuentra en la exposición.)

Los amigos que siguen esta entrada saben que gusto de salpimentar los textos con alguna historia peculiar, a la que suelo llamar curiosidad. Hoy termino este comentario destacando un suceso que para mí, que soy cubana, tiene un toque especial y que imagino provocó un gran alboroto en La Habana.

El hecho en cuestión tuvo lugar en el año 1956, en las salas del Palacio de Bellas Artes de la capital, y fue todo un acontecimiento cultural para nuestra isla, pues se trataba de la primera vez que el arte abstracto francés nos visitaba. Me refiero a la exposición Pintura de hoy. Vanguardias de la Escuela de París.

La prosa del Transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia, tipografía, acuarela y estarcido sobre papel, 1913.
(Formato que causó sorpresa. La obra tiene dos metros de alto y casi treinta centímetros de ancho. A la derecha está el poema de Blaise Cendrars y a la izquierda la ilustración abstracta del texto. Al final de poema y pintura aparecen  La Torre Eiffel y la Rueda de la Fortuna, icono de la Exposición de 1900: ambas figuras representan la modernidad. En un mismo espacio se divierten colores y palabras. Claro ejemplo de lo simultáneo.)

Pintura de hoy. Vanguardias de la Escuela de París fue presentada por el pintor cubano Mario Carreño, quien ya para entonces se sentía atraído por el abstraccionismo. Entre los artistas invitados a la muestra se encontraban Víctor Vasarely, Jean Arp, Jean Dewasne y la que nos ocupa hoy: Sonia Delaunay. Estoy segura de que mi madre, entonces estudiante de la Escuela de Artes Plásticas San Alejandro, estuvo disfrutando de muchas de las piezas que hoy expone el Museo Thyssen-Bornemisza.

He sentido cómo se han entrecruzado su mirada y la mía, cómo zigzagueábamos mi madre y yo por entre las telas, los trajes y los lienzos animados de Sonia Delaunay, la artista que manifestaba con orgullo que había «vivido su arte».

Película muda que presenta tejidos y vestidos simultáneos de Sonia Delaunay, h. 1925.

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