AUGUST STRINDBERG. POEMAS. PINTURAS.
«¡Oh, cómo me gustaría comenzar otra vez! No era la victoria lo que quería, ¡era la lucha!»
(Maese Olof, Tercer Acto, Strindberg).
August Strindberg dibujado por Richard Bergh.
I
¿Quién no conoce la obra teatral La Señorita Julia, aunque sólo sea en su versión cinematográfica? ¿Quién no conoce al hombre que revolucionó el teatro europeo con sus tragedias, dramas, comedias y monólogos? ¿Quién no conoce sus obras escritas en prosa, donde, a veces, asoman los versos?
Pero, ¿quién lo conoce en su faceta de pintor y poeta? Pocos. August Strindberg (1849-1912) escribió obras teatrales, novelas, relatos y poemas. Y fue pintor, escultor y fotógrafo.
August Strindberg dibujado por Nils von Dardel.
II
La pintura de Strindberg suele estar etiquetada dentro de los movimientos artísticos de finales del siglo XIX y primeros del siglo XX. Yo creo que su pintura no es más que un ejemplo de la magia que se produce cuando se unen el genio y la locura. No creo que detrás de sus lienzos exista la intención expresa de formar parte de algún movimiento. No creo que tuviese la idea preconcebida de utilizar determinadas técnicas y tocar determinados temas. No creo que quisiera intimar con ningún grupo.
En mi opinión, sus cuadros son el resultado de una explosión, de una catarsis psíquica en toda regla. Su obra refleja sus estados de ánimo con absoluta libertad, sin la frialdad racional de un pintor que investiga cómo plasmar sus emociones usando una paleta de colores. Pero, en ese afán de ser él mismo, creo que Strindberg se acerca al expresionismo abstracto por la fuerza con que expresa sus sentimientos.
Strindberg fue un hombre de carácter difícil, debido, quizás, a sus continuas crisis nerviosas. No fue un hombre comprendido por los artistas de su entorno, aunque sí contó con la admiración de los jóvenes talentos de su tierra y la estima de algunos de los grandes nombres de su época. El dramaturgo noruego Henrik Ibsen (1828-1906) y los pintores Edvard Munch (1863-1944) y Paul Gauguin (1848-1903), por ejemplo, supieron apreciar su talento.
El cielo, el mar, el bosque, tentador y peligroso, son temas que convirtió en metáforas de fuertes y pastosas pinceladas. Pinceladas vigorosas que dejan asomar, entre estaciones y cambios de luz, ese algo enloquecido del pintor que, irremediablemente, lo convirtió en reo de sí mismo.
Strindberg concibió la pintura, la poesía y el teatro como un refugio, como un decorado tras el cual ocultarse ya que no podía volverse invisible.
El dramaturgo y poeta cubano Antón Arrufat, en su estudio sobre el teatro del sueco, escribió: «Strindberg se individualizaba a sí mismo».
Poesía dura, cortante, difícil, pero también sentimental y testimonial, que muestra sus amores, querencias y fobias. Poesía que descubre las preocupaciones de la sociedad del cambio de siglo, aunque tengo que aclarar que los cinco poemas que he seleccionado, y que para mí son dramatizaciones versadas, tienen que ver más con el YO del artista que con su entorno social. Porque, realmente, todo el foco de su obra parte de la confesión que leemos en una de las cartas que, en 1875, envió a su esposa, la actriz finlandesa Siri von Essen. En una de esas misivas, afirmó: «Mis escritos soy yo».
Strindberg pintaba reiteradamente la misma composición, de la misma manera que rehacía las poesías una y otra vez. Pintó, aproximadamente, ciento veinte obras, casi todas ellas inspiradas en el Archipiélago de Estocolmo.
He acompañado las poesías, que leerás a continuación, con sus pinturas, pues creo que unidas nos acercan más a la personalidad del artista.
La obra poética de Strindberg ha sido publicada por la editorial La Poesía, señor hidalgo. Ten en cuenta que con la traducción se ha perdido la musicalidad de los poemas. Casi siempre pasa. Es impensable que una traducción pueda atrapar, como si de una jaula se tratara, el sonido original de los versos —la rima de un poema es como el ADN, no admite deducciones—. Pero este inconveniente, que no es menor, no impide la lectura.
III
Antes de dar paso a los poemas, por ser una curiosidad, te dejo dos pinturas que comparten un mismo tema: los celos. Una de ellas es de Strindberg y la otra es de Munch. La de August Strindberg fue realizada en 1893 y está dedicada a su segunda esposa. La de Edvard Munch está fechada en 1895, es muy popular, y está inspirada en el cuadro del dramaturgo sueco.
CELOS
La noche de los celos, August Strindberg, óleo sobre lienzo, 1893.
Celos, Edvard Munch, óleo sobre lienzo, 1895.
La obra de Strindberg es, como él manifestaba, «la historia de un alma».
POEMAS
La Avenida, óleo sobre lienzo, 1903.
¡POETAS!
¡Poetas!
¿Seguiréis mucho más nanas cantando
Y tiembla que te tiembla por la infancia?
¿Por qué pedís sin tregua biberones?
¡La leche dulce intacta se os agria!
¡Los niños tienen dientes!
¡Poetas!
¿Seguiréis asustando a los pequeños
Con cocos de andrajosos uniformes?
¡Mandad esas mohosas durandainas
A que alguien por última vez los mire
En el Museo Nórdico!
¡Poetas!
¿Por qué os aquejan patrios ideales?
¡Cada época ideas propias tiene
sobre la realidad, y así es ahora!
¡Sed, pues, realmente fieles a las vuestras!
¡A las nuestras nosotros!
¡Poetas!
¿Por qué altisonáis sobre los grandes
Si no hay nada más grande que la vida?
¿Por qué dais realidad a la apariencia?
¡Lo real es feo si es irreal lo bello!
¡Lo feo es la verdad!
¡Poetas!
¡Callen las serenatas y la luna
Aunque luzca la luz en la ventana!
¡Bien calentito el ideal se arropa!
¡La vieja dama empieza a envejecer
Y le gusta dormir!
¡Poetas!
¡Si el frío nocturno no os enronquece
Y queréis aprender nuevas canciones,
Dejad al menos que la vieja duerma!
¡Entonemos un canto al nuevo día
Ahora que salió el sol!
El país de las maravillas, óleo sobre lienzo, 1894.
PERSONA Y CAUSA
Yo nunca supe distinguir
—Ahora os consta— la causa y la persona.
Y ahora se sabe: era un error,
Pues demasiado me pedíais quienes
Todas las causas personificábais
Y mezclábais lo vuestro con lo ajeno,
Tanto que no se sabe qué llamar
A lo que a uno le sigue o lo precede.
Mi causa o cosa o caso: lo pasásteis
En silencio —¿quizás respetuoso?—
Porque era santo y lo sabíais,
Y aunque a mí me tumbasen se afirmaba.
Mas mi persona era otra cosa,
Y fácilmente la alcanzábais.
Ante cuanto, después, de esto se ha escrito
Yo me inclino y descubro:
Mas no por el anonimato,
Pues perro callejero es perro muerto
Y cualquier cosa es permisible hacerle:
Ni tampoco es por la imbecilidad
Del champán que corónase de espuma
Y sigue soso como la limonada:
No, no descúbrome por mi persona,
Por muy grande que sea, ¡si descúbrome
Sea por la libertad de imprenta!
Abedul, óleo sobre lienzo, 1902.
NARCISO
Así habla de Pan una leyenda,
De Pan, dios de los bosques susurrantes:
A una ninfa se declaró un día,
La cual, por cierto, se llamaba Eco.
A Eco Pan no le agradó, pues ella
A otro amaba con su alma toda.
Mas ése, que llamábase Narciso,
Al amor la sapiencia prefirió:
Gnothi seautón!
Quiere decir: ¡conócete a ti mismo!
Y así sigue Narciso, pensativo
Y en el fondo su imagen contemplando
Para observar si bajo sus facciones
La esencia de la esencia yace oculta.
Mas sobre el agua un mentecato rema;
Y él en la superficie ve un espejo
Donde cree al pensador ver reflejado
En lo más hondo a que su vista alcanza.
Gnothi seautón!
Quiere decir: ¡conócete a ti mismo!
La ciudad, óleo sobre lienzo, 1903.
AL FINAL DEL DÍA
En lo más alto del tejado, al borde,
Vivo yo,
Vivo entre golondrinas y palomas,
Y donde plomo y cobre el viento agita.
En el mar, a lo lejos, barcos veo
Y gaviotas posadas en el césped;
¡Y allá iría
Si alas tuviera, eso de seguro!
*
Allá lejos el sol se yergue en alto;
¡Bien lo sé!
Bien en alto domina azules bosques
Que del viento marítimo protegen.
Y de allá lejos oigo voces yo
Como alegres canciones de los campos…
Lloro entonces
Pensando en esperanzas naufragadas.
*
Y lejos, más allá del bosque azul,
junto al mar,
Yace mi juventud ha mucho tiempo,
Allá, entre islas, mar y frescas brisas.
¿Dónde estará el hogar soñado,
Do los amigos que de aquí se han ido?
Bajo la tierra,
¡Lo mejor, y robómelos la vida!
*
¡No quiero otear lejanos panoramas,
No quiero!
Sino tenderme, quieto en la chaise-longue,
Y no ver, desde allí, más que las nubes.
Cual brasas canden
Candéis vosotras, nubes, en lo alto!
¡Mirad acá!
¡También aquí se espera el fin del día!
Paisaje costero, óleo sobre lienzo, 1903.
MI AMIGO Y YO
Recuerdas,
Éramos reales amanuenses
obsesionados por ideales,
Ni a Zola ni a Spencer leíamos
Y el realismo era trimestral.
Recuerdas,
Si el banco nos prestaba un duro
Comíamos ostras y buen vino
Y un puro nos anestesiaba.
Rosado era nuestro futuro.
Recuerdas,
Escribíamos para el teatro
Al son del patio de butacas:
Como un café y su buen coñac
O un dulce con queso de postre.
Y ahora
Somos viejos. Tú ya no cantas,
Te consuelan tus subscriptores,
En tu despacho das el callo,
Piensas: non canit plenum venter.
Y yo
Ya no escribo la bella prosa,
Me sumo en la lengua diaria.
La justicia social me enciende
Y doquier me siento en peligro.
Y ahora
Como y bebo flojo y barato,
Procreo y no voy por los bares.
Tú aún comes ostras con tu moza
Y a tus ideales sigues fiel.
ENLACES RELACIONADOS
Encontraste un alma (Edith Södergran).
Ibsen. “Un enemigo del pueblo”. Incluye la película.
Como en un cuadro. Las mujeres de Henrik Ibsen y un lienzo de Edvard Munch.
Doctor Glas (Hjalmar Söderberg).
Oscar Wilde, Alla Nazimova y Natacha Rambova. “Salomé”, película íntegra.
Pánico en Palacio (Vlada Urósevich). Poemas.
Penas de amor de una gata inglesa (Balzac).
Freud en las vanguardias artísticas: «El pensamiento estético en la obra de Freud».
Una fantasía del doctor Ox (Julio Verne).
La mujer, el arte y el siglo XIX. «Invitadas».
«Sorolla femenino plural». Pintura.
Una carta sobre Víctor Hugo (Eça de Queiroz).
«Los muertos» (James Joyce). Película.
James Joyce. «Giacomo Joyce». Texto íntegro.