TIC Y TAC

20 DE NOVIEMBRE: DÍA MUNDIAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO

«Considerando que la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle».
Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos del Niño.

De izquierda a derecha: Tic, Candela y Tac, dibujo de María Gabriela Díaz Gronlier.

TIC Y TAC

«CHSS…, HAGAMOS SILENCIO:  VA A COMENZAR LA REPRESENTACIÓN»

—¡Oh…! —exclamó Tic.

—¡Ah…! —gritó Tac.

—¡Vaya…! —dijeron, al unísono, los dos ratones hijos del relojero de los bosques mágicos .

—¡Se nos ha caído el libro! —angustiado, por la pérdida, Tic no paraba de llorar.

—Te dije que debíamos atarlo a una de nuestras colas, pero ya no vale el lamentarnos. Tendremos que deshacer lo andado hasta dar, nuevamente, con lo que hemos extraviado —respondió Tac y, cogiendo una ramita, se puso a trazar en la tierra un mapa—. Debemos llegar a la inmensa llanura y, desde allí, bordear el río de potentes brazos; pero, si cogemos por aquí, que es la ruta más corta, en dos días estaremos en los bosques inabarcables y desde allí… —Tic lo interrumpió:

—Recuerda, Tac, que quedamos con los niños en entregarles el libro esta tarde: la lectura en el teatro tendrá lugar mañana y somos nosotros los encargados de darla.

—Si hubiésemos aprovechado los descansos para memorizar el texto algo habríamos avanzado, pero buscábamos el lugar más escondido y, ¡zzz zzz!, dormíamos y, ¡norrr norrr!, roncábamos —el desánimo de Tac se mostraba en su colita, que parecía cada vez más pequeñita.

—Bueno, hermano, no siempre las cosas salen como uno las había planeado; además, la fatiga no es buena consejera. ¿Recuerdas la nana que mamá nos cantaba? Aquella que decía: «Duérmete, Coco / que viene el niño / que lleva a los Cocos / que duermen poco» —cantó Tic, y rio.

—Es verdad, Tic, de no haber descansado no habríamos podido llegar hasta aquí. Todos tendremos que adaptarnos para sortear este imprevisto. Lo importante ahora es rescatar lo que hemos perdido y hacerlo antes de que los zorros den con él y lo destruyan. Hermano —dijo el ratón—, una sonrisa ayuda a enfrentar los conflictos.

Y así fue cómo Tic y Tac decidieron emprender el camino de regreso a la ciudadela, protegida por murallas y torreones, donde vivía el Búho Cachivache, sabio que les había dado la misión de acercar aquel valioso documento a los niños.

—Tic, tus patas son más largas: ¡adelántate!

—Tac, tu olfato es más agudo: ¡anticípate! —se iniciaba una pequeña discusión y cuando esto sucede, muchachos, la buena voluntad, aquella que mueve montañas, ¡desaparece!

—No, anda tú —exigió Tac.

—¡Que no, que tú mejor que yo! —así estaban cuando una vocecilla salió de entre los setos:

—¡Ñam, ñam, ñam, qué hambre tengo! ¡Hoy me zamparía un ratón!

—¿Quién anda ahí? —asustados, y girando sobre sí mismos, preguntaron Tic y Tac.

—Soy el gato Mentegato y llevo días soñando con un apetitoso guiso de… ¡morrito de roedor! —dijo, muy satisfecho, el desconocido.

—¡Oh…, no! Esto nos pasa, hermano, por ponernos a discutir en vez de salir pitando a resolver el problema que se nos ha presentado —se quejó Tic, mientras los yerbajos, desde donde había salido la voz, se movían sin cesar.

—¡Pero…, qué contratiempo tan espinoso! —exclamó Tac, temblando de miedo.

—Mira, Mentegato, tenemos una misión importante que cumplir. Los niños, que son también tus amigos, nos necesitan. Puedes sumarte a nosotros: no hay tiempo que perder y la noche se nos echa encima. Por favor, deja tu hambre a un lado —rogó Tic y confirmó—: El cielo se ha puesto marrón y todo apunta a un chaparrón: si llueve, ¡el futuro de los peques estará en peligro!

—Mira… —sugirió Tac—, cuando hayamos cumplido la misión te invitaremos a comer a El gato tuerto, ya sabes que allí los menús vegetarianos son preparados con especias que dan el sabor que el cliente ha seleccionado. Tú puedes pedir… ¡calabacín con queso, que sabe a ratón, o coliflor a la pimienta de cresta de gallinita!

—¡Bueno, bueno…!, ¿y qué tipo de encargo es ese que requiere tanta premura? —quiso saber Mentegato, quien seguía oculto tras los matojos.

—El sabio de Ávila nos entregó un ejemplar de valor incalculable —informó Tac— y nos pidió que hoy mismo lo entregáramos a los niños; pero se nos ha caído por el camino y, ¡ay…, ay…!, lo hemos perdido.

—¿Es una publicación lujosa? ¿Tiene las tapas de cuero, los lomos dibujados y el título repujadito en oro?

—¡Oh, no! Nada de eso, Mentegato: su formato es muy humilde —contestaron, algo desconcertados por la pregunta, Tic y Tac.

—¡Bah…, entonces no me interesa! ¿Qué valor puede tener una edición con cubiertas de cartón?

—Es que… ¡el valor no está en su exterior: el valor está en lo que dice! —exclamó Tac y advirtió—. Gato, quien juzga por las apariencias se lleva fea sorpresas.

—Bien, entonces…, qué tal si me cuentan por qué lo que han perdido es tan importante.

—Ya te lo hemos dicho, Mentegato. ¡Es por su contenido! —y, mirando al macizo de donde salía la vocecilla, Tic, pidió—: ¿Por qué no sales de tu escondite y te explicamos la historia por el camino?

—Pero…, ¿no nos comerás, verdad? —Tac no las tenía todas consigo: en su imaginación había convertido al gato en un lobo con el estómago del tamaño de la ballena de Pinocho.

—No salgo hasta saber de qué va este asunto tan intrigante y por qué Cachivache les ha hecho el encargo a ustedes —y dejó escapar un eructo hambriento que puso en guardia a los ratones.

—Mentegato, el libro está escrito en idioma ratonil —expresó Tic.

—Y el sabio búho del bosque nos ha confiado la tarea de traducirlo al idioma infantil —expresó Tac.

—Lo que dicen tiene sentido y, en verdad, suena muy bien. Pero, antes de pactar un acuerdo con ustedes, díganme, ¿qué cuenta el cuento?

—¡Oh, no se trata de un cuento! —exclamaron los dos hermanos—. Es una Declaración que permitirá que hagamos un mundo mejor. ¡Es el libro que recoge los derechos y los deberes de los niños!

Y, ¡zas!, ¡zas!, las zarzas dieron paso a una ardilla que tenía entre sus manos un objeto que apretaba junto a su corazón: —Entonces…, ¿qué hacemos aquí? ¡Hay que llegar a la meta! No sé a qué viene tanto perder el tiempo.

—Pero…, ¿tú no eres Mentegato, el insaciable comedor de ratones? —afirmó, asombrado y aliviado, Tac.

—No, yo soy la ardilla Candela. Iba buscando castañas, porque ahora los árboles están cargados de frutos, cuando tropecé con esto —y, enseñando lo que llevaba protegido en su pecho, continuó—: Enseguida comprendí el alcance de la encomienda, pero, amigos, tenía que asegurarme de que ustedes eran los verdaderos portadores de este tesoro —y, mirando hacia un lado y hacia el otro, afirmó—: ¡Ya saben que por aquí hay muchos zorros!

—¡A la de una, a la de dos, a la de tres: corramos! —gritaron los tres y en un pispás llegaron a la escuela de los bosques mágicos de , donde los niños, ansiosos, esperaban la función.

(El escenario se ilumina y en él aparecen, vestidos con trajes brillantes, Tic, Tac y Candela. Cada uno se dirigirá al proscenio para presentarse y cada uno será enfocado con una luz de color diferente. Se les ha asignado la tarea de leer los enunciados que garantizan los derechos de los niños, derechos que van acompañados de deberes. La función se montará como una música coral, ya que el texto es una unidad. Es necesario que los intérpretes tengan distintos timbres de voz, pues las voces se alternarán).

LOS DERECHOS Y LOS DEBERES DE LOS NIÑOS

TIC

Tenemos el derecho de ser felices.

TAC

Y el deber de hacer felices a los demás.

CANDELA

Nadie puede maltratarnos por la raza o el color de nuestra piel.

TIC

Debemos respetar a todas las personas, independientemente de su color o de su origen.

TAC

Tenemos el derecho de no pasar hambre.

CANDELA

Y el deber de comer de todo y saber compartir con los demás.

TIC

Poseemos el derecho de tener un nombre, un país y una lengua.

TAC
Y el deber de respetar todos los nombres y las lenguas del mundo.

CANDELA

Nadie tiene el derecho a esclavizarnos.

TIC

Y nosotros tenemos el deber de no ser crueles con los demás.

TAC

Tenemos el derecho a crecer en un lugar saludable.

CANDELA

Y el deber de conservarlo limpio para los que vengan después.

TIC

Tenemos el derecho a vivir con nuestros padres.

TAC

Y el deber de respetarlos y quererlos.

CANDELA

Tenemos el derecho de ir a la escuela y escoger la que más nos gusta.

TIC

Y el deber de estudiar y de respetar a todos los que van.

TAC

Tenemos el derecho de recibir atención médica y socorro.

CANDELA

Y el deber de ayudar a la gente, sobre todo a los ancianos.

TIC

Tenemos el derecho de divertirnos.

TAC

Y el deber de alegrar la vida a aquellos que nos rodean.

CANDELA

Nadie puede ser marginado por sus problemas físicos ni psíquicos.

TIC

Tenemos el deber de aceptar, ayudar y no maltratar a aquellas personas que los tengan.

TAC

Tenemos el derecho a vivir en paz.

CANDELA

Y el deber de solucionar los problemas sin pelearnos.

TIC

Las niñas no tienen menos derechos que los niños.

TAC

Y los niños no tienen menos derechos que las niñas.

CANDELA

Tenemos el derecho a crecer en un lugar saludable.

TIC

Y el deber de conservarlo limpio para los que vengan después.

TAC

Tenemos el derecho de disfrutar de las mismas oportunidades.

CANDELA

Y el deber de aprovecharlas.

*

Al final de la representación, Tic, Tac y Candela pedirán al público infantil que se incorpore al escenario. Todos se cogerán de las manos y danzarán, cantando: «Dame la mano y danzaremos, / Dame la mano y me amarás, / como una sola flor seremos, / como una flor y nada más…».

*

Los enunciados de los derechos y deberes de los niños fueron redactados por Josep-Francesc Delgado y fueron recogidos por la editorial Edebé en Los derechos y deberes de los niños. La narración de ficción que acabas de leer es obra de María Gabriela Díaz Gronlier.

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