VIEJO OFICIO
Confeti, Toulouse-Lautrec, litografía, 1894.
Gira sin cesar sobre el eje que sostiene, con mano férrea, el caballero de bombín, bastón y pañuelo de fino lino. Tiene la mirada perdida y la lengua cosida.
Los brazos en cruz, que ocultan su pecho, se mueven cuando ella gime y suspira avisando que aún está viva. Y gira.
Pero el caballero, de bombín y espuelas, no escucha el lamento y aprieta, con mano obstinada, el eje en el que se sostiene la bella muchacha.
Buen uso le da el señor a su pañuelo fino: secan las manos sudorosas que ajustan las tuercas del eje que aprisiona a la que aún sigue viva.
El hombre aprieta —con cuidado de no quebrar la frágil varilla— el centro desde donde salen extraños sonidos.
Y ella, ya con el juicio perdido…, ¡gira!
ENLACES RELACIONADOS